viernes, 28 de marzo de 2014

REVISTA LLAMAS LLORA POR LOS LLANOS


                   
FAUNICIDIO EN LOS LLANOS


¿Quién no se ha extasiado con los amaneceres y atardeceres llaneros? Los inmensos y verdosos campos que, como siniguales  alfombras dibujadas por la pluma de la paciente y sabia naturaleza, son el orgullo sin par del llanero quien, inspirado por el excelso regalo, le entona odas de alegría con sus sonoras y dulces arpas al entorno maravilloso de la faustosa naturaleza.

Allí, a lo lejos, miles de criaturas, algunas sin replica en el sorprendente mundo animal, entre chigüiros, reses, babillas, venados, caimanes, tortugas,  pacíficos obtenían de arroyos, manantiales y fuentes el agua y el alimento, sostén de sus frágiles existencias.

No fue la muerte la que primero arrebató sus vidas... Fue la indiferencia, la costumbre de verlos y no valorarlos lo que, en realidad, los mató.

Recreaban esos envidiables campos llaneros con sus características carreras, su acostumbrado pastar o su lento caminar… Hoy casi 30000 de ellos ya no están más allí. Algunos ahogados en viscosos lodazales, otros casi como disecados, símbolos del abandono en que vivieron, se negaban a morir y parados cual estatuas, quedaron sembrados en los descuidados desiertos que, otrora, fueran las fértiles tierras llaneras.

Cuando vemos estas deplorables imágenes, de nuestros ingenuos amigos silvestres, que  ¡sí equilibran nuestro medio natural! Le recuerdan al mundo y a los hombres muchas cosas, sin pronunciar ningún lamento, ningún sonido. Esto nos dicen: “Ustedes, hombres racionales, no merecen estas tierras, ni sus extinguidas fuentes de agua, ni su rica fauna. Como castigo a su indolencia nos vamos para no volver…”

Y nos dejan estas preguntas: "¿Qué pasó con nuestros humedales? ¿Qué, con la reforestación?  ¿Qué, con los reservorios de agua?". Porque el sol aun cuando caliente cada vez más o menos, si se hacen buenas prácticas ambientalistas toda vida puede ser preservada. Alimento y  agua abundarán, irrigando agricultura e hidratando animales, también.


Hoy  Paz de Ariporo, Casanare, en desierto se convirtió. Un cementerio de  fauna impotente que a las fauces de la muerte se entregó, porque luchar  no pudo más. Recordándonos a todos que defendamos nuestros  recursos naturales, recibidos con generosidad por el Cielo. Esto nos hace más humanos,  impidiendo nuestra próxima extinción...