FAUNICIDIO EN LOS LLANOS
Allí, a lo lejos, miles de criaturas, algunas sin replica en el
sorprendente mundo animal, entre chigüiros, reses, babillas, venados, caimanes, tortugas, pacíficos obtenían de arroyos, manantiales y
fuentes el agua y el alimento, sostén de sus frágiles existencias.
No fue la muerte la que primero arrebató sus vidas... Fue la indiferencia, la costumbre de verlos y no valorarlos lo que, en realidad, los mató.
Recreaban esos envidiables campos llaneros con sus características carreras,
su acostumbrado pastar o su lento caminar… Hoy casi 30000 de ellos ya no están
más allí. Algunos ahogados en viscosos lodazales, otros casi como disecados,
símbolos del abandono en que vivieron, se negaban a morir y parados cual estatuas, quedaron sembrados en los descuidados desiertos que, otrora, fueran las
fértiles tierras llaneras.
Cuando vemos estas deplorables imágenes, de nuestros ingenuos amigos
silvestres, que ¡sí equilibran nuestro medio
natural! Le recuerdan al mundo y a los hombres muchas cosas, sin pronunciar
ningún lamento, ningún sonido. Esto nos dicen: “Ustedes, hombres racionales, no merecen estas
tierras, ni sus extinguidas fuentes de agua, ni su rica fauna. Como castigo a
su indolencia nos vamos para no volver…”
Y nos dejan estas preguntas: "¿Qué pasó con nuestros humedales? ¿Qué, con la
reforestación? ¿Qué, con los reservorios
de agua?". Porque el sol aun cuando caliente cada vez más o menos, si se hacen
buenas prácticas ambientalistas toda vida puede ser preservada. Alimento y agua abundarán, irrigando agricultura e
hidratando animales, también.
Hoy Paz de Ariporo, Casanare, en
desierto se convirtió. Un cementerio de fauna impotente que a las fauces de la muerte
se entregó, porque luchar no pudo más. Recordándonos a todos que defendamos nuestros recursos naturales, recibidos con generosidad
por el Cielo. Esto nos hace más humanos, impidiendo nuestra próxima extinción...