POR TODAS
PARTES EL PLANETA TIERRA SE AHOGA, SE FRACCIONA, CONVULSIONA, SE QUEMA Y SE
ACABA…
SIGNOS QUE NOS
INVITAN A VALORAR Y RESCATAR LA OBRA QUE DIOS HIZO: EL HOMBRE Y SU AMBIENTE
¡¡¡ ¿Cómo puede el río Ahr hacernos
esto?!!! ¡¡¡ ¿Cómo nos puede hacer esto Dios?!!! Llorando y en tono de reclamo
se preguntaba desconsolada una mujer germana, adulto mayor, ante las cámaras de
medios de prensa internacionales, al ver lo que la potente riada había
ocasionado en lo que, hasta hace poco, era su segura y hermosa vivienda en la
localidad de Ahrweiler, pueblo del Valle del río Ahr, afluente del Rin, al
norte del Estado de Renania Palatinado, oeste de Alemania. El agua lodosa
acumulada por las incesantes lluvias y el desbordamiento de ríos, en cuestión
de menos de una hora alcanzó la sorprendente altura de siete metros, arrasando
con todo lo que pudo, llevándose la vida de varios de sus habitantes –alrededor
de 200- entre ellos dos bomberos, animales, miles de damnificados y cuantiosos
bienes materiales.
La catástrofe invernal anegó localidades como Erftstadt,
Insul, Hagen, aldeas de Schewinheim, Flamersheim y Palmershein, Bad Neuenahr
Arweiler, Bad Muestereinfel, en el Estado de Renania del Norte –Westfalia.
Además de la aldea Eifel de Schuld. Así mismo Angleur, provincia de Lieja, en
Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos, también presa del agua.
De inmediato, las respuestas en el
chat de quiénes habían oído la humana reacción de la adolorida damnificada no se hicieron esperar. Algunas de ellas
apuntaban a que el único culpable de que la naturaleza lance furiosa sus
regurgitaciones es el mismo hombre, que invadió sus terrenos sagrados por donde surcaban libres afluentes de ríos y
arroyos, quitándole con sus construcciones
espacios que la sabia creación les dio para su existencia.
Otras opiniones concluían: “Más
bien preguntémonos, ¿qué le ha hecho el hombre al planeta, para que este
responda con destrucción al mismo hombre?”.
“La señora debería agradecer al
cielo que está viva. Todo lo demás es solucionable”.
Otros deliberaban: Dios le dio
libertad al hombre para cuidar su hábitat natural y también para conducir su
existencia respetándose y amando lo que el Creador hizo en él. Pero nosotros
como nuestros primeros padres –Adán y Eva- estamos desobedeciéndolo y no
apreciamos los regalos que el Todopoderoso nos ha hecho, rebelándonos,
degradándonos, polucionándonos y, por lo mismo, llevando al ocaso todo lo
Creado.
“… LE QUITAMOS A LA NATURALEZA SUS SURCOS ORIGINALES…”
“El Señor del universo ampliamente
confió en nosotros, nos dio inteligencia y nos soltó el manejo de esta única
nave y lo hemos defraudado, llevándola a ‘pique’, unos por indiferencia, otros
por codicia, escribían en las redes voces de descontento y, agregaban: “No sólo le quitamos a la naturaleza sus
surcos originales, sino que deforestamos áreas convirtiéndolas en zonas
desérticas, sin vegetación y vida, y tal como un vendaval pasamos destruyéndolo
todo, sin siquiera habernos detenido, alguna vez, a observar lo que una sola gota
de agua nos enseña: cuando ésta
aprovechando su oportunidad de vida, cae pacientemente al suelo hasta convertirse
en un rico manantial”.
“Es de resaltar, señalaba otra
reflexión, que aunque las víctimas de las mega precipitaciones se quedaron con
apenas lo que llevaban puesto, cómo en medio de lágrimas y sumergidas en un
estado de conmoción por lo ocurrido, de inmediato, fueron socorridas por
organismos de rescate, bomberos y autoridades locales que, en una acción
conjunta y coordinada, comenzaron a limpiar los escombros, algo digno de
aplaudir. Aquí en América o Centro América ocurren con frecuencia estas calamidades, enseguida son presa de vándalos y
aprovechados delincuentes”.
Lo cierto es que en el 2016 se
presentó una inundación preocupante y los alemanes se confiaron y no adoptaron,
de inmediato, las medidas preventivas para que otra emergencia en el futuro no
los tomara por sorpresa. Aparte de que, en esta ocasión prescindieron de sistemas de alarma temprana, sirenas y monitoreo para prepararse oportunamente alrededor de la catástrofe climática.
Las fuertes precipitaciones no sólo
están arremetiendo con dureza en Europa, también por estos tiempos, lo han
hecho en Japón, China, Colombia, Perú, México, Bolivia, Nicaragua. Y, ¿quién lo
diría? ¡Nueva York!! – afectando estaciones del metro en Manhattan, a Central
Park- y tormentas eléctricas en Nueva
Jersey, Connecticut y Pensilvania. EE UU bajo el agua.
En un siglo no ocurría una
emergencia climática de tal envergadura, donde según lo reportado por el
Servicio Meteorológico Nacional 3.15 pulgadas -8 cms- de lluvias en una hora en
Central Park, causadas por los coletazos de la tormenta tropical
huracán Ida, que ha sido más devastadora que el huracán Katrina, provocando
fuertes tornados e históricas inundaciones a su paso por la costa este de los
EE UU, con un saldo importante de destrucción de muertes -43- que quedaron
atrapados en sus vehículos y en los pisos subterráneos de sus viviendas.
En otros lugares del orbe, tifones
In-Fa, en Shanghai, cuando aún esta región no se sobreponía de las graves
inundaciones de Gináu produjeron aludes de tierra arrasando frágiles
construcciones en zonas de alto riesgo. La India vivió en 24 horas lluvias
torrenciales que tienen lugar en ocho meses.
“…IR MÁS ALLÁ DE LOS COMPLEJOS FENÓMENOS FÍSICOS VISIBLES…”
Según el estudioso en ciencias
naturales y ciencias teológicas, Rubén Antonio Cuesta Macías, de manera facilista el
dedo acusador del hombre apunta a señalar un único culpable: el cambio
climático, como si este se hubiera gestado sin ayuda de nadie. Entonces, tenemos alarmante aumento de
emisiones de gas invernadero. Sorprendentes deshielos de las zonas polares e
incremento temeroso del aumento del nivel del mar, fuera de su alta
contaminación por desechos plásticos y derrames de combustibles y del incremento de la temperatura de la Tierra en un grado
centígrado, rumbo a los dos grados-. “Escuchamos las voces aterradas de
meteorólogos que afirman: “Y si el
termómetro o barómetro marcara los dos grados, si ya con un grado estamos
asistiendo a esta hecatombe ambiental, ¿qué va a quedar de la tierra? Y, ¿cómo
sobrevivirán las futuras generaciones en medio de este caos climático?
“Otros estudiosos, expertos en
astronomía, fijan sus miradas hacia las estrellas, advirtiendo a la humanidad
que ciertos fenómenos inexplicables de explosiones solares o provenientes de la
órbita lunar están alterando el clima y el comportamiento de los elementos
dominantes en nuestro globo terráqueo.
“Creo,
hay que ir más allá de los complejos fenómenos físicos visibles y buscar una
interpretación que bucee en el espíritu del hombre, de donde, en mi modesta
opinión, nacen todos los eventos con sello apocalíptico que estamos viviendo.
¿Quién y cómo produjo la debacle de los elementos en contra del hombre? No es
que la naturaleza, por capricho, se haya descontrolado por sí misma. ¡Noo! Es que
existe, a mi modo de ver, un vínculo complementario entre Dios, el hombre y la
naturaleza. Una especie de trinidad, donde hay tres esencias distintas, pero
todas tienen un mismo origen, surgen del amor creador, porque Dios es amor. El
peligro aparece cuando el hombre rompe su relación con el Ser Supremo y viola
la perfecta sincronía existente entre el hombre con Dios y su entorno natural y
es cuando todo comienza a ir mal para los seres vivientes y el mundo conocido. ¡Ahí
lo estamos viendo…!
“Deduzco que la razón de mayor peso
para que ello ocurra la propiciamos nosotros cuando nos empeñamos en negar
nuestra naturaleza divina, al buscar desvincularnos de la Fuente Divina.
“Esta negación del Creador y de Sus
perfectas e infalibles leyes que propenden porque el hombre y la tierra en que
se mueve y vive no entren en caos, se ve amenazada por nuestra cuestionable
soberbia, en donde nos creemos centro de todo, y no somos obras del Todopoderoso, Quien con su
inmenso amor nos hizo a Su Imagen y Semejanza, sin que nos hiciéramos
merecedores a tan alta dignidad, porque estamos muy lejos de valorar lo que el
Señor de la Creación ha hecho en nosotros, al punto que hemos llegado a
estropear el ser que Dios nos ha dado.
“Por eso hoy, sin más ni más, atentamos contra la vida. Dónde
nosotros no tuvimos ningún concurso para crearla y la cual jamás salió ni
saldrá de nuestras limitadas y mortales manos. ¡Pero eso sí! Con qué facilidad
la destruimos y violamos sin ningún reato de conciencia o remordimiento alguno.
Nos hemos vuelto contra Dios y su milagrosa Creación. Ahora más que nunca algunos hombres hemos roto
con las leyes sabias y perfectas del Creador, lo que nos conduce necesariamente
a nuestra autodestrucción y la de la naturaleza, Creación portentosa de Dios.
“Cuando el hombre, Creación sublime
del Hacedor, se degrada, negando su origen espiritual, Dios permite que uno de
sus reinos, el silvestre o natural, que siendo irracional sí reconoce al Ser
Supremo, se desfogue, porque este siente que quién está llamado a administrarlo
se encuentra en un deprimente ocaso espiritual”, concluye el profesor Cuesta Macías.
NÍNIVE SE CONVIRTIÓ
Jonás, profeta menor del Antiguo Testamento
Es en esos cruciales momentos para
la humanidad en donde, a causa de los desmanes ambientales, sin duda, llevamos
todos las de perder. Pagamos justos por pecadores. Lo vemos en las Sagradas
Escrituras, cuando el Padre Eterno llama al orden a sus hijos, porque su obra
de amor, el ser humano, no quiere que se pierda. Así lo hizo, por ejemplo, con la ciudad de Nínive que se ahogaba entre la
iniquidad, la corrupción y la desobediencia, para lo cual llamó a un hombre, a
Jonás, y lo hizo profeta de una sola profecía: “Irás a Nínive y les dirás que “en cuarenta días serían destruidos sino
se arrepentían de sus pecados”.
Pero, Jonás, desobedeció lo
ordenado por Dios y quiso desviar su camino, embarcándose rumbo a Tarsis hacia
tierras opuestas al destino trazado por Dios. Entonces, ¿qué hizo Dios? Mandó
una tempestad que amenazaba con hundir la embarcación donde iba Jonás. El
capitán y los marineros del barco se dieron cuenta que Jonás había desobedecido
al Dios de su fe y que todos estaban en peligro de morir, así que acordaron con
la aceptación de Jonás echarlo al mar, donde una gran ballena lo introduciría
en sus entrañas por tres días, después de los cuales Jonás arrepentido y en
oración, sería expulsado por el cachalote y haría lo mandado por el Señor.
Lo esperanzador de este relato bíblico es que el pueblo de Nínive acató lo ordenado por Dios y se convirtió.
Entonces Dios no destruyó este pueblo.
INTERMINABLES LLUVIAS DECRETAN CALAMIDAD PÚBLICA EN MUNICIPIOS EN
COLOMBIA
Es evidente que miles de nuestros
compatriotas viven en condiciones de vulnerabilidad y sus enormes necesidades los afligen como, por ejemplo, sus inestables viviendas
donde muy pocas se mantienen en pie, y otras, en su mayoría, al estar en sitios calificados de alta
vulnerabilidad que, en contacto con prolongadas tormentas, son anegadas,
arrastradas y destruidas perdiendo irremediablemente el techo que los protegía.
Dañando sus pequeños cultivos y animales de sustento, al igual que a grandes
agricultores y ganaderos de las zonas en emergencia.
Entonces, la arremetida del agua
los obliga a dejar atrás sus vidas y con la ayuda de los organismos de socorro y
las entidades del Gestión del Riesgo de los departamentos afectados son
alojados en albergues o cambuches temporales, mientras vuelven a tomar posesión
de sus tierras, al disponer de recursos para recuperar los cauces de afluentes
y quebradas desbordadas.
Las lluvias han aumentado los
caudales de ríos, arroyos y quebradas golpeando duro a cerca de treinta
municipios de Cundinamarca entre ellos Soacha, Sabana Centro y Valle de Ubaté. Igualmente en Valles del Sinú, San Jorge y en 22
municipios como Ayapel en Córdoba con sus diez corregimientos y 51 veredas se
encuentran bajo el agua, arrojando dieciséis mil damnificados en el
departamento, de los cuales, según su gobernador Orlando Benítez, seis mil
cuatrocientas familias lo han perdido todo.
El desbordamiento de ríos como
Tarazá y Nechí anegaron los municipios
de Tarazá, el Bagre, Zaragoza, Cáceres, Nechí, en el Bajo Cauca antioqueño. Centenares de sus habitantes víctimas de las
fuertes precipitaciones invernales. Afectando a nueve barrios, locales
comerciales e importantes cultivos de estas regiones, confirmó a los medios
periodísticos Juan Manuel Giraldo, director de Manejo de Desastres de Antioquia.
Una crecida súbita del río Cauca
sorprendió al municipio de Cáceres. “Cerca de 376 hectáreas de cultivos
inundados, afectando nueve veredas y cerca de 270 familias con afectaciones
múltiples”, informó el funcionario.
DESAHOGO DE LA TIERRA SOBRE EL PLANETA
Incendio Dixie causa estragos en Greenville, California Foto David Swanson Reuters
Es claro que, en este 2021, los
elementos de la tierra–agua, fuego, tierra, aire- se están desahogando a un
tiempo en distintos puntos de la geografía mundial, aumentando su severidad y
respuesta devastadora.
Tenemos mega incendios forestales,
unos provocados y otros son consecuencia de alarmantes sequías e insoportables
marejadas de calor, por ejemplo en el suroeste de Europa, donde miles de
bomberos redoblaron sus labores de extinción de días por tierra, con
hidroaviones y helicópteros buscando contenerlos. Sin embargo su poder
abrasador supera sus ingentes esfuerzos.
Es así como en Atenas, Grecia.
Turquía. Italia. Macedonia del Norte y Bulgaria. Jerusalén en Israel. Los Ángeles,
California, Estados Unidos. Argentina. Costa Azul, el sur del balneario Saint
Tropez, en Francia, las llamas ingresan
a aldeas, provincias, ciudades, condados, logrando que sus habitantes huyan
para salvar sus vidas, porque en un parpadear de ojos consume costosas, lujosas
y sencillas construcciones.
“El fuego no está controlado”,
subrayaba el portavoz, prefecto del departamento de bomberos del Var, Evence
Richards, e informaba al canal BFM TV que “al menos un centenar de viviendas
han resultado más o menos afectadas”.
Pero si esto ocurría en Francia, ni
hablar de lo sucedido al norte de California con el denominado incendio Dixi.
Gigante en extensión y destrucción. Del tamaño de la Isla Maui en Hawai. Por lo
que lo tildan del segundo mayor fuego forestal en la historia del Estado, con
una cobertura mayor que la de Los Ángeles, superando al de Mendocino Complex de
2018.
Implementan cantidad de recursos para controlar el incendio forestal Caldor Foto Call Fire
Ahora Caldor que tuvo su génesis a
mediados de agosto, a las afueras de Sacramento la capital del estado
californiano, obligó a veintitrés mil moradores del condado El Dorado a evacuar
con premura sus hogares por su gran extensión y poder de destrucción y 35.000
personas de California debieron hacer lo
mismo. Su infatigable carrera asoló pequeños pueblos rurales de Greenville y
Grizzly Flats. Se cree que por su tamaño
y peligrosidad es el número diecisiete en la historia de los incendios
forestales en Estados Unidos.
Y del fuego devorador pasamos a los
eventos de temibles huracanes y recurrentes sucesos sísmicos que han cobrado
cientos de vidas y dejado con severos traumas y heridas a miles de personas
como en Haití, Taiwan, Alaska, Indonesia, China, El Tibet, Japón, Grecia, Perú,
Nueva Zelanda, Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, España y Argentina.
Seísmos que van de la mano con una
cadena de erupciones o de actividades eruptivas volcánicas en el Congo, el
Monte Nyiragongo. Reventador en el Ecuador. Soufriére, Isla Caribeña San
Vicente. Pacaya, Guatemala. Fuego,
Centro Sur de Guatemala. Popocatépetl, México. Shanghai, Ecuador. Krakatoa,
Indonesia. kilawea, Isla de Hawai. Etna, Italia.
ATESORADOS INCUNABLES QUE EL AGUA FANGOSA DEVORÓ
Damnificada reacciona frente a su casa destruida por inundaciones en Ensival, Veivers, Bélgica. Foto Francisco Seco AP
En el noroeste de Europa las
inundaciones por desastres invernales hoy calificadas por los meteorólogos “desastre
del siglo” lo penetraron todo. Los moradores europeos que están acostumbrados,
durante siglos, a lluvias moderadas y no,
suscitadas en estas bellas regiones, jamás llegaron a imaginar que
estas iban a tener la dimensión
demoledora alcanzada. Asolaron cuanto quisieron, sin importar en lo más mínimo cuánto
daño ocasionaban. Irrumpieron, cual lobos rapaces, en los tranquilos parajes de
campos y ciudades.
Se llevaron por delante enseres,
viviendas y en medio del devastador episodio, pasa la imagen desoladora de un
can blanco que encuentra como su único salvavidas una cama-cuna que lo conduce
por el fangoso mega río a un incierto destino.
Parte el corazón ver como negocios caseros
de años – vitivinícolas familiares, panaderías,
mercados, zapaterías- se perdieron en
medio del anegado escenario. Un viejo librero llora sobre su pila de libros que
el fango cubrió, algunos de los cuales, eran atesorados incunables, ejemplares
únicos en el mundo.
En los descriptivos vídeos se
observan personas desesperadas sobre los techos de sus casas sepultadas por la
avalancha de barro, a la espera de ser rescatadas en helicópteros, además de
árboles arrastrados por las corrientes incontroladas y cientos de vehículos
inservibles a causa de la marejada
indetenible.
En un documental de DW “Aguas Devastadoras” Isabele Bonicell, experta en los riesgos de inundaciones en su
distrito, Nevers, en Francia advierte: “Si vemos venir la crecida podremos detener
las consecuencias, pero si se rompe un dique ocurre un desastre incontrolable”.
El responsable de la protección
contra las inundaciones, Paul Van Eash, asegura que las casas se alzan sobre
pilotes y por tanto resisten las inundaciones. En el barrio Plantai resisten
las inundaciones.
Reinhar Vogt fue jefe del Centro de
Control de Inundaciones durante veinte años, dice que Alemania hace muy poco por
la prevención. “Después de la inundación todos están horrorizados y luego se
hace casi nada. Las inundaciones se olvidan rápido.
“Hasta 1993 la protección contra
las inundaciones no le importaba a nadie en Colonia, pero cuando llega la
crecida en Navidad estábamos mal preparados y todo salió mal y en 1995 llegó la
siguiente inundación y gracias a Dios ahí tomamos conciencia.
“Dos veces en catorce meses la
ciudad fue cubierta por aguas lodosas. Los daños ascendieron a cientos de
millones. La conmoción fue profunda”.
Según lo dicho por el experto en
este documental la protección contra las inundaciones tiene que ser estética
para que la gente la acepte. Invirtieron más de cuatrocientos millones de euros
en la construcción de 56 kilómetros de muros de contención, además de once kilómetros
de muros móviles. (Editores LLAMAS)