EN COLOMBIA, GIGAMARCHA DEL 21...
UNA ODA A LA LIBERTAD
Foto Daniel Soriano ENS
El Libertador Simón Bolívar,
la estatua que está casi en el centro de la Plaza de Bolívar en
Bogotá, el imborrable 21 de abril, día de la Gran Marcha, acompañó a la pacífica manifestación y no fue
una simple compañía, nos recordó lo que aquel singular hombre, el llamado
hombre de Las Dificultades, quiso dejar
como legado a los hijos de este ejemplar
suelo colombiano: la libertad de cinco naciones y la unidad de
la Gran Colombia, con independencia de
cualquier yugo esclavista.
Y al pie de la efigie se encontraban dos jóvenes colombianos,
mujer y hombre, de menos de veinte años que,
desde allí, acompañaban la multitudinaria marcha. Los nuevos
patriotas, que orgullosos ondeaban la
bandera colombiana y decían: “¡Viva Colombia!” “¡Viva nuestra democracia!”
Esa fue una cita a la que miles, sin titubear, dijeron Sí. Entonces, de todas las edades, con sus familias - padres, hijos, abuelos, nietos, mascotas, decidieron caminar... Y, otros, ¿por qué no? Aunque agobiados por el peso de los años hicieron rodar sus sillas de ruedas, porque ni el mal tiempo, ni las dificultades los detenía. En sus cansados rostros se leía: ¡Como Colombia no hay otra! ¡Por nuestro país lo hemos dado todo! ¡Hasta el último instante de nuestras vidas, sacrificaremos todo por nuestra amada patria, menos nuestra libertad!
La lluvia no era problema. Todos estábamos dispuestos a
enfrentar truenos, relámpagos, si los había.
Llegamos a la Plaza,
donde la fachada del edificio del Congreso, se vestía de telón negro. En su silencio
evocaba, las gestas heroícas y el
pensamiento de independencia del Libertador. Este no era un luto premeditado. Se
adelantaba al duelo esperanzador, por el término de mandatos tiranos en
América.
América, libre, rompía los grillos que, con oscura intención,
mal pretendían destrozar nuestra
envidiada democracia. Antigua democracia
Suraméricana, que aún se resiste a claudicar ante el monstruo devorador
de las fracasadas maneras de gobernar: las dolorosas dictaduras.
Nuestra idiosincrasia es ser libres. ¡Somos libres!!! Y la
Marcha del 21 ratifica esa alegría de serlo.
Y, como por un hecho
milagroso, al compás de tambores y vuvuzelas que, con festiva fanfarria de
marcha triunfal, ejecutada por jóvenes que, con movimientos enérgicos y
diestras manos, el camino increíblemente se nos despejó, penetrando en lo impenetrable, pues la Plaza "erupcionaba" de cientos de almas y el ingresar era una
imposibilidad.
Luego, los tambores se silenciaron. La paloma de la paz
envolvió la Marcha fervorosa, posándose sobre la cabeza del Prócer, para
ratificar una vez más esta verdad dominante: donde la voz del pueblo se une
allí está Dios.
Foto AFP Raul Arboleda
El 21 de abril se gestó en Colombia, la más heroica y hermosa
sinfonía. La orquesta de la paz estaba
completa. No había ningún instrumento
que desentonara. Un sólo corazón palpitaba
para todos: "ciudadanos, trabajadores,
sindicatos, personajes con
posiciones políticas distintas,
familias. Todos unidos por amor a
su patria, a la Constitución, a la
Seguridad. Expresando Respeto a la
institucionalidad, a la justicia, al orden y a los derechos que, por años los
colombianos, hemos conquistado, con duro trabajo y esfuerzo.
Hasta los arrepentidos,
por el voto inconsciente, caminaron para salvar a Colombia.
Los gremios de la salud,
“la marcha de las batas blancas”,
médicos y enfermeras, manifestaron con sus arengas: "la Salud es de Todos",
además de su inconformidad con la intervención de las EPS. Sostenían las bondades
y correcciones que, también, requiere el sistema de salud creado. Pedían no
desmontarlo, no destruir lo ya construido y lamentaban que sus planteamientos
no hayan sido escuchados por el gobierno.
Responsables del sistema sanitario, sumados a la mega-marcha,
solicitaban no estatizar la salud. Aseguraban
que el proyecto de Ley estatal en Salud, hoy naufragando en el Congreso, no
responde a las necesidades de la población, desmejorando la prestación del
servicio y presentando problemas de acceso a los medicamentos y tratamientos.
Manifestantes del común,
pese a no ser pensionados, se mostraron contrarios a la estatización de
las pensiones. A su confiscación, a su expropiación del ahorro pensional de
muchos: "Ellos han hecho ese ahorro por años de constante trabajo.
Merecen respeto a su pensión”.
Al tiempo que exigían respeto por la Constitución del noventa
y uno, eran partidarios de dar impulso al empresariado, a la agricultura, a crear industria y a sostener la existente.
Los colombianos abogaron por dinamizar el comercio, la
construcción, en caída libre en sus ventas. Los transportadores se vincularon a
la avalancha manifestante. Ellos
movilizan, a diario, la economía. Cansados
dijeron: “¡No podemos más!!! Con el alto costo del ACPM, se encarece la canasta familiar. Se encarece
la vida”.
Expertos en hidrocarburos también marcharon. Desde el 2022,
este importante renglón de la economía ha perdido 25.000 empleos por la
sobretasa de renta generada en la reforma tributaria. Se quejaban de que la exploración y explotación del valioso
recurso se hubiera frenado y afirmaban que, el país, cuenta con recursos de gas
y petróleo, ¿Por qué importarlo? Si
resulta más caro y hay que refinarlo…
Otras pancartas rezaban: "Los Colombianos marchamos
porque se respeten nuestros valores y principios".
Y, a cada paso firme dado por los colombianos, en la Marcha del 21 de abril, se iba aplastando la cabeza de la tiranía, del comunismo rancio, que postra a los pueblos, doblega su dignidad, socava su libertad y los pauperiza. (Por Eleftheria, para revista LLAMAS)