lunes, 8 de enero de 2018

Llamas y sucesos de pesadilla que invitan a proteger mejor a nuestros niños

LA VIDA NOS COBRA CON CRECES…


¡EL PERDERLOS DE VISTA!



Niña en Kampala, Uganda Foto Will Wegener


Quizás algunos consideren que hay asuntos en la vida que no pasan de ser simples arandelas. Que hay otros escenarios que, por su notable importancia, atrapan mayormente toda nuestra atención. Así, por ejemplo, temas relacionados con la economía o la seguridad mundial, por los que surgen estos interrogantes: ¿Cómo ha sido el comportamiento de las acciones en las bolsas de valores hoy en el mundo? ¿Cuáles han sido las posiciones de las naciones frente al manejo responsable de las armas nucleares en el planeta? ¿En qué va la escalada indetenible de la delincuencia o del terrorismo, hoy causante de miles de víctimas en el planeta? O preocupaciones ambientales tales como la desaparición, sin marcha atrás, del hielo polar ártico y con él la eliminación de especies animales nativas que jamás volverán a pisar el suelo terráqueo.

Sin embargo, hoy día el inusitado crecimiento  en las noticias acerca de los niños, que denuncian el notable deterioro, para algunos de ellos, en su seguridad,  en su vida, en su protección, educación, salud, alimentación, hogares estables,  no es un tema de interés menor, sino una discusión que ocupa los titulares de los medios impresos y telediarios en todas partes, señalándolos como las mayores víctimas de la violencia, la desorientación y la indiferencia de estos tiempos.

Asistimos a un verdadero drama que debe conmover, incluso al de entrañas más insensibles. Niños violados, abandonados, agredidos, desplazados, explotados, raptados, asesinados, son el cuadro patético, de un terreno abonado por una sociedad que, en su carrera irrefrenable en pos tan sólo de lo material, sacrifica el valioso tiempo que se les debe brindar con una educación basada en el amor y los valores.


“CÓDIGO DE VIDA QUE RECIBIMOS DE NUESTROS ANTEPASADOS”


Foto Drew Hays  

“No es un tiempo perdido”, dice el sicólogo Rafael Cifuentes, “es un tiempo que construirá una sociedad más fuerte, segura y feliz. Lo que hoy no hagamos en pro de nuestros menores, mañana lo pagaremos muy caro.  Las secuelas dejadas por sus inestabilidades y sufrimientos, de no ser tratadas y sanadas a tiempo, configurarán una sociedad enferma, sin amor, edificada sobre pilares de arena, sin principios. Es una construcción que, necesariamente, colapsará en el caos y en la destrucción para todos y ya lo estamos viendo.

“Recordemos, son los pequeños los futuros gobernantes, padres, industriales, directivos de empresas, comerciantes, operarios, maestros, etcétera… Quienes ocuparán puestos de responsabilidad y ¿qué responsabilidad podrán tener, sino se les inyecta por sus venas los valores morales y la estabilidad emocional que sólo la familia puede ofrecer?”.

Entonces, doctor Cifuentes… ¡¿Cree Usted, que los estamos perdiendo de vista?!

“No sólo de vista, sino que por nuestros miedos, dudas y temores no los estamos disciplinando. Les permitimos que hagan lo que quieran, pensando que ellos poseen las nociones claras para hacerlo.  No les estamos dando las herramientas espirituales. Es un código de vida que recibimos de nuestros mismos antepasados, pero que hoy negamos a nuestros pequeños, pensando en que estamos en un consentido modernismo y que ahora las cosas son distintas. Pero, ¡los estamos perdiendo! ¡Ellos necesitan la figura de la autoridad  bien encauzada de los padres! De los adultos responsables.  Y dónde no hay autoridad, es como en un país, o en una sociedad, hacemos lo que queremos, sin reglas de juego para desenvolvernos armónicamente. La autoridad no se debe convertir en una dictadura o en una tiranía. El adulto que tiene a su cargo la vida del menor debe ser una autoridad basada en el afecto, en la dirección espiritual. No han oído ustedes aquella frase que dice: ‘me doblo como el bambú, pero no me parto’, así debe ser la educación para nuestros hijos, si queremos personas estables, seguras, emprendedoras y felices en el entorno en que viven”, puntualiza el doctor Rafael Cifuentes.

HISTORIAS DE PESADILLA


Foto Can Stock Photo

En lo concerniente con el tema que nos ocupa en esta nota, el de la Prevención enfocada al cuidado y orientación de los menores, observamos con preocupación el aumento de las cifras de niños muertos y heridos, por descuido en la vigilancia de los pequeños por parte de sus progenitores o personas que están a su cuidado. Además, del desconocimiento de los peligros que los rodean en el ambiente en el que se encuentran.

Hacemos alusión a un caso, entre muchos otros, de niños de escasos tres años y nueve años cuyos padres una noche se van de rumba, quedando estos encerrados en su vivienda. Entonces, el más pequeño comienza a jugar con unos cerillos y provoca un incendio que le costará la vida a él y heridas de gravedad a su hermanito mayor.

¿O qué tal este otro incidente? El del aquel menor de cuatro años que estando en la cocina, alcanzó la olla de agua caliente que reposaba sobre la estufa, echándosela encima y obteniendo como resultado quemaduras graves en todo su cuerpecito.



Foto Frank Mackenna

O el de la niña que, viéndose sola en su casa, jugando, se metió en la lavadora, quedando encerrada en la máquina y muriendo en ella por asfixia. O de aquel pequeño que, también sin la atención debida de sus padres entró a  una piscina y se ahogó.

En este triste listado también mencionamos, pese a la infinidad de campañas adelantadas por las autoridades bomberiles, de policía, ICBF, entre otros, los casi cerca de trescientos niños que, en Colombia, desde el comienzo de las fiestas decembrinas hasta el seis de Reyes, se intoxicaron con totes, perdieron sus falanges, ojos y  otros miembros, sufriendo múltiples quemaduras, por manipular pólvora, con la increíble permisividad de adultos irresponsables o la falta de vigilancia de muchos de ellos.


Unimos a estos lamentables relatos la historia de aquellos menores que, buscando escapar de sus países de origen por evidente desnutrición y gobiernos tiránicos, se embarcaron en mortales travesías por el mar, en busca de horizontes más seguros, que nunca llegaron a coronar, muriendo tragados por las aguas con todo y sus imposibles sueños.

Las historias de pesadilla de incidentes con menores no para ahí.  Concluimos, por ahora, con este último y duro episodio. El del pequeño de escasos tres años y medio que jugaba con la hornilla de una estufa de cocina, al parecer, en un primer piso, en un edificio de apartamentos  del Bronx, según lo informó el Jefe del Cuerpo de Bomberos de Nueva York, Daniel Nigro, lo que produjo el feroz incendio donde varios apartamentos y el interior de la estructura quedaron carbonizados. Doce muertos - entre los que se cuentan cuatro menores, y un adolescente-,  dieciséis heridos por quemaduras, saldo que dejó esta tragedia, conocida como una de las peores ocurridas en quince años en esta ciudad.

Foto EFE Alba Vigaray (El Diario NY)
De acuerdo con voces autorizadas de organismos de emergencia y rescate del mundo estos hechos suceden, en su mayoría, porque falta enfatizar y divulgar más Campañas de PREVENCIÓN y EDUCACIÓN, para que los adultos conozcan los peligros a los que están expuestos los niños y ellos mismos, al no prevenirlos y alejarlos de aquellos lugares que representan un peligro para su vida y su salud,  cuando les dejamos a la mano elementos que se convertirán en arma letal para el mañana. 

El Departamento de Edificios de la Ciudad confirma que la estructura tenía un pasado de violaciones a las normas de mantenimiento y un sistema de detección de humo deficiente en la primera planta, de acuerdo con el Departamento de Edificios de la Ciudad, reportó Pix 11. (Editores Llamas)

  



    

   

  




   



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