LA VIDA NOS COBRA CON CRECES…
¡EL PERDERLOS DE VISTA!
Niña en Kampala, Uganda Foto Will Wegener |
Quizás algunos consideren que hay asuntos en la vida que no pasan
de ser simples arandelas. Que hay otros escenarios que, por su notable
importancia, atrapan mayormente toda nuestra atención. Así, por ejemplo, temas
relacionados con la economía o la seguridad mundial, por los que surgen estos
interrogantes: ¿Cómo ha sido el comportamiento de las acciones en las bolsas de
valores hoy en el mundo? ¿Cuáles han sido las posiciones de las naciones frente
al manejo responsable de las armas nucleares en el planeta? ¿En qué va la
escalada indetenible de la delincuencia o del terrorismo, hoy causante de miles
de víctimas en el planeta? O preocupaciones ambientales tales como la
desaparición, sin marcha atrás, del hielo polar ártico y con él la eliminación
de especies animales nativas que jamás volverán a pisar el suelo terráqueo.
Sin embargo, hoy día el inusitado crecimiento en las noticias acerca de los niños, que
denuncian el notable deterioro, para algunos de ellos, en su seguridad, en su vida, en su protección, educación,
salud, alimentación, hogares estables, no
es un tema de interés menor, sino una discusión que ocupa los titulares de los
medios impresos y telediarios en todas partes, señalándolos como las mayores
víctimas de la violencia, la desorientación y la indiferencia de estos tiempos.
Asistimos a un verdadero drama que debe conmover, incluso al
de entrañas más insensibles. Niños violados, abandonados, agredidos,
desplazados, explotados, raptados, asesinados, son el cuadro patético, de un terreno
abonado por una sociedad que, en su carrera irrefrenable en pos tan sólo de lo
material, sacrifica el valioso tiempo que se les debe brindar con una educación
basada en el amor y los valores.
“CÓDIGO DE VIDA QUE RECIBIMOS DE NUESTROS ANTEPASADOS”
Foto Drew Hays |
“No es un tiempo perdido”, dice el sicólogo Rafael Cifuentes,
“es un tiempo que construirá una sociedad más fuerte, segura y feliz. Lo que
hoy no hagamos en pro de nuestros menores, mañana lo pagaremos muy caro. Las secuelas dejadas por sus inestabilidades y
sufrimientos, de no ser tratadas y sanadas a tiempo, configurarán una sociedad
enferma, sin amor, edificada sobre pilares de arena, sin principios. Es una construcción
que, necesariamente, colapsará en el caos y en la destrucción para todos y ya
lo estamos viendo.
“Recordemos, son los pequeños los futuros gobernantes,
padres, industriales, directivos de empresas, comerciantes, operarios,
maestros, etcétera… Quienes ocuparán puestos de responsabilidad y ¿qué
responsabilidad podrán tener, sino se les inyecta por sus venas los valores
morales y la estabilidad emocional que sólo la familia puede ofrecer?”.
Entonces, doctor Cifuentes… ¡¿Cree Usted, que los estamos
perdiendo de vista?!
“No sólo de vista, sino que por nuestros miedos, dudas y
temores no los estamos disciplinando. Les permitimos que hagan lo que quieran,
pensando que ellos poseen las nociones claras para hacerlo. No les estamos dando las herramientas espirituales.
Es un código de vida que recibimos de nuestros mismos antepasados, pero que hoy
negamos a nuestros pequeños, pensando en que estamos en un consentido
modernismo y que ahora las cosas son distintas. Pero, ¡los estamos perdiendo! ¡Ellos
necesitan la figura de la autoridad bien
encauzada de los padres! De los adultos responsables. Y dónde no hay autoridad, es como en un país,
o en una sociedad, hacemos lo que queremos, sin reglas de juego para
desenvolvernos armónicamente. La autoridad no se debe convertir en una
dictadura o en una tiranía. El adulto que tiene a su cargo la vida del menor
debe ser una autoridad basada en el afecto, en la dirección espiritual. No han oído
ustedes aquella frase que dice: ‘me doblo como el bambú, pero no me parto’, así
debe ser la educación para nuestros hijos, si queremos personas estables,
seguras, emprendedoras y felices en el entorno en que viven”, puntualiza el
doctor Rafael Cifuentes.
HISTORIAS DE PESADILLA
Foto Can Stock Photo |
En lo concerniente con el tema que nos ocupa en esta nota, el
de la Prevención enfocada al cuidado y orientación de los menores, observamos
con preocupación el aumento de las cifras de niños muertos y heridos, por
descuido en la vigilancia de los pequeños por parte de sus progenitores o personas
que están a su cuidado. Además, del desconocimiento de los peligros que los rodean
en el ambiente en el que se encuentran.
Hacemos alusión a un caso, entre muchos otros, de niños de
escasos tres años y nueve años cuyos padres una noche se van de rumba, quedando
estos encerrados en su vivienda. Entonces, el más pequeño comienza a jugar con
unos cerillos y provoca un incendio que le costará la vida a él y heridas de
gravedad a su hermanito mayor.
¿O qué tal este otro incidente? El del aquel menor de cuatro
años que estando en la cocina, alcanzó la olla de agua caliente que reposaba
sobre la estufa, echándosela encima y obteniendo como resultado quemaduras
graves en todo su cuerpecito.
Foto Frank Mackenna |
O el de la niña que, viéndose sola en su casa, jugando, se
metió en la lavadora, quedando encerrada en la máquina y muriendo en ella por
asfixia. O de aquel pequeño que, también sin la atención debida de sus padres
entró a una piscina y se ahogó.
En este triste listado también mencionamos, pese a la
infinidad de campañas adelantadas por las autoridades bomberiles, de policía,
ICBF, entre otros, los casi cerca de trescientos niños que, en Colombia, desde
el comienzo de las fiestas decembrinas hasta el seis de Reyes, se intoxicaron
con totes, perdieron sus falanges, ojos y otros miembros, sufriendo múltiples quemaduras,
por manipular pólvora, con la increíble permisividad de adultos irresponsables
o la falta de vigilancia de muchos de ellos.
Unimos a estos lamentables relatos la historia de aquellos
menores que, buscando escapar de sus países de origen por evidente desnutrición
y gobiernos tiránicos, se embarcaron en mortales travesías por el mar, en busca
de horizontes más seguros, que nunca llegaron a coronar, muriendo tragados por
las aguas con todo y sus imposibles sueños.
Las historias de pesadilla de incidentes con menores no para
ahí. Concluimos, por ahora, con este
último y duro episodio. El del pequeño de escasos tres años y medio que jugaba
con la hornilla de una estufa de cocina, al parecer, en un primer piso, en un
edificio de apartamentos del Bronx,
según lo informó el Jefe del Cuerpo de Bomberos de Nueva York, Daniel Nigro, lo que produjo el feroz incendio donde varios apartamentos y el interior de la estructura quedaron carbonizados. Doce muertos - entre los que se cuentan cuatro menores, y un adolescente-, dieciséis heridos
por quemaduras, saldo que dejó esta tragedia, conocida como una de las
peores ocurridas en quince años en esta ciudad.
Foto EFE Alba Vigaray (El Diario NY) |
De acuerdo con voces autorizadas de organismos de emergencia
y rescate del mundo estos hechos suceden, en su mayoría, porque falta enfatizar
y divulgar más Campañas de PREVENCIÓN y EDUCACIÓN, para que los adultos
conozcan los peligros a los que están expuestos los niños y ellos mismos, al no
prevenirlos y alejarlos de aquellos lugares que representan un peligro para su
vida y su salud, cuando les dejamos a la
mano elementos que se convertirán en arma letal para el mañana.
El Departamento de Edificios de la Ciudad confirma que la estructura tenía un pasado de violaciones a las normas de mantenimiento y un sistema de detección de humo deficiente en la primera planta, de acuerdo con el Departamento de Edificios de la Ciudad, reportó Pix 11. (Editores Llamas)
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