EN COLOMBIA, LOS AGRESIVOS
INCENDIOS ARRASAN SUS RECURSOS NATURALES Y AUMENTAN LOS DESASTRES. A BOMBEROS SE LES RECORTA SU PRESUPUESTO…
¡TODOS EN MANOS DE LA IMPREVISIÓN!
El hombre padece dolores en el
alma, en el espíritu y en la carne. Mientras escribo esta nota reflexiva e
informativa transito por un inmenso vacío y sufrimiento que me carcome el alma.
Pese a que he asistido al último adiós de ritos funerales de amigos, conocidos,
en donde la tristeza nos invade. No obstante, el dolor no te retuerce tanto el
alma como cuando se trata de un ser muy cercano a ti. Un padre, un hijo, un
esposo…
Menos mal y lo digo con certeza mi
fe me hace reconocer con esperanza que Dios ha organizado todo en este universo
con una indiscutible sabiduría y en momentos de tribulación, de aflicción
sabemos que tomarnos de su Mano, traerá a nuestro roto corazón el bálsamo que
aliviará nuestras profundas heridas.
Él no nos da cargas que no seamos
capaces de llevar. Nos hace reconocer que la muerte no existe. La vida es
eterna para quiénes caminamos con Nuestro Señor. Nuestra alma y espíritu son
inmortales, no así nuestro empaque material cuya vida es temporal.
¡Esa es nuestra esperanza! ¡El
reencuentro con nuestros seres que amamos y nos amaron en el Reino Celestial
está asegurado, cuando termine nuestro tiempo aquí en este transitorio plano
material! Ya ellos gozan de la presencia del Padre Eterno.
Aprovecho para traer a colación lo
que nuestro más actual y joven Santo, beato Carlo Acutis, antes que la grave
leucemia cortara sin compasión su breve existencia. Murió a los quince años de
edad. Él decía a su madre Antonia, como si poseyera un misterioso conocimiento,
estando en agonía en el hospital, viéndola afligida por su fatal enfermedad, que la muerte no existe, que
lo que hay en el más allá es la auténtica vida, nuestro verdadero hogar, adónde
los hijos de Dios retornamos.
CON LOS AÑOS SE HIZO UNO CON UNO
Ese, el dolor de un ser amado que con los años se hizo uno con uno. Es como desprender pedazos de piel a quién lo sobrevive. ¡Es indescriptible! Entre tanto, su imborrable recuerdo, su manifiesta esencia quedaran talladas en nuestra alma, en nuestro corazón… ¡Y eso también los hace inmortales!
Sin volverme repetitiva, este
sufrimiento no tiene parangón. Empero, los dolores que nos tocan a lo largo de
nuestras vidas son tan de diversos matices, porque unos y otros se viven con
mayor o menor intensidad. Con mayor o menor aflicción. Algunos te arrancan el
corazón y en su preámbulo lo que antes veías con amplio colorido, queda
reducido a un telón negro con todas sus gamas de grises fuertes y pálidos.
Aunque algunos dolores se instalan
en tu ser de por vida, otros sanan con el paso de los años.
Alberto, mi esposo, amaba la vida y
respetaba la Creación. Solía realizar su trote acostumbrado de madrugada y le
encantaba escuchar el despertar de la naturaleza con el hermoso canto de las
multicolores aves que agradecidas alababan a Dios por haberlas creado. Y es que
el hombre, Su creación más amada, no podrá ni con toda la tecnología a su
alcance, diseñar ni lo más sencillo ni lo más complejo de la naturaleza.
No podía ver que un animal
padeciera. Recuerdo un día cuando vimos una paloma tirada en el pavimento,
porque se había golpeado contra un vehículo y había perdido una buena cantidad
de plumas de su ala derecha. Conmovido, Alberto, la recogió y la llevamos a
nuestro apartamento. Por espacio de veinte días la curamos, la alimentamos y un
buen día, cuando se sintió más fuerte, al ver una bandada de otras palomas, se
fue con ellas, perdiéndose para siempre en el infinito azul.
FRAILEJONES: MEDIO O UN SIGLO PARA
CRECER
Incansablemente mi esposo y yo adelantamos campañas en la revista LLAMAS advirtiendo a autoridades ambientales, gobierno y ciudadanos de las carencias que, en dotación y equipos –herramienta manual-, adolecen nuestros profesionales del fuego. El“arsenal” para combatir con éxito los furiosos incendios forestales.
Pero, a veces, con relativo éxito,
porque algunas de estas terribles conflagraciones para los equipos de
respuesta, se forman en terrenos que resultan impenetrables. Otras, han tomado
tan monumental fuerza que aún los más hábiles gladiadores en la extinción
resultan derrotados, sin remedio.
De hecho, los páramos colombianos
siempre han llevado la peor parte. Muchos, en épocas del Fenómeno del Niño,
tristemente han desaparecido. Otros, por manos criminales los han arruinado. Y
los frailejones que tardan cerca de cien años para desarrollarse, -crecen 1 cm
al año- han sido calcinados por el fuego.
Los páramos de Berlín y Santurban,
Santander, ecosistemas de alta montaña sufrieron incalculables e irrecuperables
pérdidas en vegetación y especies nativas. Cientos de frailejones y pinos
diezmados por los ígneos incendios. Se estima que entre 200 a 400 hectáreas
fueron calcinadas.
En lo corrido de este año se han
detectado 31 incendios forestales activos en Colombia: en los páramos de
Berlín, Santurbán, Santander. En el Huila. En los Cerros Orientales, Cerro del
Cable en Bogotá. En Bolívar. Cesar, Valledupar. Cundinamarca –Nemocón, Nimaima,
Quebradanegra, Sibaté, Gachancipá, Fómeque y Soacha, Sopo. Boyacá.- Antioquia
–Santa Bárbara, Carolina del Príncipe-. La Guajira y Norte de Santander.
¿POR QUÉ REDUCIR SU PRESUPUESTO SI
LOS RIESGOS AUMENTAN Y SON MÁS COSTOSOS?
En las redes sociales hay quienes se preguntan el porqué, cuando el incendio ha barrido con amplias hectáreas de páramo o cerros se habla de realizar un monitoreo sobre esas tierras carbonizadas para planear cómo restaurarlas, cuándo su monitoreo, vigilancia, cuidado y alerta temprana con sistemas de alarmas comunicados con bomberos, policía…, podrían haberse realizado antes de sobrevenir las emergencias por fuego y así prevenir y controlar los embates destructivos cuando nos visita el Niño.
Otras inquietudes que surgen es el
valorar responsable y seriamente la tarea de los bomberos, quienes defienden la
vida, patrimonio social y valiosos ecosistemas naturales de los sorpresivos,
calculados o descuidados desastres por incendio u otros factores de origen
químico o ambiental.
Según estas voces, los colombianos
debemos unirnos para hacer que el presupuesto bomberil no sea reducido,
haciendo más difícil o imposible el ejercicio de estos organismos de
socorro. En el año 2023 su presupuesto fue de 91.178 millones de pesos. Para el
2024 se redujo en un veinticinco por ciento, siendo de 68.376 millones de
pesos. ¿Por qué reducir sus recursos si los riesgos van cada vez más en aumento
y son más costosos?
Para los expertos ambientales es
imprescindible conocer la dinámica del fuego, para así responder a tiempo
cuando este aparezca. Es una responsabilidad de las personas que viven cerca de
las superficies forestales, pero sobre todo, una responsabilidad de los
gobiernos mundiales y evitar entrar a un PIROCENO más peligroso.
Hay quienes opinan que mientras los
países discuten temas como el posible colapso de la economía mundial. La salud
y cómo manejar sus recursos para que se canalicen en una más óptima atención a
pacientes y enfermedades desconocidas, cada vez más en aumento. El desempleo
que, por la desaceleración y la hiperinflación de la economía, tiende a
incrementarse, estos asuntos pasan a un segundo plano, cuando descuidamos y
exterminamos el pilar que sostiene toda actividad humana, nuestros paraísos
terrenales.
Bomberos en el ejercicio de su
voluntariado, como hombres del Ejército, y Defensa Civil extenuados, con la
ayuda de herramientas, equipos y helicópteros black howk, de la división antinarcóticos de la
Policía, donados por la embajada de los Estados Unidos, ejecutan sus
maniobras de extinción en los Cerros Orientales y el Cerro El Cable donde el
fuego es dueño y señor.
HÉRCULES SÓLO ACTÚA EN EL CINE
Voces de expertos hablan del porqué
no hemos adquirido una cuadrilla de aviones para salvar miles de hectáreas,
cuando Chile si la tiene.
Y, para redondear la idea, otros se preguntan: no se sabe quién es más culpable, si el que deliberadamente riega el combustible y con un fósforo genera el incendio o, el que pudiendo anticipar la llegada del Niño no autoriza los recursos que posibilitarán dar “alas” para su prevención y extinción.
Foto Alcaldía Mayor de Bogotá
El alcalde de Bogotá, Carlos
Fernando Galán, precisó a los medios sobre el más grave incendio forestal hasta
el momento. “Cerro El Cable: esta es la situación más compleja actualmente. 120
personas trabajan durante la noche y se controló el crecimiento en el costado
sur. Con tres máquinas se está atendiendo la situación: 1 en el barrio Pardo Rubio
y otras dos en el costado sur. Más de 360 personas trabajaron durante todo el
día para controlar el fuego y continuar con el apoyo de tres helicópteros y un
avión”.
Y, aunque, la vocación de los
organismos de socorro es el dar el todo por el todo para defender estos
amenazados espacios ambientales, la inclemencia del tiempo, el calor, revienta
termómetros y los fuertes vientos no les dan tregua, sin querer deben abandonar
su riesgosa tarea y el fuego una vez más gana la batalla. Entonces, angustiados
solicitan ayuda internacional porque su logística es limitada y eso lo sabe el
enemigo devastador.
Entre tanto, las aves y otros animales nativos que escapan de la emergencia, viven su propio dolor, porque no tienen derecho a disfrutar en paz en su entorno natural. Entonces, huyen desesperadas, buscando al buen Samaritano que les dé una gota de agua y los salvaguarde mientras pasa el peligro. La Secretaría de Ambiente instaló un puesto Móvil para rescatarlos.
El
panorama, a veces, se presenta desolador. No sólo asistimos a la pérdida en el
mundo visible de nuestros seres amados, también presenciamos horrorizados, ya
sea por causas naturales o intencionales la pérdida de nuestro mundo natural,
irrecuperable por décadas o siglos.
Si aceptamos este exterminio ya no podremos hablar de cuál es el planeta que vamos a dejarle a las futuras generaciones, sino, ¿cuál es la generación que va a subsistir después de esta depredación? (textos Claudia Marín)