DANZA TELÚRICA
(REVISTA LLAMAS No.61, ENERO 1980)- LOS SISMOS SE TENÍAN ANTES POR CASTIGO DE LOS DIOSES
- HOY LA CIENCIA LOS ESTUDIA Y TRATA DE PREDECIRLOS
TERREMOTO Y TSUMANI LISBOA 1755
Nadie que haya vivido el drama de un fuerte terremoto lo olvidará jamás. Tanto los niños sobrevivientes del espantoso movimiento sísmico que destruyó ciudades y pueblos peruanos en 1970, como los aterrados pacientes de un vetusto hospital para veteranos de guerra de los Angeles, Estados Unidos, extraídos de entre las ruinas del edificio en febrero último, siempre recordarán aquellos momentos en que estuvieron a un paso de la muerte.
Charles Darwin, quien se encontraba en Chile, explorando los bosques circunvecinos de Valdivia, cuando esta ciudad portuaria fue sacudida por los temblores de 1838, describió la desagradable sensación que lo agobia a uno cuando la terra firma padece de convulsiones. Dijo así:
"Un terremoto severo destruye al instante nuestras más antiguas asociaciones mentales. La tierra, epítome de la sólidez, se ha movido bajo nuestros pies como una delgada corteza sobre un fluido. Ha bastado un segundo para crear en nuestra mente una extraña idea de inseguridad que horas de reflexión no hubieran producido".
Sin duda, el terremoto es uno de los fenómenos naturales más atemorizantes y destructivos que el hombre puede experimentar. Sin un simple temblor perturba a un científico como Darwin, es fácil imaginar el terror que embargaba a los pueblos de la antigüedad o, a las tribus primitivas cuando el suelo se sacudía bajo sus pies, violentamente y sin aviso previo, reduciendo sólidos edificios a escombros o sepultando aldeas y a las gentes bajo aludes de peñas, barro o hielo.
En la antigüedad, estos súbitos desastres se consideraban castigos en masa enviados por los dioses contra los pecadores y, como advertencia a los impenitentes. Aristóteles que se burlaba de tales supersticiones, pensaba que los temblores eran producidos por bolsones de aire o gases, al escapar de oquedades subterráneas. Un erudito italiano del siglo XVI - un cristiano que conservaba un saludable respeto a las viejas creencias- sugería que se colocaran estatuas de Saturno y Mercurio en los muros de los edificios para protegerlos de los terremotos.
MITOS Y REALIDADES
En la mitología y en las leyendas, los terremotos eran concebidos como resultado de la lucha por el poder en la jerarquía de los dioses. Para los escandinavos, Loki, el dios nórdico del mal, era el culpable de los temblores; y para los griegos, Atlas, quien sostenía a la tierra sobre sus espaldas, o Poseidón, el dios del mar.
En realidad, la sismología data de una época relativamente moderna. Antes del siglo XVIII rara vez se veía una descripción auténtica de los hechos, no de suposiciones.
El primer terremoto descrito en detalle por mentes modernas y racionales fue la gran catástrofe de Lisboa en noviembre de 1755, que costó la vida a 30.000 personas. Sus efectos se dejaron sentir en otras partes de Europa y hasta en el nuevo mundo. Voltaire hace una vívida descripción de aquella tragedia en su novela Cándido: "...El mar, enfurecido, se alza borboteando en el puerto, y destroza todos los barcos que en él se hallan fondeados. Torbellinos de llamas y cenizas cubren calles y plazas; se derrumban las casas, los techos caen sobre los cimientos, y los cimientos se resquebrajan; 30.000 habitantes de todas las edades y sexos quedan sepultados entre escombros..."
Treinta sacudidas subsiguientes mantuvieron aterrorizados a los sobrevivientes. Muchas casas de adobe y una mezquita se derrumbaron en Argel; los edificios temblaron en España, Francia e Italia; y en Bostón, Filadelfia y la Habana tintinearon arañas y candelabros. En Inglaterra, Holanda y Suecia el agua de los aljibes se agitó violentamente, y ondas sísmicas de menor intensidad agitaron las aguas de Loch Lomond, en Escocia. Todo ello como consecuencia de la terrible catástrofe de Lisboa.
No hay datos exactos sobre el terremoto en la provincia China de Shensi, tal vez el más destructivo en la historia de la humanidad.
Mató la increible cantidad de 800 mil personas, con sus incendios, inundaciones y aludes en una región densamente poblados.
OLAS MONSTRUOSAS
SISMO TOKIO, YOKOHAMA 1923
En el presente siglo, el peor terremoto de que se tiene memoria es el que sacudió a Tokio y Yokohama, en septiembre de 1923, dejando un saldo de 200 mil muertos. En un sólo día, el Japón quedó reducido en una potencia de segundo orden. La gente murió presa de incendios provocados por cables de alta tensión al caer sobre los edificios, asfixiada por el humo, aplastada bajo los escombros de las casas derruidas o ahogada por las olas monstruosas que inundaron las islas.
El capitán de un barco anclado en el puerto de Yokohama describió con las siguientes palabras lo que él presenció: "El barco comenzó a temblar y vibrar violentamente. Al volver la mirada hacia tierra advertimos que se estaba produciendo un terrible terremoto; los edificios se desplomaban en todas direcciones y en unos pocos minutos ya no se pudo ver nada a causa de las nubes de polvo". En el parque de Yokohama cientos de personas se arrojaron a una laguna poco profunda para escapar del incendio que los rodeaba y murieron cocidas al calentarse las aguas hasta el punto de ebullición.
Ni una sola estructura quedó intacta en Yokohama, y Tokio fue literalmente arrasado. El único edificio que no sufrió mayores daños fue el Hotel Imperial, construído por el famoso arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright.
El poder de los terremotos recientes en el Nuevo Mundo fue el de Huascarán, Perú, en mayo de 1970. Un gigantesco alud de hielo y piedras, provocado por violentos movimientos sísmicos, descendió desde las montañas a una velocidad de 160 kilómetros por hora, arrastrando a su paso de los glaciares, lodo y agua, la arrasadora masa, estimada en unos ochenta millones de pies cúbicos, sepultó las ciudades de Yungay y Ranrahirca, y cientos de aldeas. Murieron alrededor de 50 mil personas. Otras 50 mil resultaron heridas y 800 mil quedaron sin hogar.
"ANILLO DE FUEGO"
¿Puede un terremoto producirse en cualquier parte? Sí, pero según estudios hechos por peritos, casi todos los movimientos sísmicos más destructivos del mundo ocurren en un gran cinturón geográfico a veces denominado "Anillo de Fuego". Esta es una zona casi ininterrumpida que bordea el Oceáno Pacífico. Incluye las costas del Pacífico de América del Norte y del Sur, las islas Aleutianas, los litorales de Siberia, el Japón, partes de China y Australia. Una amplia franja territorial sísmicamente activa atraviesa el norte de la India, Irán, Turquía y Grecia y otros lugares del Mediterráneo.
Sólo en este siglo, 500 mil personas han muerto debido a los terremotos en el "Anillo de Fuego", y los daños materiales suman miles de millones de dólares. El ocho por ciento de los volcanes activos del globo están dentro de esa región y la mayoría de las zonas sísmicas son áreas en dónde las montañas están en proceso de formación. En el "Anillo de Fuego" se registra, como término medio, un terremoto fuerte por año.
¿Cuáles son, entonces, las tierras "seguras" o relativamente a salvo de los sismos? En Suramérica, el Brasil en casi toda su extensión, el Uruguay y la Argentina, en la mayor parte de sus zonas más pobladas (excepto las provincias de San Juan y Mendoza), son los únicos países que están más o menos libres de temblores y terremotos. En la mayor parte de los Estados Unidos -al Este del río Misisipi-, del Canadá, Autralia, la India, Africa, Europa Septentrional y Rusia- la región norte de Siberia- también hay escasa turbulencia.
Como es de comprender, los habitantes de países propensos a los terremotos muestran un interés en este fenómeno, superior al resto de la humanidad. El origen de los terremotos no es un misterio. Vienen cuando el suelo se mueve con violencia o de un modo oscilatorio debido a un aumento de presiones contra la corteza terrestre. Sinembargo, casi se ignora la naturaleza de tales fuerzas: las profundas presiones que hacen que la corteza se combe o se deslice hacia una nueva posición y las vibraciones u ondas sísmicas que ese fenómeno genera y las cuales sacuden a todo el planeta.
FALLAS GEOLÓGICAS
Terremotos y temblores pueden provenir de dislocaciones súbitas de segmentos de la corteza, de erupciones volcánicas y según se ha descubierto recientemente, hasta de explosiones artificiales. Pero los más destructivos son los causados por dislocaciones. Estas ocurren a lo largo de fallas geológicas, algunas de las cuales han sido registradas en cartas marinas y estudiadas científicamente. Falla es una quiebra geológica. La más estudiada de todas es la de San Andrés, California (EE.UU.), de 1000 kilómetros de extensión, que se prolonga desde el norte de San Francisco hasta el Golfo de California. Cuando las presiones se acumulan, cada tres años, el suelo se mueve horizontalmente. Es decir, la superficie de un lado de la falla se mueve en una dirección y la del otro lado lo hace en sentido contrario. La falla de San Andrés es antiquísima. Algunos geólogos creen que tiene veinte millones de años, durante los cuales su movimiento no ha cambiado de dirección. Esto significa que las áreas a uno u otro lado de la falla, originalmente casi pegadas, se encuentran ahora 805 kilómetros distantes. El gran terremoto de San Francisco en 1906, fue ocasionado por una nueva separación de la Falla de San Andrés.
No todas las quiebras se mueven horizontalmente. Algunas resbalan verticalmente y otras, en ambas direcciones. A diferencia de la mayoría de las fallas, la de San Andrés es visible y puede ser observada. La mayoría de las quiebras tienen un foco profundo -entre 16 y 38 kilómetros-, pero muy pocas muestran señales superficiales tan evidentes como la de San Andrés.
En general, la profundidad focal de un terremoto - la distancia entre la superficie y el lugar dónde se originan las energías que producen el temblor - determina su destructividad. Aunque ha habido excepciones a la regla, mientras más profundo esté el foco más difuso (y por lo tanto menos catastrófico) será el temblor. Por lo tanto, los terremotos que se originan "en las entrañas" de la Tierra son menos peligrosos que aquellos cuyo foco se encuentra más cerca de la superficie.
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