martes, 1 de abril de 2014

LLAMAS POR COLOMBIA




 QUE EL FUEGO DE LA DESIDIA NO ACABE CON FAUNA 
Y FLORA COLOMBIANAS

LOS BOMBEROS TODAVÍA APAGAN CON BALDES INCENDIOS FORESTALES SIN CONTROL,
 Y EL FUEGO APAGA LA VIDA  DE CIENTOS DE ANIMALES Y PLANTAS IRRECUPERABLES



FOTO COLPRENSA
El balance de todo lo que Colombia ha debido invertir en la movilización del transporte de agua, hombres y tecnología para dominar los cientos de incendios que arden en invaluables zonas del país, donde los recursos en flora y fauna son únicos en el planeta y por ende de un valor inestimable, representa onerosos costos para el país, pero esta erogación no es nada si se compara con las pérdidas incalculables que, a comienzos de 2014, ha asumido en su megadiversidad natural.

Por ejemplo, en el devastador incendio forestal que asoló miles de hectáreas en Unguía, Chocó, –hace un año declarada reserva natural protegida- tenemos una dolorosa colección de plantas –trementinos, panganales, cativales- y animales silvestres entre aves, osos perezosos, osos de anteojos, manatíes, felinos, serpientes, caimanes, babillas, tortugas hicoteas, monos titíes y aulladores, además de diversas especies de pájaros que debieron pagar con su vida, porque según opiniones de expertos ambientalistas, en este instante en que el fuego está consumiendo grandes santuarios naturales, hay fallas en las alertas tempranas que blinden nuestra geografía y sus ecosistemas ante las, a veces, anunciadas o intempestivas  temporadas de calor extremo del clima actual.

Hoy, el control de pavorosas conflagraciones extendidas en bosques, selvas y amplias reservas naturales son un reto mundial para la humanidad,  que exige a las brigadas bomberiles estar muy bien preparadas y equipadas para acceder, si se puede, a estos difíciles sitios.  Puntos, donde los fuertes rayos solares o las acciones peligrosas de manos criminales le abren el camino a los destructores incendios. O, como en el caso de nuestro país, donde  cazadores furtivos de tortugas, al parecer, fueron los causantes de la emergencia en Unguía  que produjo el despertar de un arrasador incendio, el cual consumió, alrededor de once días, cerca de 3800 hectáreas del incomparable paraíso natural.

Lo triste de este desastre ambiental, según lo estiman expertos conservacionistas, es que pasarán décadas para que vuelvan a florecer especies de árboles nativas de la región y que lograrían su proceso de desarrollo y madurez por espacio de varios años.  Los gobiernos deben  hacer ingentes esfuerzos en recursos económicos y de educación para que se adopten -en acto y no en papel- planes de mitigación efectivos, además  de campañas de prevención, de adquisición de tecnología y disposición de fuentes de agua cercanas a los lugares vulnerables a los devastadores incendios.

Pero, mientras la Fuerza Aérea Colombiana ha hecho cientos de viajes y cerca de 55 descargas de agua – más de 34.032 galones-  con sus “Bamby Bucket” para conjurar el temible incendio de Unguía y otros incendios más, nuestros bomberos lo hacen todavía, tenemos que decirlo, ¡con las “uñas”!  ¡En pleno cambio climático! Entonces, ¿cómo preservar árboles y animales, si se trabaja con semejantes restricciones?

Cuando Colombia está padeciendo uno de los períodos más fuertes de sequías, ejemplo Boyacá, Sierra Nevada de Santa Marta, Casanare, Antioquia … Hay bomberos a quienes el techo de sus estaciones se les está viniendo encima, y no por causa del destructor fuego, sino porque continúan realizando sus labores profesionales en ominosas limitaciones.  Una actividad reconocida ahora en el país, según la reciente Ley de Bomberos 1575,  como un servicio público.



ARCHIVO EL HERALDO
Este es el caso de los casi diez bomberos voluntarios del municipio de Turbana (con más o menos quince mil habitantes), en el norte de Bolívar, situación parecida a otras tantas estaciones bomberiles en poblaciones del país. Es lamentable ver como tienen sus chaquetones raídos, sus botas rotas, sin cascos, mangueras remendadas, y sin un vehículo para controlar el fuego. ¡Todavía apagan los incendios forestales con baldes, machetes y ramas! La Comandante, Shirley Polo, del pequeño ejército combatiente del fuego de esta población, clama a todos los medios, porque la comunidad tenga un Cuerpo de Bomberos bien dotado, que pueda hacerle frente a las emergencias de conato de incendio y otras, como la población de Turbana lo merece y como la profesión de bomberos lo exige.

¿Será que Colombia debe quedar a expensas del fuego de la desidia,  y seguir pagando un alto precio en pérdida de especies de fauna y de flora irrecuperables?  Con este asfixiante panorama, no sólo los bomberos seguirán siendo los únicos desvalidos en estos reiterativos episodios de la historia de los desastres, en Colombia, sino que nuestro país, de continuar así, llegará a estar entre las naciones más pobres en riquezas naturales, porque ¡no hicimos nada! para defenderlo de los imbatibles incendios forestales, y mucho menos apoyamos a los buenos compatriotas que se profesionalizan para hacerlo, los bomberos.

( Clímaco Montes)




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