lunes, 2 de diciembre de 2019

COLOMBIA DEBE DAR EL "TIMONAZO" HACIA EL AMOR Y LA SOLIDARIDAD PARA PROGRESAR



EN EL PARO NACIONAL DEL 21N Y SUBSIGUIENTES MARCHAS, COLOMBIA ESCRIBE UNA DE SUS PEORES PÁGINAS EN VIOLACIONES A LA FUERZA PÚBLICA Y DAÑOS IRREPARABLES A SU ECONOMÍA…


“QUIÉN SE OPONE A LA AUTORIDAD SE REVELA CONTRA EL ORDEN DIVINO”


“¡Dios siempre puede más!”, dijo ante miles de creyentes católicos, San Juan Pablo II, en su visita a México en 1990. En ese viaje, también, instó a los jóvenes: Lleváis en vuestras manos como frágil tesoro, la esperanza del futuro. El Señor tiene su confianza en la savia nueva que late en cada joven, como promesa floreciente de vida. Por eso también deposita en vosotros una exigente responsabilidad en cuanto artífices de una nueva civilización, la civilización de la solidaridad y del amor entre los hombres”. San Juan de los Lagos, México, martes ocho de mayo de 1990.

A los fieles laicos los invitó a ser promotores artífices de reconciliación y paz para que así cesen los antagonismos y conflictos que caracterizan buena parte de las relaciones en el mundo.

Entender con estas palabras y mensajes del Sumo Pontífice San Juan Pablo II que ni genocidios, guerras y holocaustos han obtenido jamás respuestas triunfales en pro del bienestar social de las naciones y sí un terrible malestar de derrota y destrucción, con millones de valiosas vidas truncadas, donde los pueblos difícilmente logran su recuperación, demorándose largas décadas para lograrlo, porque su valioso capital: el hombre es su víctima principal. 

Sólo la búsqueda incansable de caminos más justos, de libertad, hermandad, solidaridad y amor entre los hombres, harán del mundo un lugar fértil, de logros, donde todos nos realicemos, con la ayuda de los dones dados por Dios a cada habitante de la tierra, sin excepción, para el progreso y la felicidad de las comunidades y de la familia humana.

El resentimiento, los prejuicios, las venganzas, las envidias hacia el otro, hacia mi prójimo, retroceden el avance positivo de los pueblos, de las familias, porque infortunadamente el corazón del hombre se está dejando gobernar por el odio y no por el amor que es, en últimas, lo que nos identifica como hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza.

“NOS RECORDÓ EL BOGOTAZO”

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Foto: La República
Los colombianos han sido y son un pueblo hospitalario. De gente optimista, alegre, amable, trabajadora, donde se refleja el espíritu de Dios. Una señora, Leonor Bustamante, fami-empresaria, no pudo contener las lágrimas cuando en una de las continuas manifestaciones, de los últimos días de noviembre en Bogotá, oía como una orquesta sinfónica universitaria de más de trescientos músicos reunida en un parque del norte de la capital, entonaba la canción “Colombia Tierra Querida” y con nostalgia y pesadumbre nos decía: “Esta es la otra cara de los disturbios vividos en este paro que, en su primer momento, nos recordó al “bogotazo”. ¡¡Eso no somos los colombianos!! Marchas ha habido siempre. En una democracia la gente siempre tiene algo que decir y todo vuelve a la normalidad. Pero…, en esta ocasión, parecía que el mundo se hubiera enloquecido. Se lanzaban ladrillos, piedras, palos a la fuerza pública que, prácticamente, estaba siendo “molida”, sin misericordia. ¡Ah! y los vidrios de los edificios de la alcaldía, su gobernación, el Capitolio, el comercio, completamente rotos. Era una embestida total contra el orden y la autoridad…”. 

“SI NO ES PORQUE DISPARAN LOS EXTINTORES…”

Héctor Murcia, profesional en Ciencia Forense y Criminalística dio su opinión sobre los temerarios sucesos padecidos no sólo en Bogotá, también en Cundinamarca,  Cali, Popayán, Santander y Medellín. “Todo el mundo puede apreciar en vídeos que circulan por la red como una turba furibunda y encapuchada se va contra los policías –mujeres y hombres jóvenes- apostados en el edificio del Icetex. Si no es porque disparan los extintores sobre los delincuentes, estos los hubieran casi que linchado, porque ya estaban encima de sus escudos.

“Cuentan que, al parecer, a estos sujetos les pagan para que arremetan de esa forma contra los servidores públicos, cuyo único delito es resguardar la seguridad ciudadana, la honra, bienes e integridad de los colombianos y que ello obedece a oscuros propósitos. ¡Dios nos guarde!”.

“POLICÍA PARA UN DÍA… POLICÍA PARA TODA LA VIDA”.



Lo cierto es que ante los ojos del mundo, sin pudor alguno, la opinión pública es testigo del ensañamiento contra los efectivos de la policía. Al punto que algunos medios de comunicación presentan el testimonio de uno de sus jóvenes oficiales, quien perdió un ojo al recibir una pedrada en una de las lamentables refriegas, el patrullero Walfren Enrique Narváez de 27 años. En el momento que era víctima del ataque feroz, escuchó las voces de sus atacantes que, con la mayor crueldad y sin un asomo de humanidad, al lanzarle la piedra en el ojo cantaban: ¡Goool! ¡Goool!... ¡Gooool!, como si se tratara de un inocente partido de fútbol. Pese a todo, con asombroso valor, manifestó a los periodistas: “Nunca dejaré de ser policía hasta que me muera. Policía para un día… Policía para toda la vida”.

Para el sociólogo Adair Puerto, lo paradójico del brutal episodio es que hoy las movilizaciones en el mundo son por el cambio climático y “mientras se atenta contra la vida de las especies animales y vegetales, ¡ahí sí!, la sensibilidad del hombre no tiene límites; pero ante el dolor humano, ante el que sufre injustamente pareciera importarnos muy poco o nada”.

Las protestas, según la institución policial, dejaron cerca de 345 uniformados heridos, con múltiples lesiones, muchos de los cuales casi medio muertos. Pero no bastando lo sucedido contra la Policía Nacional en Colombia, en la última semana del mes de noviembre en el paro, tres policías y una joven de quince años –promesa futura para el deporte nacional- fueron asesinados en Santander de Quilichao. En tanto que, en otra manifestación, en medio de disturbios, en Neiva, Huila, un policía de cuarenta y tres años, Alnoldo Verú, es impactado en la cabeza por una papa bomba, ocasionándole heridas en el rostro, cuello y mano.

Cuando el caos prima son muchas las víctimas que arrastra. Dilan Cruz,  recién graduado de bachiller perdió la vida en las protestas.

“ASEGURAR EL BIEN COMÚN DE LA SOCIEDAD”

Los trabajadores limpian vidrios rotos de una estación de autobuses dañada por manifestantes antigubernamentales en Bogotá, Colombia, el viernes 22 de noviembre de 2019.  (AP Foto  / Fernando Vergara)
Foto: AP Fernando Vergara
  
Para saber qué importancia tiene la autoridad en una sociedad nos remitimos al Catecismo de la Iglesia Católica que, en su artículo dos Participación de la Vida Social, Inciso I, en su numeral 1897, señala acerca de la autoridad: “Se llama autoridad la cualidad en virtud de la cual personas o instituciones dan leyes y órdenes a los hombres y esperan la correspondiente obediencia.

El numeral 1898 indica: “Toda comunidad humana necesita una autoridad que la rija (CF. León XIII, encíclica “Inmortale dei”; encíclica “Diu Turnum Illut”). Esta tiene su fundamento en la naturaleza humana. Es necesaria para la unidad de la sociedad. Su misión consiste en asegurar en cuanto sea posible el bien común de la sociedad.

En cuanto al numeral 1899 explica: La autoridad exigida por el orden moral emana de Dios: “Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas. De modo, quien se opone a la autoridad, se revela contra el orden divino, y los rebeldes se atraerán sobre sí mismos la condenación”. (Rm 13, 1-2; CF.1 P 2, 13-17).

En la penúltima semana de noviembre, una de las más tenebrosas para la historia de Colombia, los instigadores, insertados en las protestas, realizaron actos de turbación del orden, saqueando supermercados, negocios comerciales, entidades bancarias, 101 estaciones de Transmilenio destruidas. Además de prenderle fuego a la alcaldía de Facatativá y también quemas de conteiners y llantas en Suba, Bogotá, en donde los vehículos de bomberos fueron apedreados por la turba, sin poder contener los peligrosos conatos que durarían hasta entrada la media noche.  Así mismo la destrucción de la infraestructura de la Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Bogotá, la Capilla del Sagrario, la Plaza de Bolívar, el Congreso, el Palacio de  Justicia,  etcétera. Llegando a un billón de pesos las pérdidas económicas por estos asaltos, que lamentablemente pasarán su injusta cuenta a los bolsillos de los desprevenidos ciudadanos.

¿ADÓNDE VAMOS?

Al decir de los promotores del paro nacional lo que querían eran ser escuchados por el gobierno del Presidente Iván Duque Márquez, quien propuso convocar a los sectores inconformes a una conversación nacional que se viene adelantando.
  
Sin embargo, hay voces de historiadores, politólogos y partidarios de la democracia que se alzan pesimistas frente a lo ocurrido en Colombia. Aseguran que América Latina está viviendo una etapa de insurrección que va para otro Chile.  Una de estas voces  es la del experto en Seguridad y Defensa Nacional, la del ex senador Alfredo Rangel. Estas son algunas de sus apreciaciones en diálogo que sostuvo con un destacado medio de comunicación radial nacional, en donde  aseguró lo siguiente: “Es un designio político para tumbar al gobierno. Para debilitarlo, para hacerlo colapsar. Aquí hay una motivación política que se disfraza, obviamente, en una serie de reivindicaciones sociales. Se disfraza mal disfrazada, porque todas las consignas que se agitaron para movilizar a la gente el día del paro eran absolutamente falaces.

“Ya se ha repetido hasta el cansancio que era en contra de una reforma laboral o pensional que no existía. Esto no es cuestión de un día, del día 21 de noviembre. Esto viene de tiempo atrás. Desde el primer día de gobierno del presidente Duque, se amenazó a este gobierno con tener la gente movilizada en las calles protestando. El mismo día de posesión del presidente Duque se organizaron 80 movilizaciones en ciudades capitales, ciudades intermedias, y pequeños poblados en el país.

“Las cifras hablan de cerca de 600 movilizaciones, concentraciones de todo tipo durante este año en Bogotá, otras cifras hablan de doscientas movilizaciones en todo el país, en los primeros cuatrocientos días del gobierno del presidente Duque. Más o menos una movilización cada dos días. Esto tenía como punto culminante el paro nacional del 21 de noviembre. Esto es parte de un plan sistemático, de un propósito político de sectores radicales de extrema izquierda para debilitar y tumbar el gobierno.

“Lo que empezó a suceder el 21 de noviembre ya es un paso del Escalamiento de esa estrategia. Un paso ya para generalizar la violencia, para crear una situación de anormalidad crónica, de crispación, de miedo, a través  de una estrategia muy bien conocida en la teoría de seguridad como Insurrección Molecular Disipada. Pequeños núcleos bien organizados y dispuestos crean el caos en el caso de Bogotá o en Cali, a través de una acción vandálica promovida, de una manera planificada, coordinada, muchos sitios dispersos en toda la ciudad y van esos grupos atentando contra las infraestructuras, puntos neurálgicos de la ciudad, para generalizar el caos. Poner la ciudad en una situación  de absoluta intranquilidad, de miedo y de violencia. Lo que vimos el 21 y en los días subsiguientes, porque esta estrategia no para ahí. Quieren reemplazar la agenda del gobierno por su propia agenda. En la medida en que se van dando concesiones de parte del gobierno va a seguir dando un escalamiento. Esto tiene tres fases, esa estrategia de insurrección molecular disipada: el Escalamiento, el Copamiento y la Saturación.

“La segunda fase es la de Copamiento. Sectores de la ciudad comienzan a ser controlados por estos grupos vandálicos, que van a impedir el ingreso de la fuerza pública. Esto lo estamos viendo en Chile. La tercera etapa es la Saturación, el caos generalizado. El gobierno pierde el control y se ocasiona una crisis política de grandes dimensiones.

"Se enfrentan dos fuerzas: una poderosa el Estado con su fuerza pública, y unos grupos pequeños minoritarios, débiles, que por vía subjetiva, de publicidad, de ataque, haciendo ver a la fuerza pública como una fuerza atrabiliaria, el malo de la película, que hace uso de una fuerza excesiva, de manera no protocolaria y se habla de las manifestaciones, pero de la policía herida nadie habla…”.

260.000 EMPLEOS NO SE MATERIALIZARON PARA LA ÉPOCA DECEMBRINA

El balance por la parálisis sufrida en la actividad comercial, en especial, para la  ciudad de Bogotá produjo un daño irreparable. De acuerdo con el  doctor Jaime Alberto Cabal, Presidente de Fenalco, quien expresó a los medios de comunicación que al comercio le ocasionaron pérdidas irrecuperables. “Día que se pierde no vuelve. Impacta la economía, aparte del alto desempleo que hay en Colombia, uno de los más altos de América Latina. Las mesas de diálogo son bienvenidas, pero el camino correcto es el Congreso para debatir y solucionar”.

Para el ejecutivo gremial, los días en que se presentaron las manifestaciones hoteles y restaurantes dejaron de vincular a 260.000 trabajadores nuevos a la fuerza laboral. “Obviamente, muchos comerciantes están pensando seriamente en esa decisión y la afectada es la gente que quiere trabajar y no va a poder lograrlo. (Textoa: Magnolia Patricia Rivas)

   




 

 

 


  


 
  



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