LA CASA DE LA FAMILIA RANGEL UNA TRAMPA MORTAL..
NI EL FUEGO PUDO SEPARAR A ESTA FAMILIA CUCUTEÑA
Así murieron: abrazados. ¡Hasta el final el amor los unió! Porque la muerte, en este tenebroso caso, con sus negros episodios de desespero e impotencia, no fue la barrera para separarlos. En familia sufrieron, rieron, lloraron, gozaron. Juntos, inseparables, cogidos de la mano, en un abrazo eterno viajaron al más allá.
Los colombianos deploramos la forma
como esta hermosa familia se extinguió. Es absurda su muerte.
En el vídeo de You tube que la
familia Rangel subió Carta de Navidad,
muestran su amor por la Natividad. Cada uno de ellos colaboraba con alegría
para completar pieza por pieza el pesebre en donde entonarían sus villancicos.
Un pesebre que quizá, por muchos
años, los acompañó, los alumbró y les comunicó la unidad de que debe gozar cada
célula familiar, en la espera del Salvador del mundo, el Niño Jesús.
Además de afectar otros hogares con la pérdida irremediable de dos madres de
familia: Luz Estela Amaya y Ana Benilda Becerra,
encontradas en dos de estas viviendas carbonizadas por el fuego.
“SALVAVIDAS DE EXTINCIÓN”
Hoy cobran mayor importancia las
campañas de prevención que, durante más de seis décadas el medio, revista
LLAMAS, ha divulgado en pro de las medidas de seguridad que debemos adoptar en
todas las áreas en que se desenvuelve nuestro quehacer humano.
Y muchas son las preguntas que hoy
nos asaltan: ¿Disponían en esos hogares
devastados por el fuego de elementos de extinción, como por ejemplo extintores,
alarmas de incendio o “sprinklers” para confinar cualquier conato de incendio
que amenazara su supervivencia y sus bienes?
Nuestro amigo bombero, Servibien,
nos contó a los editores de LLAMAS, con lágrimas en los ojos por la muerte de
estos buenos colombianos: “Es cierto que
nuestra cultura en prevención, al parecer, o es limitada o resignada. Fuera de
no contar con los necesarios recursos o conocimiento suficiente que nos conduzca a adquirir importantes ‘salvavidas de extinción’ como, por
ejemplo, en Estados Unidos, en donde sus casas, algunas de ellas construidas en
madera y otros materiales combustibles en su interior, hacen que sus moradores
posean esta clase de aditamentos”.
¿Nuestros bomberos realizan esporádicos recorridos en barrios, localidades,
urbanizaciones, condominios, municipios, para monitorear las fallas
estructurales en su planeación urbanística, o defectos en las mismas viviendas,
con el fin de prevenir a sus residentes sobre los peligros de incendio que
puedan afectarlas?
¿Las autoridades –alcaldías, gobernaciones, entidades oficiales de
rescate, desastres, de gestión del riesgo, en unión con los Cuerpos de
Bomberos, están adelantando campañas educativas entre la población para que no
se descuide y viva más segura en sus viviendas, ahora más que nunca, con los
obligados confinamientos a causa de los virus que nos amenazan por doquier?
Porque en todo momento y más en estas cuarentenas es evidente que en los
hogares acontezcan accidentes de distinta naturaleza y emergencias por incendio o explosión que
nadie podría advertir o imaginar.
Empero, en asuntos relacionados con
los temas de prevención hay que persistir con campañas de seguridad en los
hogares, adelantadas por los organismos bomberiles, de emergencia y socorro,
donde con herramientas educativas realicen simulacros y se oriente a las
familias para tener hogares seguros.
Es que el fuego suele aparecer sin hacer enorme ruido, sin grandes
anuncios, ni llamativos letreros, para advertir: “Estoy aquí y vengo a arruinarles sus vidas,
bienes y propiedades”. ¡No! Este se desliza, cual sigilosa pantera, cuando
se configuran las condiciones que le preparan el camino.
Aprovecha nuestra excesiva
confianza. El no adoptar medidas básicas de seguridad –revisión de
instalaciones, o cables eléctricos deteriorados y otros equipos-.
¿QUÉ NOS ENSEÑA LA ABSURDA Y LAMENTABLE MUERTE DE LA FAMILIA RANGEL,
ADEMÁS DE DOS MADRES DE FAMILIA Y LOS CERCA DE DIEZ HERIDOS, ALGUNOS DE ELLOS CON QUEMADURAS DE
SEGUNDO GRADO, DEL BARRIO LA CASTELLANA, EN CÚCUTA?
Tristemente la seguridad que
implementó la familia Rangel en su vivienda para protegerse de posibles
intrusos o amigos de lo ajeno, se devolvió, al parecer, contra ellos mismos. En el momento
de querer escapar del furioso incendio y de su humo asfixiante se encontraron
atrapados en una trampa mortal. Balcones, patio interior, etcétera, tenían
rejas, impidiéndoles su inmediata evacuación. Además, según versiones de
vecinos, el techo del porche de la casa
estaba siendo abrazado por el fuego, desde donde hubieran podido saltar y
salvarse.
Los primeros indicios de la
investigación sobre lo qué pasó señalan que, posiblemente, el incendio inició
en el porche de la vivienda de los Rangel, de donde se extendió a dos casas
contiguas. También se cree que las luces del pesebre presentaron un corto
circuito. Hoy materia de investigación por parte de la
Policía Judicial, el CTI, fiscalía y bomberos.
El teniente Pedro Márquez,
Comandante Cuerpo de Bomberos Voluntarios Cúcuta manifestó a los medios que fue
difícil el rescate, por cuanto los vehículos estacionados en esas casas estaban
siendo consumidos por el fuego, impidiendo el acceso a las residencias. …”Además
las rejas, por efecto de la temperatura, habían colapsado y los rieles no
permitían abrir. Tuvimos que entrar a la fuerza”.
Los bomberos llegaron al lugar con
cinco máquinas extintoras y veinte hombres, quienes lucharon con el incendio
por lo menos tres horas hasta vencerlo. (Editores Llamas)
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