lunes, 11 de enero de 2021

EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS ATENCIÓN: ¡ADELANTEMOS CAMPAÑAS DE SEGURIDAD EN LOS HOGARES! NOS ENSEÑA LA DOLOROSA TRAGEDIA DEL INCENDIO EN BARRIO LA CASTELLANA, EN CÚCUTA, NORTE DE SANTANDER

 


LA CASA DE LA FAMILIA RANGEL UNA TRAMPA MORTAL..

 

NI EL FUEGO PUDO SEPARAR A ESTA FAMILIA CUCUTEÑA

Así murieron: abrazados. ¡Hasta el final el amor los unió! Porque la  muerte, en este tenebroso caso, con sus negros episodios de desespero e impotencia, no fue la barrera para separarlos. En familia sufrieron, rieron, lloraron, gozaron.  Juntos, inseparables, cogidos de la mano, en un abrazo eterno viajaron al más allá.

Los colombianos deploramos la forma como esta hermosa familia se extinguió. Es absurda su muerte.

En el vídeo de You tube que la familia Rangel subió Carta de Navidad, muestran su amor por la Natividad. Cada uno de ellos colaboraba con alegría para completar pieza por pieza el pesebre en donde entonarían sus villancicos.

Un pesebre que quizá, por muchos años, los acompañó, los alumbró y les comunicó la unidad de que debe gozar cada célula familiar, en la espera del Salvador del mundo, el Niño Jesús.


Un Belén perpetuo porque, seguramente, aunque esta bella familia colombiana compuesta por Nelson Enrique Rangel, padre, docente de la Institución Educativa Julio Pérez Ferrero, Eliana Rangel, esposa y Daniela, Nicolás y Juan, sus hijos, jamás volverán en los diciembres a encender su hermoso pesebre, que en las moradas eternas seguirá alumbrándolos por siempre.

Además de afectar otros hogares  con la pérdida irremediable de dos madres de familia: Luz Estela Amaya y Ana Benilda Becerra, encontradas en dos de estas viviendas carbonizadas por el fuego.

“SALVAVIDAS DE EXTINCIÓN”


Incendio en el barrio La Castellana, Cúcuta. Foto Juan P. La Opinioninvestigacióncti.

Hoy cobran mayor importancia las campañas de prevención que, durante más de seis décadas el medio, revista LLAMAS, ha divulgado en pro de las medidas de seguridad que debemos adoptar en todas las áreas en que se desenvuelve nuestro quehacer humano.

Y muchas son las preguntas que hoy nos asaltan: ¿Disponían en esos hogares devastados por el fuego de elementos de extinción, como por ejemplo extintores, alarmas de incendio o “sprinklers” para confinar cualquier conato de incendio que amenazara su supervivencia y sus bienes?

Nuestro amigo bombero, Servibien, nos contó a los editores de LLAMAS, con lágrimas en los ojos por la muerte de estos buenos colombianos: “Es cierto que nuestra cultura en prevención, al parecer, o es limitada o resignada. Fuera de no contar con los necesarios recursos o conocimiento suficiente  que nos conduzca a adquirir importantes ‘salvavidas de extinción’ como, por ejemplo, en Estados Unidos, en donde sus casas, algunas de ellas construidas en madera y otros materiales combustibles en su interior, hacen que sus moradores posean esta clase de aditamentos”.

¿Nuestros bomberos realizan esporádicos recorridos en barrios, localidades, urbanizaciones, condominios, municipios, para monitorear las fallas estructurales en su planeación urbanística, o defectos en las mismas viviendas, con el fin de prevenir a sus residentes sobre los peligros de incendio que puedan afectarlas?

¿Las autoridades –alcaldías, gobernaciones, entidades oficiales de rescate, desastres, de gestión del riesgo, en unión con los Cuerpos de Bomberos, están adelantando campañas educativas entre la población para que no se descuide y viva más segura en sus viviendas, ahora más que nunca, con los obligados confinamientos a causa de los virus que nos amenazan por doquier?

Porque en todo momento y más en estas cuarentenas es evidente que en los hogares acontezcan accidentes de distinta naturaleza  y emergencias por incendio o explosión que nadie podría advertir o imaginar.

Empero, en asuntos relacionados con los temas de prevención hay que persistir con campañas de seguridad en los hogares, adelantadas por los organismos bomberiles, de emergencia y socorro, donde con herramientas educativas realicen simulacros y se oriente a las familias para tener hogares seguros.

Es que el fuego suele aparecer sin hacer enorme ruido, sin grandes anuncios, ni llamativos letreros, para advertir: “Estoy aquí y vengo a arruinarles sus vidas, bienes y propiedades”. ¡No! Este se desliza, cual sigilosa pantera, cuando se configuran las condiciones que le preparan el camino.

Aprovecha nuestra excesiva confianza. El no adoptar medidas básicas de seguridad –revisión de instalaciones, o cables eléctricos deteriorados y otros equipos-.

¿QUÉ NOS ENSEÑA LA ABSURDA Y LAMENTABLE MUERTE DE LA FAMILIA RANGEL, ADEMÁS DE DOS MADRES DE FAMILIA Y LOS CERCA DE DIEZ HERIDOS, ALGUNOS DE ELLOS CON QUEMADURAS DE SEGUNDO GRADO, DEL BARRIO LA CASTELLANA, EN CÚCUTA?


Foto Juan P. La Opinióninvestigacióncti

Tristemente la seguridad que implementó la familia Rangel en su vivienda para protegerse de posibles intrusos o amigos de lo ajeno, se devolvió, al parecer, contra ellos mismos. En el momento de querer escapar del furioso incendio y de su humo asfixiante se encontraron atrapados en una trampa mortal. Balcones, patio interior, etcétera, tenían rejas, impidiéndoles su inmediata evacuación. Además, según versiones de vecinos,  el techo del porche de la casa estaba siendo abrazado por el fuego, desde donde hubieran podido saltar y salvarse.

Los primeros indicios de la investigación sobre lo qué pasó señalan que, posiblemente, el incendio inició en el porche de la vivienda de los Rangel, de donde se extendió a dos casas contiguas. También se cree que las luces del pesebre presentaron un corto circuito.  Hoy  materia de investigación por parte de la Policía Judicial, el CTI, fiscalía y bomberos.

El teniente Pedro Márquez, Comandante Cuerpo de Bomberos Voluntarios Cúcuta manifestó a los medios que fue difícil el rescate, por cuanto los vehículos estacionados en esas casas estaban siendo consumidos por el fuego, impidiendo el acceso a las residencias. …”Además las rejas, por efecto de la temperatura, habían colapsado y los rieles no permitían abrir. Tuvimos que entrar a la fuerza”.

Los bomberos llegaron al lugar con cinco máquinas extintoras y veinte hombres, quienes lucharon con el incendio por lo menos tres horas hasta vencerlo. (Editores Llamas)

 

 

 

 


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