¿PARA DÓNDE VA COLOMBIA?
¡AUTORIDAD Y MÁS AUTORIDAD!
Incinerado un articulado MIO, foto El Pais de Cali
¡Que Dios nos tenga de su mano!
Porque ya no sólo la temible y mutante pandemia nos está devorando la salud, la
vida y nuestra muy menguada economía. Ahora, como si fuera poco, aparece otro ‘bicho’ que
no sólo atenta contra todo lo que le disgusta y estorba a sus oscuros
propósitos, acabando con la autoridad pública, destruyendo la movilidad, la
dinámica y la actividad económica, corazón por donde palpita la vida y
supervivencia de la Colombia empresarial y trabajadora.
El desorden que padeció ayer 28 de
abril ciudades como Bogotá, Cali y Medellín tiene su origen y es activado por
otro cada vez más agresivo ‘bicho’ que es conocido en los Servicios de
Inteligencia colombianos como ‘Operación Avispa’ del vandalismo.
Una furiosa y peligrosa avispa que
tiene azotado a Colombia, para la cual no existen vacunas que nos inmunicen
contra su aguijón destructor. Cuando ataca lo hace en manada y siembra el
pánico, el terror para desestabilizar el país.
Sus pretensiones no son otras que
socavar la sana democracia, la sana convivencia y causar estragos a nuestra ya muy
flagelada economía.
¡No! ¿Creen ustedes, amigos
lectores, que la destrucción y quema desenfrenada de articulados MIO en Cali y
Transmilenio en Bogotá – además de estaciones vandalizadas, ataques a edificios
públicos –bancos y empleados amenazados. Oficinas de catastro y el Templo de la
Moda en Cali, fuente de trabajo de más de tres mil mujeres, en su mayoría
cabeza de familia.- Almacenes de cadena saqueados, además de ciudadanos
lesionados, una fuerza pública herida y disminuida sea a favor de la
prosperidad y el trabajo en libertad de los colombianos?
Las pérdidas, por ejemplo, en Cali,
según su alcalde Jorge Iván Ospina, están alrededor de ochenta mil millones de
pesos con catorce vehículos del MIO destruidos, 14 articulados incinerados. 23
cámaras de fotomulta dañadas a punta de golpes con palos y piedras. Y atentados
contra la cultura. La estatua de Sebastián de Belalcázar arrastrada por el
piso. Las de Bogotá son considerables: 163 buses del sistema troncal y 69 del
zonal destruidos y 36 estaciones devastadas.
Ahora sólo nos queda concluir, lo
cual se ha vuelto costumbre que, cada vez, que hablan de realizar marchas pacíficas,
estás son aprovechadas por las fuerzas caóticas del mal como su telón perfecto
tras del cual se ocultan para luego asaltar y
amedrentar a una ciudadanía indefensa y acorralada que, quizá ya cansada por
tratar de salvar sus inestables trabajos, por no naufragar en la cada vez más difícil
lucha por su supervivencia, ¡no aguante más! ¡Despierte! Y, como hoy en las
redes sociales se oigan voces que claman con coraje y desespero: “Necesitamos que la autoridad, sea más
autoridad. Haga valer nuestros derechos constitucionales. Se respete nuestra
vida, libertad para movilizarnos y para trabajar”.
Colombia no puede sucumbir en medio
de estos nefastos e insólitos verdugos: la avispa devastadora, detrás de la
cual están los avispones y el Covid, con su séquito de linajes y multiplicidad
de cepas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario