jueves, 29 de abril de 2021

EN TIEMPOS DE PANDEMIA SE LEVANTAN VOCES VALIENTES EN COLOMBIA QUE CLAMAN: ¡AUTORIDAD Y MÁS AUTORIDAD!

 

 

¿PARA DÓNDE VA COLOMBIA?

¡AUTORIDAD Y MÁS AUTORIDAD!



Incinerado un articulado MIO, foto El Pais de Cali

¡Que Dios nos tenga de su mano! Porque ya no sólo la temible y mutante pandemia nos está devorando la salud, la vida y nuestra muy menguada economía. Ahora,  como si fuera poco, aparece otro ‘bicho’ que no sólo atenta contra todo lo que le disgusta y estorba a sus oscuros propósitos, acabando con la autoridad pública, destruyendo la movilidad, la dinámica y la actividad económica, corazón por donde palpita la vida y supervivencia de la Colombia empresarial y trabajadora.

El desorden que padeció ayer 28 de abril ciudades como Bogotá, Cali y Medellín tiene su origen y es activado por otro cada vez más agresivo ‘bicho’ que es conocido en los Servicios de Inteligencia colombianos como ‘Operación Avispa’ del vandalismo.

Una furiosa y peligrosa avispa que tiene azotado a Colombia, para la cual no existen vacunas que nos inmunicen contra su aguijón destructor. Cuando ataca lo hace en manada y siembra el pánico, el terror para desestabilizar el país.

Sus pretensiones no son otras que socavar la sana democracia, la sana convivencia y causar estragos a nuestra ya muy flagelada economía.


El Templo de la Moda en Cali destrozado 

¡No! ¿Creen ustedes, amigos lectores, que la destrucción y quema desenfrenada de articulados MIO en Cali y Transmilenio en Bogotá – además de estaciones vandalizadas, ataques a edificios públicos  –bancos y empleados amenazados. Oficinas de catastro y el Templo de la Moda en Cali, fuente de trabajo de más de tres mil mujeres, en su mayoría cabeza de familia.- Almacenes de cadena saqueados, además de ciudadanos lesionados, una fuerza pública herida y disminuida sea a favor de la prosperidad y el trabajo en libertad de los colombianos?

Las pérdidas, por ejemplo, en Cali, según su alcalde Jorge Iván Ospina, están alrededor de ochenta mil millones de pesos con catorce vehículos del MIO destruidos, 14 articulados incinerados. 23 cámaras de fotomulta dañadas a punta de golpes con palos y piedras. Y atentados contra la cultura. La estatua de Sebastián de Belalcázar arrastrada por el piso. Las de Bogotá son considerables: 163 buses del sistema troncal y 69 del zonal destruidos y 36 estaciones devastadas.


Foto El País de Cali

Ahora sólo nos queda concluir, lo cual se ha vuelto costumbre que, cada vez, que hablan de realizar marchas pacíficas, estás son aprovechadas por las fuerzas caóticas del mal como su telón perfecto tras del cual se ocultan para luego asaltar y amedrentar a una ciudadanía indefensa y acorralada que, quizá ya cansada por tratar de salvar sus inestables trabajos, por no naufragar en la cada vez más difícil lucha por su supervivencia, ¡no aguante más! ¡Despierte! Y, como hoy en las redes sociales se oigan voces que claman con coraje y desespero: “Necesitamos que la autoridad, sea más autoridad. Haga valer nuestros derechos constitucionales. Se respete nuestra vida, libertad para movilizarnos y para trabajar”.

Colombia no puede sucumbir en medio de estos nefastos e insólitos verdugos: la avispa devastadora, detrás de la cual están los avispones y el Covid, con su séquito de linajes y multiplicidad de cepas.    

 

 

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