¿ ‘LA LEY DEL MÁS FUERTE’… NO ES ACASO LA LEY DEL MÁS DÉBIL ?
Dado que el
planeta tierra es, hoy por hoy, el blanco de incontables desastres naturales
entre inundaciones, huracanes, tornados, tsunamis, movimientos sísmicos,
erupciones volcánicas, como las ocurridas
recientemente en Guatemala con su volcán Pacaya y el Etna, en Italia, e
incendios forestales, las poblaciones más expuestas han aprendido a ser
resilientes, preparándose conscientemente para evacuar o para hacer de sus
viviendas refugios seguros donde preservar sus vidas, por encima de sus
posesiones materiales.
Es claro,
que los albures y riadas que, frecuentemente, golpean nuestro planeta son un
desahogo de la energía concentrada en este pequeño globo terráqueo. Producen
mucha destrucción pero su acción no está determinada por un cálculo racional,
premeditado. ¡Noo!!! Es la liberación propia de sus incontenibles fuerzas
naturales.
La
naturaleza es sabia. Se convulsiona, pero se reconstruye. La naturaleza y sus
embates salen indemnes de cualquier juicio, de cualquier señalamiento humano.
No así las actuaciones salidas de manos
humanas.
¿Qué nos
conduce a esta reflexión? Los hechos rechazables que llevan a algunos a
lesionar la libertad de sus congéneres, sin siquiera conocerlos y sin motivo
alguno más que el uso desbocado de la fuerza. Su lema es sin lugar a dudas:
aquí vence ‘LA LEY DEL MÁS FUERTE’. Siendo seres racionales provocan acciones
irracionales, fríamente calculadas y premeditadas. En donde algunos hombres
están a un nivel por debajo de cualquier fiera salvaje, porque el animal obra
por instinto y por sobrevivencia.
¿QUÉ CONDUCE AL HOMBRE A ACTUAR ASÍ?
Entonces
impulsado por sus descontroladas inclinaciones, en donde prevalece un ser sin
sentimientos, sin corazón, sin buen uso de razón y sin alma. ¿Qué conduce al
hombre a actuar así? Esto nos contesta el profesor en Humanismo y Ciencias Religiosas,
Teodoro Núñez: “Pienso cuando nuestros antepasados primitivos arrastraban a sus
mujeres por los cabellos para llevarlas a sus cuevas. Lo hacían porque era su
forma de reafirmar su supremacía ante su pareja y el entorno natural hostil que
lo rodeaba. Son cientos de años que nos separan de estos nuestros antepasados,
pero el comportamiento actual de algunos hombres es peor, es del todo
censurable, cuando estamos en una era cultural, tecnológica y educativa sin precedentes.
“Con el tiempo, para hacerse a terrenos y asentar allí su vida y la de sus clanes guerreaba para disputarse esas tierras. Luego las técnicas bélicas se sofistican entre países para ostentar su poderío reinante y armamentista. Sus enfrentamientos no son desiguales.
“Pero,
mirando lo que pasa aquí en Colombia es más duro e inaceptable cuando las hostilidades
se producen entre hijos de una misma nación, haciendo uso de las armas menos
convencionales, más artesanales, pero no menos letales. Es el pueblo contra el
mismo pueblo. Dañando con sevicia lo que es de utilidad y servicio para toda la
comunidad.
“Unos
movidos por intereses nada altruistas como saquear, incendiar, bloquear y
sembrar el terror y el temor. Otros impulsados por su loable tarea de mantener
el orden, la seguridad y la vida. Como nos enseñó el Maestro de maestros,
cuando piso nuestro suelo hace dos mil años: ‘Un reino en guerra civil va a la
ruina y se derrumba casa por casa’ (Lucas 11, 14-23) S. Biblia. Sabia expresión
que nos confirma porque Jesús hizo Su alianza de Amor con los hombres, al donar
su vida por amor a nosotros en la Cruz para salvarnos. Para demostrarnos que si
en la vida sembramos lo contrario a su Ley de Amor, nos dejamos enceguecer por
el odio, la venganza, lo malo, en ese momento nos deshumanizamos y convertimos
nuestras vidas en verdaderos infiernos, donde más pierden quiénes se dejan
dominar por tales inclinaciones. La historia así lo demuestra, la maldad nunca
triunfa y los pueblos pudiendo desarrollarse en paz se pierden de esa gran
oportunidad. La violencia y la tiranía son de hecho derrotas del hombre carente
de toda espiritualidad”, concluye el académico.
¡SE ENGAÑAN!
Aquí surge
otra frase que nos hace reflexionar en si vivimos esta verdadera y
estremecedora afirmación: “En
el ocaso de nuestras vidas seremos juzgados por nuestras obras de amor”.
Y esta aplica tanto para ricos como para pobres, feos y bellos, altos y bajos, delgados o gordos, etcétera.
Y, aunque
algunos crean saborear el valor de la victoria al ejercer la equivocada ‘LEY
DEL MÁS FUERTE’, ¡se engañan! Por allá, esculcando en lo más profundo de sus
conciencias, lo divino que no es ajeno a
nadie, porque todos, aun cuando algunos traten de negarlo, somos creación de
Dios, no deja de perseguirnos y recordarnos que lo actuado sin dirección, con insensatez,
causando todo el daño posible, ¡no está bien!
Tristemente,
en estos momentos, vemos como Colombia se desmorona. Padecemos una verdadera
intifada en la tierra que nos vio nacer. Donde, alguna vez, con nuestras
sencillas familias respiramos y vivimos en libertad. Ahora nos sentimos
encadenados porque nos duele cada golpe que recibe, porque lo recibimos todos
los colombianos. Lo cierto es que hemos visto pasar nuestras existencias
aportando con nuestra humilde labor diaria lo mejor y lo más bello para vivir
en paz, seguridad y libertad.
Pero ahora manos
inescrupulosas, pirómanas, sin dolor de Patria, no se levantan para bendecir,
acariciar, amar construir, sino están dispuestas a lanzar la bomba incendiaria,
la papa explosiva o la piedra arreglada
de pólvora gris, tachuelas y demás objetos cortantes. Instrumentos que cumplirán
sus objetivos perversos de herir o matar, dizque a un enemigo desconocido, a un
inocente. ¡A un hermano colombiano!
En este
oscuro escenario surgen los potentes chorros
maniobrados por las manos de los
bomberos que salvaron la vida de miles de habitantes de Yumbo, Valle del Cauca,
porque en medio de las revueltas se
produce la explosión de un cilindro de gas, cerca a la subestación Primax, amenazando con alcanzar los
tanques de almacenamiento de combustible y gas de Ecopetrol.
Bogotá, no
es ajeno a los disparatados ataques. Sin embargo el corazón se regocija cuando
un noticiero colombiano en su franja del medio día emite una nota que nos llena
de alborozo, de esperanza. Desearía uno que, en momentos como estos, fuera la
información de apertura de todos los noticieros. Se trata de una mujer menuda,
de edad mediana, madre cabeza de familia de cinco hijos, que va por las calles
de la capital, con su escoba y bote de basura. El periodista y su camarógrafo
la siguen, entusiasmados, porque ella es la cara positiva en medio del desorden
y los destrozos.
A las tres
de la mañana comienza su faena de limpieza.
Cantando depura las calles del peso de tanta iniquidad. Ella nos deja
una lección. Asegura que mientras unos destruyen, otros como ella se preocupan
por construir con su humilde trabajo. “Sudando de verdad”, dice. Convencida de
que todo lo bueno que uno quiera lograr en la vida, lo puede realizar. “Jesús
nos ayuda y nos bendice”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario