EN LA OLA DEVASTADORA DE VALENCIA, ALERTAS TARDÍAS AHOGARON VIDAS EN EL LODO DE LA IMPROVISACIÓN
En este mes de noviembre conmemoramos en Colombia 39 años de un episodio calamitoso e imborrable que sepultó un pueblo entero, la avalancha de Armero, Tolima. Los periodistas de revista LLAMAS nos solidarizamos con nuestros hermanos chocoanos, guajiros, antioqueños, bogotanos y de otras regiones del país, por los eventos catastróficos que están padeciendo, a causa de las superlativas tempestades invernales, que, sin piedad, vienen arrasando con cultivos, animales y viviendas, trayendo más pobreza, enfermedad y hambre a sus pobladores.
Más de la mitad de los municipios de nuestro país -700- en alerta roja por temibles inundaciones y sólo nos resta rogar al cielo para que no sea, la variabilidad, no en el clima, sino en el indelicado manejo de los billonarios recursos del presupuesto nacional, orientados a solventar las calamidades humanitarias, los que se conviertan en los verdaderos desastres, superando los eventos cataclísmicos del momento.
Que su destino no sea correr, desbordarse y extraviarse, como los ríos sin rumbo fijo y, sí vayan, directamente, a colocarle el techo a los destechados, secando las profusas lágrimas de un pueblo que es duramente golpeado, sin previo aviso, por los convulsionados movimientos de la erosianada naturaleza, sumergiéndolo en la miseria, el abandono y la hambruna. Recordemos, ellos son colombianos que hacen historia. Eligen a los que los aman y se preocupan por su bienestar y que, hoy, se enfrentan a dos fuegos: a los enemigos de la paz y a la estropeada Madre Tierra. ¡No nos aprovechemos de su indefensión!
Lo acaecido en la catástrofe de Valencia, España, nos obliga a solidarizarnos, también, con el pueblo ibérico y hacer un paralelo de la trágica oleada fangosa con nuestros más dolorosos recuerdos de lo vivido en Armero, en Gramalote, entre otros aludes. Y lo que está sucediendo en tierras fértiles colombianas por las feroces inundaciones.
Foto Oscar Chamorro
Viendo el escenario escalofriante que dejó la frenética ‘Gota Fría’, la embestida fluvial más violenta en distintos municipios en Valencia, España, a nuestro parecer, surgen dos situaciones totalmente antagónicas la una de la otra: por un lado, hechos prodigiosos que nos hablan de nuestra trascendentalidad y los cuales se hicieron evidentes a los ojos del mundo en esta mega-catástrofe. En una pequeña Parroquia de San Ramón de Paiporta -27.000 habitantes-, considerada una de las “Zona Cero” de la tragedia junto a Picaña, Massanassa, Catarroja, poblaciones de la Huerta Sur de Valencia... El cáliz y el corporal -lienzo blanco que se extiende sobre el altar en la misa para poner sobre él la hostia y el cáliz- , después de que el templo fuera anegado y afectado visiblemente por el agua fangosa, alcanzando una altura de dos metros, las piezas litúrgicas fueron encontradas por el párroco Salvador Romero, en el mismo lugar dónde las había puesto, una mesa de la sacristía, ¡inmóviles e intactos! ¡Un milagro¡ ¡Sí!! Nos lleva a confrontarnos como seres finitos, materia vulnerable, que pasa, que la muerte toca nuestras puertas, como en estas dolosas tragedias y que Dios nos brinda las llaves que nos conducirán a alcanzar la vida eterna, la verdadera, en aras de nuestra inmortalidad.
A la mañana siguiente, después de la devastación, el sacerdote bajó temprano a la sacristía, viendo que DANA dañó el mobiliario, los equipos de sonido y varias imágenes religiosas del templo. Cuando fue a la sacristía para hacer un balance de lo ocurrido encontró, según sus palabras a la prensa española, algo admirable: “Mi sorpresa fue que el barro se había extendido por todos los rincones, pero el corporal lucía limpio y totalmente blanco. Seguía encima de la mesita donde lo había dejado la noche anterior cubriendo el cáliz, que sí estaba un poco manchado en su base, pero el paño estaba intacto, sin una sola mancha”. Es inexplicable cómo la penetración de la viscosa riada no tumbó las piezas sagradas al piso.
Luego, otra vez, en Paiporta, bajo el barro, surge el rostro sufriente de Jesús, en agonía de Cruz. Emerge del lodo, como diciéndonos, en medio de nuestra ceguera que Él, también, padece por nuestras iniquidades. Y, en estas dolorosas circunstancias, por la marcada indiferencia que existe por parte de quiénes detentan el poder en distintas partes del globo, siendo con el prójimo más débil, confiado y aguantador, ese pueblo que todos los días se esfuerza, labora, produce, pero que es víctima indefenso de contingencias que aumentan sus penurias, no en razón del tan mencionado cambio climático, al cual se le achacan todos los inconvenientes, los vicios, presentes en situaciones límites de catástrofes, sino a causa de la falta de interés, de inversión importante, de no permitir que el dinero por tributación que va a parar a las ‘arcas’ del gobierno desaparezca como el blanco conejo, debajo del sombrero de copa del hábil mago. Además, de no ser responsables en la organización en la Gestión del Riesgo, y de la falta de una Respuesta efectiva, bien coordinada, ante los inminentes cataclismos.
Sagrado Corazón de Jesús entronizado en SP Barner de Aldaya
Otro suceso prodigioso, digno de destacar, es el de una familia muy creyente de Valencia que tienen una factoría SP Barner de Aldaya y que trabaja para Mercadona. Ellos, días antes de que irrumpiera DANA con su viento polar, chocando con las zonas cálidas y húmedas del Mediterráneo, entronizaron la imagen del Sagrado Corazón en un bello jardín de la empresa y la riada desbordada causó daños al Centro Comercial Bonaire cercano a la edificación, quedando esta última blindada contra el agua.
‘COCTEL’ PROPICIO DE OMISIONES
Por otro lado, esta la otra cara de la moneda, alejada del toque de sucesos divinos como los ya mencionados y que enseñan con suficiente lujo de detalles las avalanchas mortales de la maltrecha naturaleza y corren raudas producto, tal vez, del desconocimiento, porque para los expertos en planeación urbana no es secreto que permitir la ejecución de obras mal planeadas, sobre barrancos inexistentes y adyacentes a ríos, barrancos o ramblas, es lo que conocemos como construcciones en zonas de alto riesgo, traen como consecuencia las pérdidas que en vidas humanas y bienes materiales arrojó la tragedia valenciana.
Agregamos a la dantesca situación y a la danza interminable de múltiples equivocaciones el que en la desembocadura del Barranco del Poyo o llamado, también, Barranco de Chiva, no se ha hecho un programa serio de reforestación, dónde la tarea de los árboles es retener el agua y mantener oxigenado el ambiente.
Como si fuera poco, tenemos la destrucción masiva y desaforada de represas, diques, molinos -se cuentan cerca de 1200-... Para lo cual, se dice, se destinaron ¡2500 millones de euros! con la discutida creencia que se trata de preservar la vida ictiológica fluvial y la conservación del ecosistema, amenazadas por estas barreras de contención. Pero, ¿cuántas vidas humanas sacrificadas por la inexistencia de estos muros de retención?
Entonces, los expertos en emergencia y desastres deducen que, aunque el fenómeno de la DANA trae precipitaciones torrenciales, la catástrofe puede derivarse más por un factor humano de indecisiones, imprecisiones, imprevisiones, descoordinaciones, exceso de confianza, que por un revolcón natural.
Según lo informan los conductores de programas como Egiptomanía de Youtube, Alba y Rafael, habitantes de Valencia y que hicieron un alto en el camino para repartir ayudas a los damnificados, explicaron que debido al aumento del caudal de la riada, la presa de Forata, al parecer, debió abrirse o de, lo contrario, esta se reventaría. Rafael Fernández de Egiptohistoria, estando en uno de los terrenos por donde pasó el tsunami destructor, dijo: “Mirad con la fuerza que alcanzó el agua y el nivel llegó a medirnos 25 metros de altura...”
Alba, relata: “Hay una reunión de la Cuenca Hidrográfica del Jucar a la que acuden consejeros del gobierno de España y ninguno de la Generalitat y se tiene conocimiento que la presa de Forata puede abrir las compuertas. Hablamos con un vecino y nos comentó: ‘Es que las compuertas de Forata tienen que abrirse, porque tienen que desaguar, o si no revientan’.
“... El alcalde de Utiel, dice: ‘Señores, el agua va para abajo’. También lo advierte y sale en la radio. ‘A mi me preocupa los que están abajo que se van a comer toda esta agua’. El caudalímetro marcaba 260 mts cúbicos por segundo”.
Lo cierto es que algunos especialistas en Hidrología y Ambiente advierten que la apertura de la presa no fue la causa de la avalancha fluvio-barrosa de Valencia que arrasó los pueblos del sur, sino los barrancos. La presa vierte al río y no fue este el que afectó a pueblos como Paiporta y Catarroja.
Otro hecho en discusión es que las autoridades expertas en planes de prevención y contingencia, quizás, no realizaron simulacros de evacuación con los pobladores cercanos a los cursos del río o los barrancos, siendo que, según conocedores de la orografía Valenciana, en la Rambla del Poyo se suceden torrenciales precipitaciones con alguna frecuencia.
TRAGEDIA ANUNCIADA
Rambla del Poyo a su paso por Chiva, Valencia
¿Y, por qué esta ha sido una tragedia anunciada? Este tipo de amenazas de desborde e inundaciones en la zona ya ha sido avisada con antelación por expertos durante años. Félix Francés, catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia y Director Universitario de Investigación de Ingeniería de Agua y Medio Ambiente, en entrevista con la agencia EFE observó: “En el mapa de peligrosidad de 1996 ya lo teníamos detectado. El barranco del Poyo, es un barranco típico de crecida relámpago”.
En el enrevesado panorama se forma el ‘coctel’ propicio de omisiones y errores fatales que, irremediablemente, dieron lugar a la ola destructiva que, en minutos, se devoró la vida de guerreros anónimos que, posiblemente, jamás pensaron que esta contingencia podría sobrevenirles.
No fueron preparados con antelación, mediante simulacros preventivos y lucharon, infructuosamente, por no ser sepultados por la arcillosa tromba. Quedaron atrapados en manos de la imprevisión, en sus coches, ataúdes rodantes. La parte eléctrica de los autos dañada por la viscosa agua. Ventanas cerradas. ¡Imposible escapar! Hoy, los vehículos son marcados por las aseguradoras con códigos propios de las catástrofes naturales, X+2 ó X+3, esclareciendo el número de los que perecieron al interior de estos. A estas muertes innecesarias se adhieren las de quiénes, al ver que lo perdieron todo, decidieron quitarse la vida.
... “SI QUIEREN AYUDA QUE LA PIDAN”...
La tragedia se agudiza cuando el pueblo no encuentra respaldo para ‘paliar’ las apocalípticas circunstancias que los ahogan. Y el gobierno, en cabeza de Pedro Sánchez, responde ante la crítica emergencia con dos frases que perforan el corazón y los agobiados sentimientos de los damnificados: “Si quieren ayuda que la pidan”. “Y el Ejército no está para estas cosas”.
Lo que a la fecha encendió la ‘chispa’ de la indignación de una ciudadanía que sola, sin la cooperación estatal efectiva, se ha unido y, pese, a la demora en la atención del desastre, los Cuerpos de Seguridad del Estado, policías, ejército, bomberos, guardia civil, con limitados medios, decidieron ‘ponerse’ las botas y ayudar. El pueblo español todo se solidarizó enviando - artículos de aseo, medicinas, ropas, alimentos, agua, etcétera,- y el instinto valeroso de supervivencia de la población fue el punto a destacar en la angustiosa mega-calamidad. Entonces, con escobas, cepillos, palas en las manos, empezaron a barrer el fango de la apatía, de la ayuda que no llegó a tiempo.
De acuerdo con los protocolos de Gestión del Riesgo y Atención de Desastres, una vez se desata un evento catastrófico, se debe actuar de inmediato, porque después de 24 a 48 horas lo peor habrá sucedido. Y la respuesta que diera aviso oportuno a los valencianos para que protegieran sus vidas llegó tarde. Los cadáveres flotaban por el alud fangoso de agua, ante la mirada horrorizada de los que, con mucha dificultad, pusieron sus vidas a salvo. Y las de aquellas víctimas que en sótanos, parqueaderos cubiertos, garajes, como los del Centro Comercial Bonaire quedaron atrapadas, en lo que, de pronto, se convirtió en una trampa mortal. Así como, también, tarde fue la llegada de la ayuda nacional e internacional a las zonas de desastre. Bomberos franceses los primeros en acudir y se destaca la presencia de los Topos mexicanos.
CARRUSEL DE ACUSACIONES
Ana Camarasa, Universidad de Valencia
Ana Camarasa, catedrática de Geografía Física de la Universidad de Valencia, especialista en la Rambla del Poyo, observó a los medios periodísticos que la ‘alerta’ llegó “tardísimo”, que la previsión se ha quedado corta. “Con la información del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) y con las alertas meteorológicas, los responsables políticos tenían las herramientas para seguir el episodio de la DANA en tiempo real y para tomar medidas antes incluso de las inundaciones en cabecera, es decir, antes de las tres de la tarde. A esa hora, el barranco se desbordó y el agua inundó Chiva.
“Todo lo que ocurrió a partir de esa hora, o al menos la pérdida de muchas vidas humanas, se podría haber evitado si la alerta de Protección Civil se hubiera enviado cuando todavía podía ser útil”, agregó la experta.
Por ahora, lo que se ve para los valencianos es que no sólo han pasado por un relámpago fluvial sin precedentes, sino que son espectadores del posible ‘carrusel’ de acusaciones que los responsables políticos se endilgan unos a otros. Cargándole, quizá, los muertos a los que menos tienen que ver y removiendo el pasado para buscar hasta por ‘debajo de las piedras’ a los que, probablemente, dieron los permisos legales para construir en terrenos por dónde alguna vez existieron barrancos o adyacentes a los que hay en la actualidad que, durante épocas cálidas, duermen en brazos de las sequías por ser zonas Mediterráneas.
EN TIEMPOS DE CATACLISMOS SE HACEN VANAS PROMESAS
Erupción Volcán La Palma
Por estos tiempos el ánimo de los españoles anda por el suelo, porque en las épicas embestidas naturales han sido objeto de promesas oficiales fallidas. Todavía, según parece, están esperando las casas que la erupción del volcán de La Palma destruyó. ¡Y nada! Están viviendo en latas y los cien millones prometidos sólo en la imaginación. Igualmente, con el terremoto de Lorca la ayuda quedó en el congelador, lo mismo que en Mallorca.
La emergencia vivida en Valencia trae, de inmediato, a la memoria la catástrofe de 1957, con más o menos 300 muertos, ocasionada por el desbordamiento del río Turia, lo que condujo a que el gobierno de Francisco Franco acometiera la obra de ingeniería hidráulica, una de las mayores presas de Europa.
Pero lo que indigna a los valencianos es cómo teniendo la tecnología, el capital humano y el avance en los planes de prevención, se haya vuelto a padecer un incidente como el del 57.
Para completar el dramático cuadro la Ministra de Defensa, Margarita Robles, asegura a la prensa que hace más de cinco mil años no se ha tenido una catástrofe similar de índole natural. Pero los datos históricos refutan esta afirmación. Valencia se crea en el año 138 A.C. En el siglo dos A.C. ya data la primera inundación. Desde 1312 a 1857 ha habido 29 desbordamientos. Once crecidas y diecinueve inundaciones y la del 57. En 1982 se rompe la presa de Tous, cayendo durante tres días un caudal de 7000 mts cúbicos, borrando de la faz de la tierra la ciudad de Alcira, muriendo sólo ocho personas. La responsabilidad política y el sentido común avisa a sus habitantes que se vayan a zonas altas.
En el caso de Valencia fueron 1700 y 2000 mts cúbicos, cuatro veces menos el caudal. Esta es una catástrofe de dimensiones faraónicas, manifiestan voces autorizadas.
“SÓLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO”
Los sobrevivientes, sumergidos en esta película de terror, pasarán un buen tiempo sin poder digerir lo acontecido. El shock los domina. Están bloqueados, como sus calles que cubiertas por el barro arcilloso, coches averiados y apeñuscados, mobiliario, y enseres, árboles, puentes y casas arrancadas de raíz, hablan de lo que pasó allí.
Mujeres que como Toñi, lloran desconsoladas, porque la tromba se llevó su mayor tesoro, a su esposo e hija. Otros, trataron de ‘agarrarse’ con todas sus fuerzas a lo que encontraban para no dejarse arrastrar de la frenética corriente. Un hombre que pudo sacar a algunos vecinos del agua, sintió como unas manos desesperadas cogieron su pantalón, con tan mala fortuna que esta persona se quedó con la prenda de vestir en sus manos, perdiéndose en su fatal destino.
Y la historia inaudita de aquel personaje que, increíblemente, le ganó la carrera a la veloz riada. Por seis eternas horas, subido en un árbol, se aferró a la vida.
Un bombero rescatista en Utiel, Valencia, desciende de un helicóptero y con pericia salva a una mujer y sus mascotas, dejando atrás su casa y sus pertenencias totalmente anegada por el agua.
Pero, en medio de estas trágicas historias surgen notas victoriosas como la de la mujer, modista de profesión, que pierde sus máquinas en la inundación y recibe la llamada esperanzadora de una señora que, con total desprendimiento, le dona su taller. O de la futura madre que, en medio del caos, trae a la vida a su primer bebé en el ambulatorio de un pueblo, al no ser posible llegar a un hospital. Y la de la puesta a salvo, por parte de los cuidadores, de más de 123 adultos mayores que fueron llevados a la segunda planta de la residencia de ancianos, logrando sobrevivir.
BOMBEROS DE VALENCIA SE LAMENTAN
En su gran mayoría los integrantes del Cuerpo de Bomberos de Valencia, en declaraciones a medios informativos españoles, lamentaron que no hubiera habido una mejor planificación y coordinación para menguar así los resultados colosales de la tragedia.
Son unánimes al expresar que se tardó demasiado en movilizar al personal fuera de turno ( eran las 23:20 cuando se les convocó). Cuando se decretó la alarma no se sacó buen provecho de las unidades disponibles.
Unidades como la canina, con experticia en inundaciones como Turquía y Siria, sólo fueron movilizadas después de cuatro días de transcurrido el fenómeno natural. El Centro de Coordinación Operativo Integrado, Cecopi, así lo ordenó.
Bomberos señalaron que en este tipo de siniestros faltó planificación, lo que también sucedió en el edificio el Campañar.
Molestos culpan a la burocracia con sus demorados protocolos que afectaron la decidida actuación de los bomberos municipales. “Es más rápida la actuación de una ONG, porque la burocracia es menor, que la nuestra”. Lamentan no haber podido servir con diligencia como lo hubieran deseado, pues, también, el impensable evento tocó las puertas de allegados y familiares. (Textos Editores LLAMAS)