miércoles, 27 de agosto de 2025

¡COLOMBIANOS! EXPERTOS CONSTITUCIONALISTAS Y DE INTELIGENCIA EN SEGURIDAD NACIONAL ASEGURAN QUE, "TODOS SOMOS RESPONSABLES POR LOS ACTOS DE JUSTICIA QUE NO HACEMOS". "DEBEMOS FORTALECER LA SEGURIDAD DE LA FUERZA PÚBLICA Y DE LOS CIUDADANOS, DERECHO CONSTITUCIONAL, CORAZÓN Y VIDA DE LA DEMOCRACIA".



 

EN MATERIA DE JUSTICIA, ¿HAY QUE PASAR LA PÁGINA? 

 




 

 

Produce indignación advertirlo, pero las entrañas de nuestra amada y noble Patria llora lágrimas de sangre. Hoy, más de veinte familias entre padres, hermanos, esposas, hijitos -ahora viudas y huérfanos- lamentan  la desaparición irreparable de sus más queridos familiares, buenos colombianos, en quiénes, muy seguramente, tenían fincadas grandes esperanzas y llenaban de amor sus corazones.

Ahora, esos hogares están pasando sus más agónicos momentos de dolor, porque actos demenciales y de barbarie  se han tomado nuestros pacíficos barrios -Modelia en Bogotá-, donde fue perpetrado el aleve atentado contra un joven padre de familia y promesa de la política colombiana, Miguel Uribe Turbay-.

Dos meses y medio después del deplorable magnicidio a Miguel, ocurre el 21 de agosto, en ciudades como Cali, en su base militar Marco Fidel Suárez, la explosión de un camión-bomba, de los dos que, con cilindros bomba, estaban listos para detonar. Siete civiles pierden la vida infamemente y cerca de 80 presentan heridas de consideración, de los cuales cuarenta son hospitalizados y algunos están muy graves.


 


Ese mismo día, en zona rural del municipio de Amalfi, noroeste antioqueño, sus limpios cielos son estremecidos: un helicóptero cae derribado por ‘drones asesinos’, cobrando la vida de trece jóvenes de la Policía Nacional, entre los que se cuenta el piloto, capitán Francisco Merchán. Los oficiales hacían operativos de erradicación de cultivos ilícitos.   

Según declaraciones a medios de prensa nacional e internacional el director de la base aérea atacada, brigadier general Oscar Mauricio Gómez, el blanco era “una institución universitaria que instruye a jóvenes con sueños”, quiénes son, “el futuro de la patria”, pues allí se forman oficiales de la Fuerza Aérea Colombiana.


Foto El Nuevo Día

 

Ahora, en Colombia, como en la época de terror de los noventa, hay mucho miedo en la ciudadanía que transita por las calles temerosa, sospechando, ¿cuándo y dónde será la próxima explosión mortal?

Entonces, abordamos a desprevenidos peatones como don Carlos González, comerciante, quién no dudó en afirmarnos: “En Cali, ha habido, este año, me parece, alrededor de cinco atentados. Sabemos que los sitios más amenazados son las instalaciones de policía o del ejército... Y, como siempre, estos violentos hechos terroristas, también, destrozan a la población civil... 

Muy molesto por lo ocurrido, sostiene: “¿Por qué si saben que el enemigo anda suelto, son los grupos armados de organizaciones criminales como las disidencias de las Farc, ocupando casi toda la geografía del país, no se han preocupado por reforzar la seguridad, revisando, retirando cualquier artefacto, vehículo o paquete sospechoso...? ¿Y qué de las cámaras de seguridad? ¿Es qué no funcionaron el día del atentado en la base aérea Marco Fidel Suárez...? Creo, amigos periodistas, que estando en la etapa preelectoral, la seguridad hay que redoblarla y reforzarla”...

Opiniones muy oportunas como la de este  comerciante nos hizo Rosa Beltrán, vendedora de seguros, quien  comenta: "¡Caramba! Cada vez más, los dispositivos y la tecnología usada por los clanes subversivos es sofisticada y avanzada. Es inadmisible pensar que, en lugar de que la tecnología sirva para mejorar la vida en el planeta y prolongar la existencia, sea para destruirla y con fines bélicos...     

"Esperamos que nuestra inteligencia policiva y militar, sin duda, después de lo ocurrido, esté preparándose, con el fin de ir 'cien pasos más adelante' y pueda defenderse de los modernos y peligrosos explosivos y dispositivos, que amenazan la integridad y la vida de los uniformados de la Fuerza Pública, Militar y civil".

CRISIS EN LA POLÍTICA DE SEGURIDAD

El Procurador General de la Nación, Gregorio Eljach y distintos sectores políticos, aseguraron a los medios de comunicación que la búsqueda de acuerdos de paz no puede hacerse en detrimento de la seguridad ciudadana, mientras que críticos de la actual administración piensan que la estrategia de negociación con grupos armados y la fallida 'paz total' sólo han servido para incrementar las acciones insurgentes, el terrorismo y golpear el corazón de la seguridad nacional, postrando, casi a su más mínima expresión, a las Fuerzas Armadas, Militares y de Policía.

Situación confirmada por expertos en combate, quiénes advierten que, Colombia, atraviesa por una gran crisis en la política de seguridad, a causa de problemas estructurales en las Fuerzas Militares y carencias presupuestales.  

  


César Boada R, experto en Combate y Seguridad Nacional opina que,  "los informes de los medios y así se constata personalmente es que, increíblemente, las Fuerzas Armadas  adolecen de los equipos, de la capacitación permanente y de los recursos para defenderse y defender, porque esa es su misión para la cual están conformadas estas imprescindibles instituciones, proteger a los más indefensos que, lamentablemente, caen en esta guerra desigual: la población civil".

“Un hecho que los enemigos de la paz y grupos de extrema izquierda aprovechan para debilitar la seguridad de la nación. Pero, nuestras fuerzas Militares y Pública deben hacer valer su ardua preparación, su juramente ante la bandera y la Constitución, además de su vocación y jerarquía al servicio de la seguridad nacional, exigiéndole al Estado su responsabilidad directa frente a las muertes, mutilaciones y destrozos que, por omisión o descuido, resulten de los atentados cobardes en el territorio colombiano.   

“También, considero que las labores de prevención son clave para no ser sorprendidos y que la muerte y la destrucción encuentren espacios para aumentar el poder de estas estructuras del mal. 

Otro punto fundamental, apunta el experto, “es estar siempre vigilantes y respondiendo con profesionalismo, con tecnología, los ataques inesperados y aleves de las hordas desestabilizadores de la seguridad nacional.

“Finalmente, una cosa elemental: los colombianos, amparados por la Constitución, debemos exigir a la administración que se nos brinde SEGURIDAD, con el fin de no seguir poniendo los muertos. ¡Como es nuestro derecho!”, concluye el especialista.

Y los cuestionamientos ciudadanos, en las dinámicas redes sociales  no paran, ante estos hechos repudiables. Victoria Muñoz, catedrática universitaria señala: “Si el enemigo está adentro, destruyendo, desarticulando nuestras Fuerzas de Seguridad Nacional, ¿qué esperamos? ¿Por qué no redoblamos nuestros instintos de supervivencia y fortalecemos nuestras instituciones de defensa y les quitamos el poder sobre nuestro país y sus oscuros negocios?

"¿Por qué hacer víctimas a una sociedad que tiene fama de ser cumplida con sus impuestos y está inerme, frágil, ante un enemigo que, cada vez, es más fuerte, en tanto nuestra Fuerza Pública está, cada vez, más vencida?

"Le pregunto a la gente: ¿Si te quieren destruir debes permitirlo?

"¿La población trabajadora, luchadora, indefensa, debe seguir poniendo los muertos?".(Textos Editores Revista LLAMAS)

Hemos seleccionado el siguiente artículo investigativo que, entre otros interesantes aspectos se inclina a hacerle justicia a las víctimas del terrorismo y no permitir que los hechos demenciales caigan en la total impunidad. Señala, además, que el fruto de la justicia es la paz. Que la verdad ante los hechos violentos de crímenes deplorables debe resplandecer sobre la mentira, para ser solidarios con las víctimas y que la justicia, al fin debe triunfar, al aplicar la sanción correspondiente. De esta manera, la memoria de las víctimas, de los desplazados, de los torturados, de los muertos en actos terroristas no quedará sepultada en el olvido, en la indiferencia y así se sigan sucediendo, sin ponerle un freno inmediato a esta tan deplorable situación.

Porque, de acuerdo con este artículo, no sólo los autores materiales e intelectuales del acto repudiable son culpables, sino, también, nos hacemos responsables de los actos no cometidos, cuando “pasamos la página” y los dejamos en manos de la impunidad.

Su autor propone diseñar un proceso que no se quede impasible ante el terror y la muerte, que se responsabilice de las víctimas, denuncie la BARBARIE y se resista a la razón totalizadora. Consignamos algunos de sus párrafos.

LA MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS: UN INSTRUMENTO EN LA SUPERACIÓN DEL TERRORISMO

Julio Andrés Sampedro Arrubla*

Elie WIESEL, premio Nobel de Paz en 1986, afirma, haciendo referencia al Holocausto, que los muertos de los hornos crematorios no descansan en ningún cementerio, sus cuerpos se han transformado en espirales de humo, su único lugar en la memoria de los supervivientes y de los que nacieron después. Si éstos olvidan, matan por segunda vez. Si las víctimas permanecen en la memoria del hombre, éste tal vez tenga fuerzas para configurar el presente y el futuro más humanamente que lo hiciera en el pasado (1).

Estas palabras nos llevan a pensar en el abandono en que se encuentra el hombre, hace evidente que vivimos en una cultura basada en el olvido del ser en la que predomina la indiferencia ante el sufrimiento del otro. Hemos forjado una sociedad abocada irremediablemente a la irrupción de la "barbarie", entendida como supremo acto de violencia en el que se niega lo distinto y evidencia todo intento de comprender al otro desde lo mismo, la diversidad desde la unidad, la diferencia desde la identidad (2). No ver al otro, al que sufre, es una enfermedad. El silencio del hombre, su indiferencia ante la victimación, enferma, impide escuchar el estruendo de la barbarie y ahoga la voz de las víctimas que reclaman.

La ausencia del pasado, el olvido del ser, hace insuficiente el presente e impide la construcción de un futuro diferente, novedoso, que sea la simple repetición del presente. Como sostiene J.C. MELICH, ante los acontecimientos del pasado y del presente no se puede seguir como si nada hubiera sucedido. La filosofía ni puede ni debe legitimarlos, está obligada a decir "no", a "negar", a "criticar". Toda filosofía, toda acción pedagógica, política social está comprometida con los acontecimientos del presente, con los acontecimientos de barbarie y está obligada a la transformación social, a la solidaridad y a la responsabilidad con los marginados, los humillados, los vencidos (3).

Colombia está enferma de apatía, nos dolemos más frente a la caída de los símbolos del imperialismo que ante el escándalo de nuestra propia realidad. La sociedad toda, los llamados "actores armados del conflicto", el gobierno y cada uno de nosotros nos encontramos sumidos en la más absoluta indiferencia frente al pensar en el secuestro: los terroristas, hábiles manipuladores, ocultan su crueldad denominándola "retención", nuestros dirigentes guardan un silencio cómplice, evadiendo el tema y sólo ocupándose de él cuando son ellos los afectados, la sociedad en general a lo que más llega es a expresar su lástima, no su solidaridad, con quiénes son víctimas de este drama. Incluso con la complicidad de los medios de comunicación se ha llegado a estratificar a las víctimas, movilizándose a favor de unos pocos y permaneciendo inertes ante la tragedia de la mayoría, de las víctimas anónimas.

Si no queremos fracasar en los intentos por alcanzar la paz, es necesario recuperar la voz de las víctimas, de aquellos por los cuales nuestros dirigentes no se movilizan, de las viudas, de los huérfanos, de los desplazados, de todos aquellos que son blanco permanente de los ataques terroristas. En el Midrash, dice E. WIESEL, hay un relato en el que se cuenta cómo Dios derrama las lágrimas cuando muere un hombre. Esas lágrimas caen en el océano y producen tal estruendo qué se puede oír de un horizonte a otro (4). Sólo así, asumiendo nuestra responsabilidad frente a los vencidos, atendiendo el estruendo que produce su sufrimiento, siempre inútil, denunciando el olvido en que se encuentran, es posible pensar en transitar con éxito el sendero hacia la reconciliación y la paz.

El rostro del que sufre, escribe R. MATE (5), establece conmigo una relación compleja y hasta paradójica: es un mandato y es una súplica. El cuadro del pintor FERNANDO BOTERO nos sirve para explicar el planteamiento.



Es una súplica, una demanda de ayuda. El rostro del otro, del que sufre, pone en evidencia su menesterosidad, expresa su abandono e invita a la aproximación, a romper las barreras que nos separan, a transformar la otredad en projimidad. Pero también es un mandato. El rostro manifiesta  su jerarquía, su superioridad. Me manda que le escuche, que le acoja, establece una primacía sobre mí mismo, se presenta como la señalización del camino a seguir. Es el poder documentado que tiene el otro para presentarnos la factura que tenemos pendiente y debemos cancelar para ser justos.

En este orden, se nos impone la responsabilidad de repensar la paz en Colombia, ahogada por el olvido del otro, de las víctimas. Repensar la paz superadora del terrorismo exige que ésta sea expresión de una política pluralista y democrática que recupere el punto de vista del otro, la memoria de las viudas, de los huérfanos, de los torturados...

En este sentido, los dibujos de FRANCISCO DE GOYA pertenecientes a la serie de "Los desastres de la guerra" nos dan pie para una reflexión:

En primer lugar "No hay quién los socorra".


Fundación Goya en Aragón

Este dibujo expresa el olvido de las víctimas, indica la necesidad de una filosofía de la paz que se base en la importancia del otro, que comience en el otro y en su llamada. Se trata de diseñar un proceso que no se quede impasible ante el terror y la muerte, que se responsabilice de las víctimas, denuncie la barbarie y se resista a la razón totalizadora.

En segundo lugar "¿Por qué?"


Fundación Goya en Aragón

Es la pregunta de las víctimas. La pregunta recupera la memoria (6): "Gracias a la memoria somos lo que somos, sabemos quiénes somos y nuestra vida adquiere el sentido de la continuidad. La memoria es también la más verdadera casa común, porque siendo personal e intransferible nos hace partícipes de las experiencias de otros".

Pero, siguiendo R. MATE, el recuerdo se topa con una dificultad: la que tiene que ver con los sujetos que recuerdan. Las víctimas más sacrificadas no recuerdan, sea porque murieron, sea porque no quieren recordar, sólo lo hacen los sobrevivientes, convertidos en testigos, víctimas que pudieron librarse de parte del tormento.

En este sentido, el recuerdo es más que un acto intelectual, supone una experiencia del sufrimiento equivalente, en primer lugar, al sufrimiento de las víctimas, es compasión que se produce en relación a un sufrimiento que conocemos. Provoca más compasión un caso conocido que millones de víctimas anónimas. Como escribe P.LEVI:

"No hay proporción entre la piedad que experimentamos y la amplitud del dolor que suscita la piedad... Tal vez deba ser así, si pudiésemos y tuviésemos que experimentar los sufrimientos de todo el mundo no podríamos vivir" (8).

 De esta manera, el recuerdo, que inicialmente es sentimiento, debe transformarse en reflexión para agregar el significado que comporta el sufrimiento de  las víctimas anónimas.

La recuperación del pasado fracasado, de lo impensado en la filosofía, es el campo de batalla donde se decide el futuro, pues es la memoria no pensada, la de los vencidos, es el instrumento capaz de abrir el expediente y reconocer que ahí hay derechos pendientes, derechos que pueden y deben ser saldados mediante el despertar de la conciencia del presente. Con este planteamiento R. MATE formula un nuevo concepto de responsabilidad que explica en los siguientes términos:

"La razón moderna ha desarrollado la tesis de que cada uno es responsable de sus actos. Pero también somos responsables de los actos que no hemos cometido. Las desigualdades existentes son productos del hombre, y este mundo lo hicieron nuestros abuelos y nosotros lo heredamos. Decía Walter Benjamín: "No nacemos inocentes". No es que nazcamos culpables, la culpabilidad es personal e intransferible, pero la responsabilidad puede heredarse. Si mi abuelo ha sido un ladrón y heredo su riqueza, no heredo la culpabilidad de mi abuelo pero sí su responsabilidad. Visto desde esta perspectiva política, la justicia consiste en responder a la injusticia del mundo. Esta idea de injusticia no se enseña en las facultades de derecho, pero no hay que olvidar que las teorías de la justicia son cosa de vencedores. Y lo primero que estos hacen es olvidar el pasado para no responsabilizarse de él. Por eso la justicia mundial ha creado una figura peligrosa: 'Hay que pasar la página'. Esa es la teoría del vencedor" (9).

La paz a la que nos referimos, la paz que supere el terrorismo, no se logra con una amnistía total, la paz se basa en la verdad y es fruto de la justicia, ella exige la sanción debida, fruto de leyes pluralistas y democráticas, aplicadas humanamente. Exige, igualmente, atención a las víctimas, así nos lo indica la obra de Goya: Murió la Verdad.

Fundación Goya en Aragón
 

En este dibujo titulado "Murió la Verdad", se representa la verdad con un cuerpo de mujer exánime, vestida de blanco. La justicia, en la parte izquierda, llora llevándose el pañuelo a los ojos y un obispo mitrado rodeado de los acólitos y frailes reza sobre la muerta. Nos dice GOYA que una de las consecuencias de la guerra, del terrorismo, es la muerte de la verdad y el triunfo de la mentira.

En el dibujo titulado "¿Sí resucitará?, GOYA plantea un interrogante.

Fundación Goya en Aragón

Allí se ve un resplandor que emana esperanzador del cuerpo de la verdad, parece estar animándose y volviendo a la vida, mientras un alboroto de espanto y huida se produce entre quienes la rodean celebrando su muerte con funerales. El interrogante planteado por GOYA se puede responder afirmativamente sólo si se tiene en cuenta la memoria de las víctimas, de los desplazados, de los torturados. 

Quisiera hacer referencia nuevamente al cuadro de GOYA titulado "La muerte de la verdad" como pretexto para, desde la perspectiva colombiana, reflexionar acerca de la negación de la verdad y la falsificación de la memoria como consecuencia natural de la violencia terrorista. Un paso fundamental en la búsqueda de la paz lo constituye la responsabilidad que debemos asumir en la recuperación de la memoria histórica de las víctimas de la violencia, ésta se nos revela como un deber pendiente , del que no nos podemos sustraer. Es urgente emprender procesos que permitan el reconocimiento real de la dignidad de las víctimas como base fundamental para lograr una convivencia pacífica. Sin embargo, no se avanzará en pos de este objetivo mientras seamos tolerantes con el talante sombrío de personajes, muchos de ellos dirigentes políticos y medios de comunicación que con posturas ambiguas apoyan el terrorismo de grupos armados que con el pretexto de teorías políticas aterrorizan poblaciones, masacran y mutilan campesinos, secuestran niños, mujeres y ancianos, y generan descomunales desplazamientos de miles de seres humanos que han tenido que resignarse con asumir su rol de perdedores, limitándose a observar el triunfo de sus verdugos sobre la verdad y la justicia. 

Una verdad compuesta por realidades agobiantes y crímenes atroces, en la que los culpables pueden seguir como si nada hubiera pasado, ahonda las heridas, intensifica la desazón de la injusticia (12) e impide alcanzar una paz sólida. Las víctimas o las futuras víctimas sólo descansarán en paz cuando el asesino deje de serlo. Pero este sólo se librará de la negación de toda subjetividad si asume su responsabilidad(13), por ello estableciendo la verdad y haciendo justicia... ... Como forma para rescatar su dignidad perdida con la barbarie.

El perdón no es olvido, el perdón supone sanar la memoria, no con indiferencia, 'no pasando la página', sino abriendo la puerta creadora que permita salir del círculo de la repetición de lo mismo. El perdón no elimina ni sustituye a la verdad y a la justicia, por el contrario se articula con ellas. Sería irresponsable hablar del perdón de manera que los violentos entendieran que sus acciones estarían amparadas por la impunidad, no podemos ignorar que los verdugos tienen una habilidad especial para olvidar, para pervertir el lenguaje y ocultar sus atrocidades. El perdón sólo puede otorgarse cuando se conoce y reconoce la realidad de la ofensa, quienes niegan la ofensa cometida sólo dejan la alternativa de ser absueltos o vencidos en juicio (14), en otras palabras, mientras no se conozca la verdad de lo ocurrido y se haga justicia (15) no será posible la convivencia pacífica. Razón tiene H. ARENDT:

"Los hombres son incapaces de perdonar lo que no pueden castigar e incapaces de castigar lo que resulta ser imperdonable" (16).

Con todo, la sanción a los culpables no puede ser pensada como sinónimo de venganza, es necesario superar el odio en la respuesta a los criminales. La justicia no puede ser venganza ni suponer incapacidad de perdonar, la justicia debe tener siempre la mano tendida para quién quiera recuperarse como persona. Así lo muestra el dibujo del pintor vasco EDUARDO CHILLIDA:



        

*Director del Departamento de Derecho Procesal de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana.

(1) Metz, Johan Baptis WIESEL, Elie, Esperar a Pesar de Todo, Editorial Trota, Madrid, 1993, Pág 71

(2) Cfr. MELLIC, JOAN CARLES - Totalitarismo y Fecundidad. La Filosofía frente al Auschwtz, Editorial Antropos, Barcelona, 1998, pág. 29

(3) MELICH, JOAN CARLES, TOTALITARISMO Y FECUNDIDAD, La Filosofía frente a Auschwitz, ob.cit, pág. 93

(4) Metz, johan baptist, WISEIL ELIE, Esperar a pesar de Todo, ob,cit., pág 102

(5) MATE, REYES, Memoria de Occidente. Actualidad de pensadores judíos olvidados. Editorial Antropos, Barcelona, 1997, pág. 273.

(6) RAFAEL AGUIRRE, El Tunel Vasco. Democracia, Iglesia y Terrorismo. Editorial Oria, Bilbao, 1998, pág. 87

(8) LEVI, PRIMO. Los Hundidos y los Salvados. Muchnik Editores S.A, Barcelona 2000, pág. 49.

(9) MATE, REYES, "El criminal triunfa cuando asesina y cuando olvidamos", entrevista El Espectador.

(12) "Sin justicia no se puede llegar a la paz. Después vendrá el perdón. BERISTAIN ANTONIO, SJ, revista Interviú, abril 12 de 1999, pág.134.

(13) CFr. MATE, REYES, HEIDEGGER y el judaísmo y sobre la tolerancia compasiva. Editorial Artropos, 1998, pág. 134

(14) "Verdad, justicia, perdón, en EGUZKILORE, Cuaderno del Instituto Vasco de Criminología, San Sebastián, No. 11, 1997, pág. 263.

(15) Encontrar la verdad es una función esencial, pero no la única, del sistema judicial. Sobre este tema Muñoz Conde Francisco, La búsqueda de la Verdad en el Proceso Penal, lección inaugural curso 1998-1999, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, FERRAJOLI, LUIGI, Derecho y Razón. Teoría del Garantismo Penal. Editorial Trotta, Madrid, 1995, págs 40 y sigs.

(16) La condición humana, Editorial Paidós, Barcelona, 3a reimpresión, 1998, pág. 260.  

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