viernes, 1 de agosto de 2025

¡PARA NO OLVIDAR COLOMBIANOS!! LA JUSTICIA SERÁ MÁS JUSTICIA MIENTRAS HABITE SOBRE LAS ALAS DE LA DEMOCRACIA Y LA LIBERTAD...

 

 

 

 JUSTICIA Y SU AUTORIDAD SON DE ORIGEN DIVINO

 

“Malos son los hipócritas puestos en gobierno y poder, porque con título de justicia, ejecutan su violencia, y llamándose gobernadores, destruyen; y profesándose guardas de la comunidad y su ley, negocian solo sus intereses”.

 


 

 

¿Por qué si la mayoría de los ciudadanos en una sana democracia trabajan por hacer el bien, luchan, por generaciones se gastan el alma y la vida por levantar una nación libre y pujante, son presa de la ingratitud de tiranías fracasadas de izquierda narcotizadas, deseosas de enquistarse en países como Colombia para acabar con los logros impolutos de sus ciudadanos, conquistados en siglos y por caminos de libertad. Víctimas de juicios injustos, ciegos sin serlo -caso único en América Latina repudiado en el mundo, como lo es, el proceso jurídico al expresidente Álvaro Uribe Vélez-, de persecuciones y de asfixiantes e injustas medidas tributarias?

¿Es acaso el sino fatídico de algunos hombres, sin moral ni dirección divina, pagar al resto de sus congéneres bien por mal?

¿Y que siendo todos hijos del Supremo Bien, Dios, algunos se convirtieron en depredadores los unos de los otros, porque el mundo, en un día muy gris y de desazón histórica engendró, padeció y pereció con el comunismo, donde cientos de miles de seres humanos, tildados de “contrarrevolucionarios” por no ser afectos al régimen, han sido víctimas inocentes de sus injusticias y violencia, de eternas condenas en prisiones de terror y fusilamientos sin razón, porque sí?

Porque, la justicia, siendo una virtud moral, para nada está en consonancia con los deshumanizados planes de estas ideologías avasalladoras, sin alma, sin corazón, que nadan en la venganza, el engaño, la mentira y la traición.

Porque, como lo dicen juristas leales a su delicada profesión, la verdadera justicia va de la mano de la LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA.

... “SIENDO JUEZ NO HAGAS INJUSTICIA”...





Esto dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el subtítulo “Distinción de las Virtudes Cardinales, en su numeral 1807: “El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo”. “Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tú prójimo”, (Lv: 19,15).

Cada vez que un inocente es juzgado culpable, no siéndolo, a causa de perversas y oscuras manipulaciones, en contraposición de quiénes, en verdad, si son los infractores de la ley, el Cielo y la tierra se estremecen, porque la justicia bien encaminada, en su esencia, tiene origen divino.  Sus acertados resultados se producen en gobiernos dónde reina la libertad y la democracia, no así en regímenes absolutistas, sin alma y sin Dios.

Si a la justicia la simbolizan siendo una diosa con los ojos vendados, no es porque ella, al ver, se deje llevar por la discriminación. Los tiene cubiertos, nada más, para no impartir veredictos de culpabilidad o de inocencia, según sea la condición del personaje -humilde, de clase media o rico-. No tiene en cuenta si es un gran desconocido, si es de renombre, con influencias o sin estas, poder o dinero. ¡No! ella, no sufre de complejos ni de inferioridad, ni de superioridad. Es imparcial. No se deja manipular. No es sobornable. Su autoridad, nada menos, viene dada por Dios.

LA JUSTICIA HOY DEMANDA SE LE HAGA JUSTICIA



La justicia da sus sentencias, según sean los elementos y pruebas objetivas acopiadas en el ejercicio de sus investigaciones.

Sin embargo, ¡es paradójico! Pero nuestra justicia hoy demanda se le haga justicia, porque su trabajo viene siendo menoscabado, no por ella misma, sino a causa de aquellas conciencias que, por diversas circunstancias, opiniones subjetivas, politizadas, intereses personales, quizá, oscuros planes o persecución, no se ciñen, estrictamente, a que sus juicios sean basados en pruebas reales, que no desvirtúen la verdad y desmoronen la ética del sistema jurídico. Porque, en incontables ocasiones, ocurre lo inverosímil, donde el demandante, sin saberse por obra de qué o de quién, pasa a calzar los zapatos del demandado, del sindicado y termina cargando los delitos de este.

¡Hoy, hay tantos inocentes pagando sentencias que no debían!! Y mientras a la justicia no se le haga justicia, fortaleciéndola en gobiernos democráticos, de observancia cristiana, no dictatoriales, de mentes y corazones imparciales, honestos, que aprecien y amen tanto su misión que jamás la traicionen, se dejen sobornar o intimidar, por cuanto su loable tarea consiste en darle a cada quién lo que merece, según sus actos, valorando que su autoridad no proviene de los hombres, sino directamente de lo Alto. De lo contrario, obrará con tal ceguera que, en vez, de ser la Reina de las Virtudes, será verdugo implacable de la humanidad.

INOCENCIA INOCULTABLE



Liberación de San Pedro por el ángel, artista italiano Sebastián Ricci


¿Cuántos personajes han sido puestos tras las rejas y dejados en las más abyectas mazmorras por años, cuando su inocencia era inocultable ante la mirada expectante y reprochable de los pueblos?

Nuestro Señor Jesucristo, siendo inocente, fue apresado, antes de pasar por el flagelo de la Crucifixión. San Juan Bautista, por ser la voz en el desierto, que invitada a la gente a su conversión, fue encarcelado y su cabeza llevada, como trofeo, en bandeja de plata a la inhumana Salomé.

San Pedro, liberado del calabozo por la asistencia divina de un ángel. San Pablo, en prisión fue flagelado, antes de morir decapitado. “El Conde de Montecristo”, una de las obras cumbres del escritor francés, Alejandro Dumas (Padre), fue perseguido injustamente y en sus muchos años privado de la libertad, conoció las Divinas Escrituras, saliendo de allí un hombre renovado en la fe y defensor de la justicia a ‘capa y espada’.

Para no ir más lejos, en la época de nuestra Independencia, mujeres valientes como Policarpa Salavarrieta junto a su novio Alejo Sabarain, probaron los injustos barrotes de la prisión, tildados de traición a la Patria, hasta ser fusilados por el mandato tiránico del virreinato español.

Sí, entonces, en nombre de la seudo justicia, se han hecho más injusticias por las que muchos han pagado con sus mismas existencias... ¿Será que su obligado encierro y su sangre derramada han conseguido salvar y recuperar algo de la dignidad de la vituperada justicia?

PORQUÉ SE HA VIOLADO LA JUSTICIA 

Pero, la inquietud humana es, ¿porqué se ha violado tanto la justicia, si parece ampararse en los más elaborados y versados códigos del derecho? Dónde se consignan las normas y estudiosos conocimientos sobre cómo ha de ser el comportamiento humano para evitar incurrir en faltas o delitos. Sin embargo, para muchos legistas una de sus causas es su innegable politización.

También, es deleznable observar cómo los actos delictivos son aplaudidos y condecorados en una sociedad que siendo víctima, y por fuerza de costumbre, o amenazas autoritarias, tristemente, se vuelve insolidaria, indiferente y de silencios cómplices con el crimen, mientras que quién prueba ser inocente a toda costa, es considerado enemigo público número uno de esta caótica “civilidad”, en tanto al transgresor se le invita, ¡quién lo creyera!, a ser gestor de paz, a dar cátedra de paz y de moralidad, siendo todo lo contrario.

CUESTIÓN DE CONCIENCIA



Pero, este mal obrar siempre es censurado por la sensatez y la moral natural que habita en todo hombre, recordándole: “Aquello es lo correcto, y esto es lo incorrecto”. Y no en los negativos estereotipos que, con grandes letreros, anuncian:  “Delinquir si paga”.

¿Hasta cuándo va a durar esa conducta equivocada? Porque, bien lo expresa el Libro Sagrado en Eclesiástico: 7, 1: “No hagas el mal y el mal no te sobrevendrá”.

Todo mal obrar, alcanza su recompensa y recompensa de muerte, sino hay un arrepentimiento sincero, buscando la no repetición para obtener la misericordia divina, o el último fin de nuestras existencias nos puede sorprender, alejándonos de la salvación eterna.

No hay ningún acto en la vida que no sea cancelado en justicia divina. Por eso, Dios permitió que el hombre con las reglas de la ética, la moral, el amor, viviera la justicia divina aquí en el plano terrenal, no para ser permisivo y consentir la maldad, porque si la justicia no llegara a triunfar la tierra sería un lugar invivible, donde el actuar bien sería ofensivo y el actuar mal sería la regla en este planeta, garantizando su rápida destrucción y extinción.

Por eso, es imperativo hacerle justicia a la justicia. Que hoy yace en un desierto, arrastrándose en harapos, agonizante, sin lograr, como en otros tiempos, con orgullo y valentía, enarbolar la espada y la balanza del equilibrio, porque sus enemigos se las han arrebatado.



Para devolverle tan apreciadas prendas, creemos que abogados, jueces, magistrados, deben empeñarse en la inaplazable tarea de propender que a los inocentes se les reafirme su inocencia y a los culpables se les haga justicia como ha de ser. Así, a la efigie femenina, símbolo del derecho y de la justicia, le sean devueltas su espada, su balanza y su libertad, con las cuales se le retornará el prestigio perdido, su credibilidad y verá la mano justiciera de Dios en cada una de sus actuaciones, en derecho y en verdad.

“DEBE SER VINDICADO”

Lo cierto, es que cada vez que hay un acto de justicia el rostro de Dios se refleja en los rostros de quiénes son responsables de impartirla y los ángeles de la justicia cantan victoriosos: “Viva el inocente”. “Debe ser vindicado”. “Es libre de toda falsa acusación”. “Su bien, es su escudo y su verdad”. “Porque, siempre el bien triunfa sobre el mal”.  

Concluimos esta reflexiva opinión con el siguiente pensamiento cristiano: “Las cosas con que los malos más se engrandecen, que son las injusticias y despojos ajenos, y los robos, y las tiranías, y el estilo profano y vicioso, les gastan las raíces donde se sustentan, y se las enflaquecen sin que ellos lo sientan. Porque para con Dios, los hacen más dignos de ser derrocados; y para con los hombres, crían envidian en unos, y enemistades en otros: con que se multiplican los que los han de derrocar”. (Textos Revista LLAMAS)

  

 

 

 

             

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