ASÍ SE PUEDE PLANTAR CARA A LOS MEGA INCENDIOS
A causa del
incremento de los amenazadores incendios que arrasan sin piedad lo que encuentran a su paso: recursos de la vegetación
y de la fauna en todo el planeta y de los que nadie en ninguna región se
escapa, reproducimos este artículo, donde distintos expertos apuntan a la necesidad de
mover recursos destinados a la extinción de los fuegos, contemplando en primer lugar políticas encaminadas hacia la prevención, sensibilización de la ciudadanía y protección de las áreas vulnerables.
Aquí se
menciona el estudio realizado por un equipo
internacional publicado en Nature, en donde se subraya la idea de que la
humanidad debe aprender a convivir con los incendios, pero que lo correcto es
enfocar todos los esfuerzos para
trabajar en su PREVENCIÓN.
En esta nota se advierten las pautas para hacerlo.
Daños provocados
por el fuego en Mati (Grecia). Carlos Rosillo
Más de 80 muertos y
180 heridos. Es el resultado de los trágicos incendios que han cercado la
capital de Grecia, la peor catástrofe natural de la última década en el país.
No es el único episodio dramático de este tipo en Europa del sur, como
demuestran las decenas de víctimas mortales provocadas por las llamas en junio
y octubre de 2017 en Portugal. Una tormenta de fuego ocasionó el pasado otoño
cuatro fallecidos y muchos hectómetros de bosques quemados también en Galicia y
Asturias. Los expertos aseguran que es temprano para encontrar las causas
concretas de la oleada de incendios en Grecia. Pero todo apunta a que el
área mediterránea se enfrentará a nuevos grandes incendios en el futuro, según
afirman. Mejorar la protección de las áreas vulnerables, evitar la urbanización
descontrolada y favorecer la concienciación de la población local y de los
turistas se hace indispensable para limitar un impacto tan dramático si se
producen episodios parecidos, señalan los expertos.
“No somos conscientes de la magnitud que pueden tener los incendios”,
afirma José Luis Pérez, director del máster en Ingeniería de Seguridad contra Incendios
de la Universidad de Alcalá de Henares. Este experto explica que países como
Portugal, España, Grecia e Italia están muy sometidos a este riesgo por sus
condiciones naturales. Las altas temperaturas y las sequías comunes en verano,
unidas al fuerte viento habitual en algunas zonas, son elementos perfectos para
que un fuego se salga de control, asegura. “No hace falta un gran
calentamiento. Deberíamos estar esperando que todos los veranos haya este
riesgo”, explica.
Marco Turco,
investigador de la Universidad de Barcelona, añade un factor de riesgo más al
hablar del aumento de la probabilidad que se generen condiciones favorables a
los incendios por el cambio climático. “Nuestros estudios evidencian que a más sequía y
más calor en general corresponden más incendios. Y según los escenarios
futuros, está previsto un ulterior aumento de estaciones secas y cálidas”,
afirma. “Aunque, en ciertas zonas, cuando hace más calor pueden desaparecer
árboles y reducirse la cantidad de material combustible disponible”, matiza.
Pérez asegura que
uno de los principales problemas es cuando la frontera entre las zonas verdes y
las zonas urbanas no está bien delimitada y cuidada, porque hay elementos
que favorecen la propagación del fuego. Turco coincide en que el hecho de
que haya viviendas en la que define como “interfaz entre medio rural y zonas
urbanas hace más vulnerables sitios como Mati, la localidad a 30 kilómetros de
Atenas donde las llamas causaron los daños peores esta semana.
El investigador de la Universidad de Barcelona asegura que en el 90% de
los casos el factor que desencadena un incendio se debe a la acción humana.
"Puede tratarse de intereses incendiarios o descuido", detalla su
compañera María del Carme Llasat. "Cuando hay altas temperaturas, incluso
puede deberse a la chispa de un tren en la vía al frenar o en una subida, o en
cables de alta tensión no bien protegidos", añade. Si las condiciones
meteorológicas son propicias, tragedias como la ocurrida en Grecia “se pueden
generar con incendios medianos, no tiene por qué ser un gran incendio”, agrega
Oriol Vilalta, director de la Pau Costa Foundation y ex bombero.
Un incendio se
produce cuando combustible y comburente (oxígeno) entran en contacto y hay
altas temperaturas, explica Pérez. Para extinguirlo, hay que conseguir evitar
ese contacto. “Cuando hay un fuego de estas dimensiones, arde todo hasta que no
queda combustible, porque no hay forma de extinguirlo de manera extensa”,
afirma. Una acción deliberada puede complicar aún más las cosas. “Si de repente
hay 100 incendios contemporáneamente, por muchos medios de extinción que se
tengan, se sobrepasa todo”, alerta.
“Ya no es un tema
únicamente de riesgo, sino de las infraestructuras donde estos incendios se
hacen grandes”, afirma Vilalta. El experto se refiere en particular a la
ausencia de vías de fuga alternativas, algo frecuente en muchas localidades
mediterráneas de montaña o costeras, según explica. Esto limita las
posibilidades de evacuar a las personas de las áreas afectadas. “En Grecia el incendio venía por donde toda
la gente quería salir, y la única salida natural que tuvo era el mar. Pero las
infraestructuras de evacuación de estas urbanizaciones no están preparadas para
aguantar una evacuación masiva, de noche y con toda la gente que tiene que
transitar”, asegura.
EL FOCO EN LA PREVENCIÓN
Un estudio publicado en 2014 en Nature apuntaba a posibles medidas para reducir impactos catastróficos debidos
a oleadas de incendios tras analizar áreas como EE. UU, los países europeos del
Mediterráneo y Australia. El equipo internacional que lo realizó señalaba la
necesidad de "aprender a convivir
con los incendios" y enfocar la respuesta a la prevención antes que a
los recursos destinados a la extinción de los fuegos. Los investigadores
hablaban de la ineficacia de soluciones a corto plazo en el área mediterránea,
donde los grandes gastos en preparación de las unidades de emergencia y mejoras
de las capacidades en la lucha contra el fuego no evitan "incendios
devastadores", según aseguran.
“A más sequía y más calor corresponden más incendios. Y está previsto un
aumento de estaciones secas y cálidas”, afirma Turco en referencia al cambio
climático.
Marco Turco explica
que los resultados de una investigación liderada por él en 2016 apuntaron,
contra sus pronósticos, a que el número de los incendios y la superficie
quemada en los países del Mediterráneo entre 1985 y 2011 disminuyeron. Sin
embargo, asegura, las condiciones favorables al fuego, como olas de calor y
sequías, aumentaron. Para Turco eso significa que lo que ha permitido este
descenso, ha sido la capacidad de extinguir los incendios a tiempo y, en
algunos territorios, las políticas de prevención y concientización de las
poblaciones.
"España tiene
experiencia y unidades de emergencia punteras en el mundo", pone como
ejemplo Pérez. Pero la probabilidad de que aumenten las situaciones de riesgo
hace que "mantener los esfuerzos en la lucha a los incendios como se hace
hoy, en día, podría no ser suficiente para mantener esa tendencia", señala
Turco.
Mujer se protege del humo en As Neves (Pontevedra) Cabalar EFE
El estudio de 2014
propone, entre otras medidas, más atención en la gestión de las áreas
vulnerables, por ejemplo con la reducción
de la vegetación cerca de las viviendas o con la construcción de edificios
adecuados a soportar el ataque de las llamas y una adecuada ubicación para
evitar que el fuego se propague de uno a otro. También aconseja a las
administraciones responsables más planificación del uso de un territorio, mejor
integración de mapas de las zonas vulnerables y uso de proyecciones de los efectos
del cambio climático. Además, se agrega la necesidad de que las poblaciones
locales entiendan que los incendios son inevitables y hay que adaptarse a ello.
En general, asegura que hace falta una acción coordinada a escala
transnacional.
UNA CUESTIÓN DE MENTALIDAD
Cortafuego Natural |
"Antes el
paisaje constituía un mosaico", asegura Lourdes Hernández de WWF España.
"En las zonas de monte había gestión forestal porque los recursos eran
aprovechados. Había zonas dedicadas al pastoreo, que eran cortafuegos
naturales, y huertas alrededor de los núcleos poblados", explica. El abandono
creciente del medio rural y de las actividades económicas relacionadas ha
producido un aumento de zonas boscosas descontroladas, asegura Hernández. Y,
eso permite más acumulación de material combustible que convierte estas áreas
"en un polvorín", agrega. "Tenemos que apostar por recuperar ese
paisaje mosaico", asegura.
Turco explica que
ha elaborado junto a su equipo de investigadores un sistema de previsiones
estacionales, ya utilizado desde hace dos años en Cataluña. Esto permite a
los servicios de gestión de los incendios establecer con antelación,
dónde destinar recursos y energías, frente a las probabilidades de riesgo y
hasta quemar el combustible antes de las temporadas potencialmente peligrosas,
afirma. Vilalba cree que hay que realizar "vías de evacuación suficientes
para albergar todo el tráfico que necesitan en caso de emergencia, como en los
hoteles". También hace falta estudiar los casos en los que las propias
casas pueden resultar un refugio seguro para evitar que "una evacuación
sin control se convierta en una trampa mortal", asegura. Pérez, por su
lado, agrega que hay que trabajar en crear y cuidar cortafuegos en las zonas de
interfaz y usar cámaras para detectar si hay pirómanos en ciertas
zonas.
Vilalba considera
que, también, hace falta hacer trabajo de concientización destinado a los
turistas que proceden de áreas tradicionalmente no tan afectadas por los
incendios como la mediterránea, para evitar comportamientos inadecuados.
"Tenemos que enseñarles que en nuestra zona hay una vulnerabilidad",
afirma. El director de la Pau Costa Foundation cree que los recursos y las
competencias existentes transmiten optimismo sobre la posibilidad de revertir
las situaciones de peligro, pero hay que cambiar mentalidad. "Estamos
intentando aplicar soluciones con una mentalidad muy urbana a un problema
forestal. Nos fijamos solo en el fuego, pero el fuego es un resultado visible
de un problema latente en nuestros bosques", afirma.
( Por Francisco Rodella, periódico digital El País)
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