CORONAVIRUS MÁS AGRESIVOVIRUS…
DOS PANDEMIAS QUE ‘INCENDIAN’ NUESTRA ECONOMÍA Y NOS LLEVAN AL LIMITE DE
NUESTRA RESISTENCIA
En épocas recientes la fuerza pública ha sido objeto de señalamientos, y
desprestigios, algunos con, o sin razón, que lamentablemente surgen, quizá, por una equivocada
selección del personal, como lo señalan especialistas en escogencia de
trabajadores empresariales.
Tales circunstancias invitan a depurar a la institución cuando de seleccionar
sus integrantes se trata. Para algunos ciudadanos de a pie lo que pretenden
ciertos sectores anti gobierno y no muy afectos a la fuerza pública es
desaparecer o desestimular a las
instituciones gubernamentales, en este caso la policía, creada para hacer
respetar el orden, la vida y la seguridad ciudadana en una nación, en este caso
Colombia. “Conviene –dice Ismael Gómez, experto en selección de personal
empresarial- aunque no hay institución perfecta, donde algunos de sus elementos
no fallen, que el personal que se escoja, no exceda su autoridad. Sean dueños de sus
emociones, con control de sí mismos ante cualquier situación de inseguridad que se les
presente, por difícil que esta sea y estén bien capacitados para ejercer su
función con responsabilidad y en bien de la sociedad”.
“PAGAN JUSTOS POR PECADORES”
Utilizando una frase de cajón aquí “pagan justos por pecadores”, cuando
algunos de los integrantes de los organismos de seguridad, presumiblemente, se
extralimitan en sus funciones, suscitándose
hechos que los colombianos de bien deploramos,
lamentamos y rechazamos tajantemente, deseando no hubieran ocurrido. Este es el caso
reciente del señor Javier Ordóñez, ahora motivo de investigación para
establecer legalmente las causas de su deceso.
Lo que no da lugar a colocar en la “picota pública” a toda la organización
policial. No es justo hacer pagar a
todos - cerca de 157 mil hombres y mujeres tiene la institución-, las malas actuaciones de unos pocos. Allí hay oficiales intachables,
heroicos, que aman su profesión e imponen autoridad sin abusar de esta.
Para Diana Castillo, estudiante de derecho, la sanción por los hechos del
miércoles nueve de septiembre es de la órbita exclusiva de la justicia penal militar,
“el conducto regular y legal para investigar y emitir el castigo ejemplar para
quienes incurrieron, al parecer, en exceso de autoridad y mal uso del arma no letal ‘taser’ de
electrochoques –descargas eléctricas-”.
‘ARMANDO’ MINIBOGOTAZOS
Ahora resulta que surgen en la reprochable escena quienes, al amparo de
unas protestas ciudadanas, cometen delitos inaceptables; incendiando todo a su
paso. Acabando con estaciones de policía, destruyendo bienes públicos y
privados; quemando buses de servicio público, apedreando y sembrando el caos y
el pánico en ciudades como Bogotá, poblaciones de Cundinamarca, Medellín, Cali,
Armenia, Manizales... Armando mini bogotazos por todo Colombia. Pérdidas
billonarias, cuya factura no debería ser asumida por una población civil
indefensa, que no participó en los revoltosos desmanes, sino por los que los protagonizaron.
Tales actuaciones no son dignas de alguna justificación, ni tampoco se
pueden calificar como de conducta ejemplar, pero sirven de pretexto para abrirle camino a otro contagio
viral, tan peligroso como el Covid 19, cual
es el virus de la violencia, a una turba exaltada, incontrolada, enceguecida,
que va destruyendo todo a su paso. Aquí
no asoman voces racionales, sensatas, en contra de lo acontecido por parte de
los uniformados, sino hechos vandálicos que se suman al acto rechazable de los equivocados
agentes.
TRABAJAMOS CON LA PARCA PISÁNDONOS LOS TALONES
Lo cierto es que hoy los colombianos nos encontramos agobiados por muchos
males. La pandemia interminable con sus nefastas consecuencias sobre las
economías mundiales que, valerosamente estamos enfrentando, aún a costa de la propia
vida, para no permitir que nos vayamos todos al abismo de la parálisis laboral,
de la extrema pobreza, acosados por necesidades y con mayor incremento de la
pauperización, sobre todo en países como el nuestro, donde los cinturones de
miseria tienden a ensancharse y aumentar peligrosamente.
Y aunque somos ricos en recursos, somos pobres, porque hacemos mal uso de las
riquezas naturales. Tenemos tierras improductivas como las de la altillanura,
las de la Mojana sucreña, además de la variedad ambiental que, por ejemplo, hay en el Quibdó chocoano. ¿Hasta cuándo vamos
a ver sus frutos?
El coronavirus pasa haciendo estragos. Pero estamos luchando para que no
nos gane la partida. Trabajamos con la parca pisándonos los talones, pero con
las previsiones necesarias no le permitiremos ingresar a nuestra frágil humanidad
y doblegar nuestros complejos sistemas inmunitarios.
¿QUÉ DICEN LOS EXPERTOS EN SEGURIDAD?
Por los disturbios generados en el país, el nueve de septiembre de 2020,
se conocieron los comentarios de
expertos en investigación en seguridad ciudadana en Portales de prensa virtuales –BBC News Mundo-
como el de Alberto Sánchez Galeano en el artículo: “Policía en Colombia Por Qué es Militar y no Civil” y en la que el profesional señala que… “Hoy
dicen que el problema es una reforma policial, y sí, eso hay que plantearlo en
el corto y largo plazo, pero la policía no puede seguir pagando el costo
de malas políticas educativas, sociales y políticas”.
En el mismo texto en referencia, otros especialistas en seguridad
advierten que la policía en Latinoamérica se ha reformado hacia la civilidad. En
cambio, en Colombia, tal evento no ha
ocurrido, porque históricamente una de las tareas de la policía nacional con
sus Comandos Jungla ha sido la lucha contra los grupos insurgentes, unidades
militares de la policía con buena dotación en armas y procedimientos.
¿Y QUIÉN REFORMA A LOS JÓVENES?
Mientras algunas voces propenden por la reforma de la policía, otras,
como las de la trabajadora Social, Victoria Ramírez González, se preguntan: ¿Y
quién reforma a los jóvenes? Que con su argumento de protestar en las calles
por el abuso de autoridad se muestran violentos, agresivos, movidos por una “locura
colectiva” se visten, no como los ‘buenos’ de la película, sino como los ‘malos’,
generando un escenario patético de la peor de las guerras. Y ‘armados’ de
furia, con piedras, papas bombas, botellas incendiarias, bengalas y otros elementos
peligrosos, son hoy el terror de una
ciudadanía pacífica que lo único que quiere es poder restablecer su economía,
aún exponiendo, día tras día, su vida, ante el grave problema sanitario mundial
presente.
“Como si fuera poco, veo que hoy va a acompañada de otra pandemia mortal con la aparición de unas células tan o más
nocivas que las del Covid 19. Estas células salen de sus ‘escondrijos’ urbanos,
extienden la anarquía, la destrucción por doquiera y van sirviendo de ‘idiotas útiles’ de quienes
creen que con violencia y amedrentamiento pueden llegar a desestabilizar el
orden ciudadano y la institucionalidad establecida. “Me pregunto dónde están
sus padres, porque diez de las vidas perdidas en estos caóticos hechos eran, al
parecer, jóvenes”.
Lucila Vega, joven emprendedora espiritual, ve con preocupación que
algunos jóvenes se mueven en terreno estéril, sin un Dios en quien creer, que
los humanice, que los ennoblezca, que les conduzca por un camino de esperanza...
En quien poder afirmarse. Que les enseñe
que la vida es amor, porque todo fue creado con amor y lo que es creado con
amor nunca muere, en cambio lo que se gesta en la violencia, ahí terminó. Porque
no hay poder que perdure en el temor. Sus adeptos no siguen ese poder, porque
les infunda confianza, credibilidad, liderazgo y libertad. Son sus esclavos
atemorizados. Razón tenía Voltaire cuando dijo: ‘Que si Dios no existiera,
habría que inventarlo’, porque sin esa esencia espiritual, obraríamos como
fieras irracionales, movidas por pobres instintos, desencadenando males
interminables, autodestructivos”.
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