martes, 8 de abril de 2025

COLOMBIA DEBE BUSCAR NO CAER EN EL GRAN ERROR DE CONSENTIR EL DELITO, ES EXPONER LA VIDA Y LA SEGURIDAD DE SU POBLACIÓN Y ARRODILLAR LA JUSTICIA

 

¿VERDADERAMENTE AMAMOS CON EL AMOR DE DIOS?

 


Es un pueblo abandonado a su suerte aquel donde su administración, por inacción,  omisión o indiferencia, se convierte en cómplice alcahueta y permisiva con las hordas que delinquen y tienen raptado al país, en medio de la expansión sin límite de cultivos ilícitos, reclutamiento abominable infantil, actividad extractiva informal y toda empresa ilegal.

Hoy día, ser ciudadanos de bien es como padecer de lepra o de la peor epidemia en la sociedad. 

Lo impensable es ver dirigentes que se rebelan contra las leyes instituidas que, de plano, eliminan el orden y la justicia,  columnas que afianzan la seguridad, la tranquilidad y la felicidad ciudadana, porque esas sí hay que derribarlas, al ser una amenaza latente para sus tenebrosos propósitos de detentar eternas dictaduras socialistas en el poder.

La idea es sembrar el caos. Y desde el poder dejar morir toda empresa humana que camine hacia el bien. Con objetivos loables, bien encausados por la construcción de una sociedad más justa, humanamente bien organizada y libre, que se sienta amada y dignificada.

Estos mal llamados gobiernos son injustos, tiranos, porque desprecian, sin ningún inconveniente,  las enseñanzas y valores cristianos de sus pueblos.



Invierten los valores con tal facilidad que mientras sus pueblos agonizan, caso Colombia, por el desmedro y el despilfarro sin límites como la costosa y no prioritaria adquisición de una flota de aviones de guerra suecos por cerca de catorce billones de pesos, cuando esos considerables  recursos oxigenarían nuestro sistema de salud que muere, cada día, en medio de la negligencia, la desatención y el olvido. 

Al lamentable panorama se suman la falta de expectativas para aumentar plazas de trabajo, incentivar la inversión extranjera  e impulsar la dinámica empresarial. 

El no respaldo solidario para la educación de los jóvenes. Un techo seguro para las familias y una posible burbuja inmobiliaria, además de la incapacidad de asegurar pensiones futuras que cómo van, van por senderos de incertidumbre y de incumplimiento.

Y la testarudez por desaparecer actividades fructíferas para la economía nacional, como la del renglón energético, en donde de ser productores de hidrocarburos como el gas, pasamos a ser importadores, incrementando sus costos al consumidor, cuando es el combustible más económico y amigable con el ambiente.

EL VERDADERO AMOR NO ES DÉBIL



¡Pero eso sí! Proclaman al mundo que a los que sí hay que amar, aunque de amor no conozcan ni una pizca, ni qué significa ni cómo se vive, y, además, hay que consentir, aunque ellos no consientan con la vida de nadie, es a las organizaciones del caos que tienen en vilo a las instituciones de la seguridad y de la justicia en el mundo.

El verdadero amor no es débil a la hora de ubicar en el lugar justo al infractor. Bien lo expresa esta verídica frase del Salmo 85: “Amor y verdad se han dado cita,  justicia y paz se abrazan”. 

Y esta otra sentencia predicada por San Agustín: “Ama al pecador, más no su pecado”.

El verdadero amor, entonces, no puede ser presa del chantaje. Y aunque los orígenes de las conductas delictivas, antisociales obedezcan a diversas razones sociales, alimentadas por los antivalores y la tentación que triunfan, en especial, cuando el espíritu es débil y, aún más, distante de Dios, que no ha llegado a conocerlo y por ende a amarlo, realizando así una positiva transformación en su vida.

No hay que atizar el fuego, siendo condescendientes con los  transgresores de la ley y sus actos delictivos. 

Dios es misericordioso, perdona sí, siempre y cuando haya un arrepentimiento sincero, buscando no reincidir en las faltas cometidas. Faltas por las cuáles nos pasarán factura no sólo en esta vida, más aún, en la otra.

Consentir tales actos y darles permiso para continuar en la transgresión o, de lo contrario, hay la posibilidad de que la violencia de sus acciones aumente, es exponer la vida y la seguridad de la incauta población  y arrodillar la justicia de un país que la reclama a gritos para su sana convivencia en democracia.

… “NO PUEDE HABER UNA DOBLE VIDA”…



San José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, nos enseña en una de sus valiosas disertaciones litúrgicas que ser buen cristiano es vivir la espiritualidad y reflejar a Dios en el caminar cotidiano y en las actividades diarias -colegio, universidad, trabajo, hogar, etcétera-.

“Lo he enseñado constantemente con las palabras de la Escritura Santa: el mundo no es malo porque ha salido de las manos de Dios, porque es criatura suya, porque Yahveh lo miró y vio que era bueno (Cfr, Génesis 1,7 ss). Somos los hombres los que lo hacemos malo y feo por nuestros pecados e infidelidades…

“Por el contrario, debéis comprender ahora, -con una nueva claridad- que Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida diaria: en un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y de todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada día. Sabedlo bien: hay un algo santo, divino escondido en todas las situaciones más comunes que toca a cada uno de vosotros descubrir.

... “Quería apartarlos de la tentación tan frecuente entonces y ahora de llevar una doble vida: la vida interior,  la vida de relación con Dios, de una parte; y de otra, distinta y separada, la vida familiar, profesional y social,  plena de pequeñas realidades terrenas.

… “Que no puede haber una doble vida, que no podemos ser como esquizofrénicos, si queremos ser cristianos, que hay una única vida, hecha de carne y espíritu, y esa es la que tiene que ser – en el alma y en el cuerpo- santa y llena de Dios: a ese Dios invisible, lo encontramos en las cosas más visibles y materiales. 

“No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca”.

CORREGIR AL QUE ESTÁ EQUIVOCADO 



Sin acertada Dirección Divina hay propensión a dejarnos arrastrar por las avalanchas del mal, aún cuando exista en cada uno de nosotros, haya oído o no hablar de Dios,  desde que venimos al mundo, una  ley moral natural  que nos dice tal o cual acción es buena o mala.  

Entonces, no es  ‘amar’ a los transgresores con un amor postizo, fingido, y dejarlos a sus anchas para que descuarticen la buena sociedad y hagan con ella, como se dice, popularmente, ‘papilla’, si es posible. ¡Eso no es amar!

Porque el amor verdadero, sincero, corrige al que está equivocado. No lo deja a su suerte ni a sus malas inclinaciones para que, en su clara ceguera y obstinación, vaya por ahí sembrando el mal, destruyendo y autodestruyéndose. 

Las Divinas Escrituras   sabiamente nos aleccionan al respecto en Lucas 6:39:  “Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo”?

En definitiva, es un amor mal entendido, mal dirigido, porque para amar bien hay que volcar el corazón y reconocer con humildad a Quien nos dio la vida, nos creó con amor para el Amor y que nosotros,  por nosotros mismos, no somos nada. 

Por eso, el primer mandamiento de la Ley de Dios nos invita a comprender que sólo podremos amar con un amor equilibrado, justo, bien intencionado, sincero si empezamos a comprender y a esforzarnos por vivir el mayor de todos los mandamientos, con el cual daremos cumplimiento a todos los demás: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”.

SEÑALES EXACTAS



No seamos un pueblo réprobo, que desdeña las enseñanzas de Dios, porque al final,  ¿ qué ganamos con eso? El daño, primero, no lo hacemos a nosotros mismos, llevando al despeñadero a muchos, porque Dios, como el mejor de los Padres, nos dio las reglas verdaderas para nuestra felicidad. 

Nos colocó, las señales -como las señales exactas de tránsito de vías y caminos-  para que condujéramos los vehículos de nuestras breves existencias por senderos seguros. Que si nos desviamos, o caemos en el difícil trayecto, seremos rescatados, direccionados por las señales seguras que el Amor de Dios nos dejó.

Nos parece conveniente estudiar de cerca modelos de gobiernos que reconocen y adoptan en sus mandatos las leyes que nos liberan de las cadenas del caos y la anarquía, donde se impulsan las prioridades en el ejercicio de brindar seguridad a sus conciudadanos,  aportando  las herramientas con las que serán más sanos, prósperos y honestos.

Entonces, por las calles de nuestras ciudades y pueblos no  deambulará la delincuencia por sus caminos y las cárceles no serán abarrotadas de su presencia, porque nuestros países no serán más fábricas de delincuentes, sino de personas que obrarán el bien, porque la peor prisión para el alma humana es una conciencia intranquila, que ha perdido al Mejor de los Padres, al Mejor de los Amigos, ha roto la comunión con Dios. (Textos revista LLAMAS)

 

 

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