HOY EN EL DÍA MUNDIAL DE LA
TIERRA
“ESTA
ES LA SEÑAL DE LA ALIANZA QUE PARA SIEMPRE HAGO CON USTEDES Y CON TODOS LOS
ANIMALES…”
Facebook Mateo Caprino Veronese |
“Esta es la señal de la alianza que para siempre hago con ustedes y
con todos los animales: he puesto mi arco iris en las nubes, y servirá como
señal de la alianza que hago con la tierra. Cuando yo haga venir nubes sobre la
tierra, mi arco iris aparecerá entre ellas. Entonces me acordaré de la alianza
que he hecho con ustedes y con todos los animales, y ya no volverá a ver ningún
diluvio que los destruya. Cuando el arco iris esté entre las nubes, yo lo veré
y me acordaré de la alianza que he hecho para siempre con todo hombre y todo
animal que hay en el mundo. Esta es la señal de la alianza que yo he
establecido con todo hombre y animal en la tierra. “Así habló Dios con Noé”.
(Génesis Cap. 9 Versículos 12 al 17)
Dicen que cuando aparece un arco iris en el cielo es la voz de Dios que
nos habla, que se comunica con nosotros. Manifestado en un arco iris que, por
lo regular, se presenta en forma de
puente, y como su nombre bien lo indica de arco, después de algún día lluvioso. Pero esta vez ¡sorprende
al planeta! Se dibuja en la esfera celeste como una gran sonrisa de siete
colores – rojo, naranja, amarillo, verde, azul, cian y violeta-. Es la
sonrisa del Creador, sello de Su alianza que hizo con el hombre y con los
animales, como lo afirma el texto del Génesis de la Sagrada Biblia, mientras
¡qué ironía! el Covid 19 nos obliga a todos los humanos a cubrir nuestra
sonrisa, nuestro rostro –ojos, nariz, boca- por peligro al contagio, a la
muerte. Con viseras de acrílico y mascarillas, que ocultan nuestros labios con
los que reímos, conversamos, sonreímos ¡y ahora!, ¡deben estar cubiertos por millones
de tapabocas!
Es como si el mutante patógeno hubiera premeditado conducir al hombre a
la incómoda e insólita acción de
protegerse, por tiempo prolongado, con estos dispositivos para
defender su vida.
Con su perversa “inteligencia” pensó: “Ya no tendrán motivos para reír,
porque con sus prácticas nocivas contribuyen a derrumbar la creación divina. A contaminar
los sagrados hábitats naturales y ahora vengo a contaminarlos a ustedes, para
que experimenten lo que padecen las especies animales y naturales al ver sus
vidas amenazadas, obligadas a evacuar sus terrenos habituales o a morir en
estos, por causa de los devastadores
incendios forestales, en su mayoría, provocados por manos criminales y, otras
veces, causados por quemas descontroladas, acompañadas por erosivas talas
de árboles; además del descuido de bosques de donde ustedes derivan las
materias primas, para abastecerse y lograr la vida cómoda que llevan, vida que
no todos tienen en el planeta”.
Sin embargo, el pacto que Dios hizo con los hombres nos devuelve la sonrisa, la
esperanza. Despertaremos de la impensable pesadilla pandémica, la que menoscaba
nuestra salud y nos conduce ‘ad portas’ de la muerte. Resucitaremos, regresando a una
vida nueva, apreciando y conservando el prodigioso planeta que el Creador nos
dio.
Precisamente la señal de aparición del curioso arco iris, el 19 de
abril en Italia, no muy lejos de Bérgamo, uno de los lugares donde murieron
cientos de personas por el virus, se observó, con sorpresa, en distintas regiones
cerca al área de Veronese, junto al lago de Garda.
Ciervos en busca de comida en calles de Nara, Japón Foto Los Ángeles Times
El
extraño signo que, de manera curiosa, se estampó en la bóveda celeste al
revés, es también una clara sonrisa de la naturaleza, donde en esta
cuarentena universal, por fin el ambiente descansa y respira un oxígeno
claramente más limpio, más puro, de ahí que animales exóticos -ciervos, pavos
reales, dantas, cabras, coyotes, tortugas, osos, pingüinos, venados...-
que sólo se aprecian en sus acostumbrados reinos naturales, se pavonean hoy sin
temor, con entera libertad, como dueños de un orbe que, desde hace algún
tiempo, sufre una extraña metamorfosis, donde ellos son los únicos que pueden
abrirse paso en ciudades, campos, provincias, municipios, antes invadidos por
el hombre.
Los
estudiosos de fenómenos astronómicos denominan a este extraño signo “arco iris
circuncenital”, denominado así porque está más cerca del cenit –el punto más
alto en el cielo con relación al observador-, una posición cercana al sol. Es
causado por pequeños cristales de hielo en vez de gotas en suspensión,
provocando el efecto refractivo. “Son fenómenos muy raros, dice Nicola
Bertolotto, propietario de la página de información social ‘Meteo Caprino’, muy
popular en Verona y sus alrededores, su formación requiere condiciones
atmosféricas que casi nunca ocurren en nuestras latitudes. Suelen tener colores
muy intensos y son típicos de las zonas polares. El hecho de que aparezcan en
lo alto, muy cerca del sol, hace que sea difícil identificarlos”. Espectadores
de la señal la califican como un mensaje de esperanza en medio de la tempestad
vírica.
Hoy el
universo natural está sonriendo. Ríos, mares, lagos, sus aguas parecen espejos
azules y diáfanos. Los incendios forestales que recién fueran el centro
noticioso en los medios impresos, televisivos y digitales por su capacidad de
multiplicarse en distintas y amplias regiones del globo, causando
daños irreparables a los ecosistemas, de pronto surgen, uno que otro, sin la notoriedad de otros años. Los cielos de la
Tierra se ven sin el telón oscuro que, en distintas partes, cubre la atmósfera
por el incremento notable de la insoportable contaminación.
Lluvia de estrellas y meteoritos en Lima, Perú Foto Difusión |
Y de noche millones de estrellas brotan prodigiosamente como luciérnagas
felices, para danzar y presentar al orbe un fenómeno conocido como la “lluvia
de estrellas”. Astros que, por estos días, no viven el ‘aislamiento social’. ¡Al
contrario! Se observan muy unidos como en mágico y bello coloquio.
Como lo muestran los diarios y redes sociales en Lima, Perú, país que vive en esta
temporada una fiesta estelar.
Mientras tanto, el coronavirus nos ha quitado los abrazos, los besos, la
cercanía de unos con otros, separándonos hasta dos metros de distancia. El
mensaje es claro: la pandemia enclaustró al hombre y liberó el ambiente. (Editores LLAMAS)
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