miércoles, 28 de mayo de 2025

¡ATENCIÓN, COLOMBIA! ¿VAMOS CAMINO A UNA VENEZOLIZACIÓN O CUBANIZACIÓN? CONTRA TODA ESPERANZA, UN HOMBRE PASÓ VEINTIDÓS AÑOS DE SU VIDA, PRISIONERO EN EL GULAG DE AMÉRICA, POR NO ACEPTAR LA “REHABILITACIÓN” POLÍTICA COMUNISTA EN CUBA...

 


 

EN EL PAREDÓN DE FUSILAMIENTO CON ADMIRABLE VALOR GRITABAN: ¡ABAJO EL COMUNISMO! ¡VIVA CRISTO REY!



Poeta, escritor y pintor Armando Valladares

Cuando Colombia hoy, gravemente, pende de un hilo para su venezolización o cubanización traemos a colación el infierno que padeció un hombre valiente que, apenas, siendo un jovencito de 23 años, por espacio de 22 largos y tensionantes años, perdió su libertad de manera atropelladora, infame, engañosa y pagó lo que no debía pagar, prisionero espiritual y físico, muriendo lentamente, a causa de una dictadura torturante. 

Pero, su admirable fortaleza interior lo llevó a soportar el sufrimiento de su madre y su hermana por su obligado confinamiento y las continuas detonaciones de las armas que, a diario,  condujeron  al paredón de la muerte a miles de inocentes presidiarios, muchos de los cuales por no mostrarse partidarios a la dictadura comunista eran fusilados, sin remedio.

Es así como, Armando Valladares Pérez, en vez de disfrutar de su juventud, de luchar por hacer realidad sus sueños, su vida quedó atrapada en un encierro permanente en el Castillo “La Cabaña” que, según sus palabras, era el lugar de los interminables fusilamientos y de la maldad refinada al estilo estalinista, o el abominable y espeluznante presidio Isla de Los Pinos y El Combinado del Este... Nada más porque, gracias a su educación religiosa y a sus nobles principios, no aceptó ser adepto de un credo, tóxico, devastador: la religión de la revolución comunista, traducida en miseria colectiva, apropiación del Estado de la propiedad privada. Enemigo de la fe en Dios, de la familia, odio de clases, destrucción de la economía de mercado, hambre, enfermedad. Sistema degradante y violatorio de los derechos humanos que despoja al hombre de su libertad y destruye el orden existente.

Era la década de los sesenta, a sus 23 años, siendo funcionario del Gobierno Revolucionario en la Caja Postal de Ahorros, por negarse a que le colocaran un cartel sobre su mesa de trabajo con la consigna: “si Fidel es comunista, que me pongan en la lista, yo estoy de acuerdo con él” y por mostrarse anticomunista la Policía Política lo apresa y es condenado a treinta años de prisión, de trabajo forzado.



Nunca hubo pruebas contundentes en su contra para privarlo de su libertad y sentenciarlo a tres décadas de cárcel. Ese fue su injusto destino. Le tocó padecerlo para, probablemente, conocer que, en este sorprendente planeta, existen lugares que son inframundos, dónde a causa de regímenes autocráticos, totalmente despiadados, hay seres humanos que no escogieron, por ellos mismos, llegar allí, pero por un hado extraño del destino deben experimentar esa agonía. Si sobreviven, como fue el caso de Valladares, se convierten en los embajadores de la justicia y los derechos humanos en el mundo.

Y cuando no tienen escapatoria, porque la sentencia es irreversible, se ven enfrentados a perder la vida por no comulgar con execrables dictaduras, o escoger, porque ¡¿qué más da?!, entre la arriesgada fuga, el macabro suicidio o la enloquecedora cadena perpetua.

Nuestro protagonista, el poeta, escritor y pintor cubano Armando Valladares, es, sin discusión, un verdadero héroe, tildado por ese régimen sin entrañas de “contrarrevolucionario” que, en medio de la pesadilla en que se convirtió su vida, sin libertad y que, quizá, como nadie en este mundo sus ojos y oídos fueron testigos de atentados humanitarios, contra los que el régimen tirano se ensañaba, acusándolos falsamente de opositores políticos, enemigos de la revolución.

Por ejemplo, una lúgubre noche oiría el llanto y los gritos desgarradores de un niño que, desde otra celda, era abusado por sus carceleros. De las mujeres, presas políticas, que se suicidaban o enfermaban psíquica y físicamente, obligadas a trabajos forzados, golpeadas, violadas, aterrorizadas por la violencia política y arrastradas desnudas por el suelo.

Como, también, vería la sangre en pisos y paredes de los macabros presidios, de las oscuras galeras, de los cuerpos de sus compañeros de infortunio que la sevicia humana con saña apagaría sus fugaces existencias, llevando consigo la indescriptible agonía de haber sido asesinados, porque jamás se inclinaron a la demencial tiranía. Y en los muros de la ignominia se ocultarían las voces de los mártires de la libertad que, camino al patíbulo del ajusticiamiento, desafiarían al mundo con sus valerosas exclamaciones: ¡Viva Cuba! ¡Abajo el comunismo! ¡Viva Cristo Rey!

EL POEMA DE JOSÉ MARTÍ Y LA MUERTE DE GUILLERMO DÍAZ LANS EN “LA CABAÑA”



Armando Valladares, no puede olvidar la cruel y cobarde muerte de un magnifico pintor, Guillermo Díaz Lanz, quien por ser hermano de Pedro Luis Díaz Lanz, primer jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria y que, según el régimen de Castro se constituiría, más tarde, en su “traidor”, fue encarcelado y este expresó su molestia plasmando en las paredes de aquella “jaula” mortal, La Cabaña, las palabras del apóstol de la independencia cubana José Martí y que dicen:

 

“Asesino alevoso. Ingrato a Dios.

Enemigo de los hombres el que

so pretexto de dirigir a las nuevas

generaciones les enseña un cúmulo

absoluto de doctrinas extrañas

y les predica al oído, antes

que la dulce plática del amor,

el evangelio bárbaro del odio”.

 
Este acto le costaría la vida. Lo obligaron a borrarlo. Luego, descargaron sobre su espalda varios bayonetazos. Ese fue su inaceptable final.

... “LA FE EN LAS CÁRCELES ERA IMPRESIONANTE”...

Pero, ¿qué lo hizo resistir tanta ignominia, injusticia y dolor? Según lo ha expresado en sus conferencias por el mundo, en la Universidad Francisco Marroquín, UFM, en Guatemala, esa prueba extrema no la habría podido soportar, sino se hubiera respaldado en su gran fe en Dios: “ La fe en las cárceles era impresionante. Puedo decirte que yo no recuerdo que ningún prisionero que no tuviera una fe extraordinaria, que no tuviera  la esperanza absoluta de que íbamos a salir de la prisión y eso fue algo que se mantuvo todo el tiempo en cualquier prisión... Incluso, tuvimos sacerdotes prisioneros, pastores protestantes. Hacían misas dentro de la cárcel. Se hacían cultos...

Teníamos una biblia, pequeñita, escondida... Se tapaba con macarrones para que los militares no la descubrieran... “Pienso que si el hombre no tiene fe le falta algo. Yo creo que un hombre sin fe, con mucho respeto, es mi criterio, es una persona vacía. Y la fe y la esperanza solamente tienen una fuente, solamente vienen de Alguien, para mí ese Alguien es Dios. Yo siempre digo que si analizamos todos los actos grandiosos de la humanidad, no solamente los individuales, sino los colectivos, todos siempre han requerido grandes dosis de fe. El descubrimiento de América, la llegada del hombre a la luna o de MI RESISTENCIA EN LA CÁRCEL. Pienso que si no hubiera tenido fe, no hubiera podido resistir todo lo que resistí....  Yo llegué a la cárcel con formación religiosa. Soy una persona que cree en Dios. La cárcel transformó mi manera de creer. Dejé de ser litúrgico. Los representantes de Dios en la tierra son todos los que creen en Él, millones de personas y la prisión me enseñó a comunicarme con Dios de manera directa... Esa es mi manera de concebir a Dios.

“Nunca le pedí a Dios que me sacara de la cárcel, porque nunca creí que Dios me había mandado a la cárcel, como no creí que me había mandado a la cárcel, no podía pedir que me sacara, lo que sí le pedí siempre que me diera las fuerzas y el valor para poder resistir todas esas pruebas a las que yo estaba siendo sometido y ¡me la dio! Por eso, llegue al final”.

Manifiesta en este coloquio con la academia, que si a él le hubieran puesto un vídeo cuando lo arrestaron, diciéndole: “Mira, todo eso es es lo que tú vas a pasar, yo me hubiera creído absolutamente incapaz de salir libre espiritualmente y mentalmente de toda ese infierno. Quizás hubiera enloquecido en ese momento. Pero, el ser humano tiene una capacidad de adaptación que puede salvarlo de la peor de las situaciones. Pero cuando triunfo la revolución yo era un joven con formación religiosa y política. Fui, de los que nos dimos cuenta muy temprano de cuál era la ideología de Fidel Castro.

“Era un funcionario del gobierno revolucionario de Fidel Castro. Yo, como la mayoría de los cubanos creíamos en el mensaje de Castro, pero muy pronto nos dimos cuenta que lo que él estaba haciendo era sustituir la dictadura de Batista por su propia dictadura. Mil millones de veces más represiva, más sanguinaria que la de Batista. No quiero decir con esto que haya una dictadura mejor que otra”...

Este fue el secreto que lo mantuvo en pie, con vida, Contra toda Esperanza, así se llamó su obra escrita más leída y vendida en el mundo, donde relata con precisión de detalles, muy cinematográficos, los veintidós años prisionero, en el que el denomina el “Gulag de Las Américas”. Su título fue inspirado en la Epístola de San Pablo a los Romanos Cap. 4: 18,19: “Abraham supo esperar contra toda esperanza... Y no desfalleció en la fe”.

... “SIN LIBERTAD UN SER HUMANO NO ES UN SER HUMANO COMPLETO”...



En el encuentro universitario, Armando Valladares, se expresó así de la libertad: “ Los felicito porque sé lo que, ustedes, están incidiendo en estos muchachos. Es que lo más importante de una sociedad es la LIBERTAD. Sin la LIBERTAD no se puede tener ningún otro logro. Sin la LIBERTAD, ningún ser humano se puede realizar en ningún aspecto ni física, ni espiritual, de ninguna otra manera. La LIBERTAD es la esencia principal del ser humano. Sin LIBERTAD un ser humano no es un ser humano completo, porque le falta la LIBERTAD.

... “ME ABRAZABA A CRISTO CON DESESPERACIÓN”...



En su libro Contra Toda Esperanza -del cual tenemos un ejemplar, obsequio de su autor y que nos autografió así: “Para Claudia, como un recuerdo de nuestro encuentro en esta tierra maravillosa”. A. Valladares- detalla lo que sentía ante los actos inhumanos y crueles del sistema oprobioso del comunismo: “Cuando escuchaba las descargas de fusilería el horror se apoderaba de mí, y me abrazaba a Cristo con desesperación. Yo había llegado a la cárcel con formación religiosa. Por aquel entonces, mis creencias eran genuinas, pero probablemente superficiales, pues no habían sido sometidas a una dura prueba. Tenía y mantenía la religión que había aprendido en el hogar, en la escuela, pero era algo así como quien adquiere buenos modales, o las primeras lecturas. Sin embargo, aquella mínima cantidad de religiosidad había sido suficiente para señalarme como un enemigo de la revolución comunista, y estaba seguro que de alguna forma contribuyó a los de la Policía Política de que yo era un peligroso adversario, aunque en estado potencial.

“Muy pronto comencé a experimentar una modificación sustancial en la naturaleza de mis creencias. En primer lugar, me abracé a Cristo, quizá por miedo a perder la vida, porque estaba en peligro de ser fusilado. Pero aquello de acercarme a Él, aunque humana, me pareció incompleta, utilitaria. Sin embargo, cuando estremecido de dolor, veía partir a aquellos jóvenes llenos de valor a morir frente a los paredones gritando “¡Viva Cristo Rey!”, comprendí, de pronto, como una revelación súbita, que Cristo no sólo servía para que yo le pidiera que no me mataran, sino también para darle a mi vida  y a mi muerte, si llegaba a suceder, un sentido ético que las dignificara. Creo que fue en aquel momento, y no antes, cuando el cristianismo, además de ser una fe religiosa, se convirtió en una forma de vida que en mi particular circunstancia sólo podría concretarse en RESISTIR, pero con el alma llena de amor y de esperanza.

Y con esta introductoria reflexión invita al lector de Contra Toda Esperanza a luchar para que se defienda la vida del hombre por encima de dictaduras irracionales, inhumanas que conducen al eclipse total del género humano, donde nuestros mayores ideales se funden en la nobleza del amor, que sólo puede surgir en el corazón humano si, en realidad, nos damos a la tarea sublime de conocer, amar y seguir a Dios, para no ser las bestias salvajes movidas sólo por bajas pasiones que matan el amor, porque no saben amar.

Esta es la reflexión de Valladares: “El hombre es el ser maravilloso de la naturaleza. Torturarlo, destrozarlo, exterminarlo por sus ideas es, más que una violación de los Derechos Humanos, un crimen contra toda la humanidad”. (Textos revista LLAMAS)     

 

 

 

 

 

 

 

    

 

 

 

    

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